Los integrantes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) han decidido convertirse en partido político con el fin de participar en elecciones. Pero para lograr esto último (competir en procesos electorales) es necesario ajustarse a los términos de la ley en la materia y, consecuente y previamente, obtener el registro como partido político ante la autoridad […]
Los integrantes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) han decidido convertirse en partido político con el fin de participar en elecciones. Pero para lograr esto último (competir en procesos electorales) es necesario ajustarse a los términos de la ley en la materia y, consecuente y previamente, obtener el registro como partido político ante la autoridad respectiva: el Instituto Federal Electoral (IFE).
Este será el primer escollo para que Morena pueda convertirse en partido legal, pues no hace falta ser muy imaginativo para suponer que el IFE, instrumento de la dictadura pripanista, hará todo lo posible, legal e ilegalmente, para cerrarle el paso.
Pero suponiendo que la presión de los militantes y simpatizantes de Morena, con el auxilio de la prensa democrática, de personalidades progresistas mexicanas y extranjeras, de jueces honrados y de organismos internacionales de derechos humanos puedan vencer la oposición del IFE y de sus mandantes al registro de la organización, y que ésta pueda así convertirse en partido legal, cabe esperar que la maquinaria defraudadora de la voluntad ciudadana opere, como en 1988, 2006 y 2012, para impedir el acceso del nuevo partido al poder.
Todo esto es esperable. Pero aun así Morena está obligado a recorrer la vía electoral. No hacerlo, como parte del mundo progresista, democrático y revolucionario demanda, sería una grave equivocación. No participar en los procesos electorales, aún a sabiendas y con dolorosas experiencias históricas de que en México el voto nunca ha sido respetado plenamente, implicaría dejar el juego electoral y el mismísimo gobierno en manos de los cuatro partidos de la derecha (PRI, PAN, Partido Verde y Partido Nueva Alianza).
¿Hará falta a este respecto recordar la célebre cita leninista que establecía que las organizaciones progresistas, democráticas y revolucionarias no deben dejar de aprovechar todas las oportunidades y todos los resquicios legales para actuar en política?
Debe recordarse, además, que muy buena parte de los avances democráticos, económicos, sociales y culturales de la sociedad mexicana en el último siglo han sido posibles gracias a la participación de las fuerzas de la izquierda en política y en casi todos los aspectos de la vida social. Y no es exagerado decir que no es fácil encontrar un caso de progreso social en el que no haya participado como impulsora la izquierda.
Esta es la gran experiencia de la izquierda mexicana y universal. Se puede impulsar el progreso de la sociedad sin necesariamente hacerse del mando gubernamental.
Para ello, sin embargo, hace falta no cejar, no claudicar, no resignarse a que todo siga como está. No dejar en manos de la derecha todos los hilos del poder. Y combatir en los frentes de la lucha económica, de la lucha ideológica y de la lucha política.
La experiencia mexicana y universal enseña que deben combinarse todos los modos de acción. Participar en las luchas sociales no exime a los demócratas, a los progresistas y a los revolucionarios de participar en las lides electorales.
Este, en realidad, será el gran desafío de Morena una vez, si no se lo impiden las fuerzas de la reacción y del imperialismo, que se convierta en partido legal.
Quizás no haber practicado esta combinación haya sido en los últimos seis años el único gran error de las fuerzas progresistas encabezadas por Andrés Manuel López Obrador. Se dedicaron casi exclusivamente a la tarea electoral y dejaron de lado la organización y la participación, codo con codo, con los demás movimientos populares críticos u opositores a las políticas neoliberales y antidemocráticas de la dictadura pripanista. Ésta puede ser la oportunidad de corregir.
Blog del autor: www.miguelangelferrer-mentor.
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