De cara a las elecciones generales de 2024, la oposición conservadora se ha quedado sin banderas. No puede ofrecer a la ciudadanía ninguna propuesta atractiva. Su única oferta es una vuelta al pasado neoliberal, a la privatización de los bienes públicos, a la desaforada corrupción.
Pero, aunque parezca increíble, esa oferta derechista tendrá muchos sufragios, millones de votos. Digamos que un tercio de la votación total. Esto quiere decir que el programa de la derecha cuenta con un enorme caudal de votos propio.
Son muchos pero insuficientes para ganar la Presidencia de la República. Y si las cosas y las encuestas siguen como van, quizás no logre la mayoría calificada que le posibilite frenar la política económica y social del obradorismo.
De modo que la verdadera disputa política y electoral de 2024 no será por la Presidencia de la República, sino por la mayoría calificada en el Congreso, es decir, en la Cámara de Diputados y en el Senado.
Normalmente en el viejo régimen pripanista, al amparo del fraude electoral, la lucha por el Congreso no era muy importante. Ahora todo es distinto. Ganar la mayoría calificada es esencial para el avance y la consolidación del proyecto reformador del obradorismo.
Y aquí entran en escena los candidatos de cada una de las fuerzas en pugna. Por lo que toca al bloque conservador, todavía no se ve una figura capaz de concitar un apoyo mayúsculo.
Y por lo que toca al obradorismo la lista no es larga. Solo son tres: Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López Hernández. Y de esta tercia son dos los que parecen concitar una mayor simpatía ciudadana: Claudia y Marcelo.
Los dos son eficientes, carismáticos y con mucha experiencia en tareas de gobierno. Cualquiera de los dos podrá hacer un buen papel en favor de la Cuarta Transformación.
Hay, sin embargo, una única diferencia: el género. ¿Por quién se inclinará la balanza? ¿Por el hombre o por la mujer?
En las actuales condiciones sociopolíticas y demográficas de México ser mujer es muy importante y puede ser decisivo, porque la mitad de los electores son electoras.
En igualdad de condiciones generales, el género puede contar mucho. Y si bien es cierto que a Claudia le atribuyen ser la favorita de Palacio, en las encuestas no van a contar las preferencias presidenciales, sino las de la población encuestada. Y en esta situación la moneda está en el aire y nada está escrito.
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