Ibrahim Ferrer, una de las figuras emblemáticas del conjunto Buenavista Social Club, murió hoy aquí a los 78 años de edad, apenas concluida una exitosa gira de presentaciones por Europa. Veterano ejecutante de la música tradicional cubana, que cultivó desde su infancia, Ferrer saltó a la fama mundial cuando el guitarrista estadunidense Ry Cooder organizó […]
Ibrahim Ferrer, una de las figuras emblemáticas del conjunto Buenavista Social Club, murió hoy aquí a los 78 años de edad, apenas concluida una exitosa gira de presentaciones por Europa.
Veterano ejecutante de la música tradicional cubana, que cultivó desde su infancia, Ferrer saltó a la fama mundial cuando el guitarrista estadunidense Ry Cooder organizó el Buenavista, a partir de trovadores y músicos de larga experiencia, algunos de renombre y otros poco conocidos.
En el conjunto, Ferrer trabajó en los ocho años recientes con figuras como la cantante Omara Portuondo y el guitarrista Manuel Galbán; también con los ya fallecidos Rubén González, pianista, y el trovador y compositor Compay Segundo.
De silueta inconfundible, espigado y siempre tocado con una cachucha de visera, Ibrahim participó en cuatro discos del conjunto: Buenavista Social Club, A toda Cuba le gusta, Buenavista Social Club presenta a Ibrahim Ferrer y Buenos hermanos, con el que ganó el año pasado el Grammy en música tropical tradicional.
Fuentes cercanas a la familia indicaron que Ferrer tuvo un súbito agravamiento de salud al regresar de la gira y fue internado en un hospital, donde murió en la tarde del sábado. Esta noche se esperaba el traslado de su cuerpo a una funeraria y estaba previsto el sepelio para el lunes.
No se precisó de inmediato la causa del deceso.
Ibrahim nació el 20 de febrero de 1927 en Santiago de Cuba, cuna del son tradicional. Aficionado a la música desde niño, apenas adolescente empezó a practicarla para ganarse la vida. Durante décadas trabajó con numerosas orquestas, incluso la de Benny Moré, y estaba jubilado cuando vino el giro que marcó el final de su vida.
Perfume de gardenias, su predilecta
El 2 de febrero de 2004 el músico cubano dio una entrevista a La Jornada, en la que habló de sus temas predilectos, de su trayectoria por el mundo de la música, de su vida y de lo que le significó obtener un Grammy. Aquí reproducimos parte de esa charla, donde estaba también Manuel Galbán, quien ganó otro galardón.
Si tuvieran que escoger tres números de los que han grabado para guardarlos como tesoros, ¿cuáles serían?
-Serían tres boleros -dice sin titubear Ibrahim Ferrer. Y el primero sería Perfume de gardenias.
En el departamento de Galbán, en el barrio habanero del Vedado, estos dos veteranos del son siguen celebrando el triunfo.
En la pequeña mesa circular del comedor apenas caben una bandeja con pinchitos de jamón y queso, un par de botellas y la laptop en la que trabaja Magda, la esposa de Galbán.
Buenos hermanos, de Ferrer (Grammy en música tropical tradicional), y Mambo sinuendo, de Galbán y Ry Cooder (en pop latino instrumental) son dos de los productos más recientes del conglomerado Buenavista Social Club, nombre de disco, nombre de grupo, pero quizá, sobre todo, nombre de un fenómeno de masas que enlaza al son cubano con toques de modernidad.
-¿Qué conservan estas obras del son tradicional y qué le agregan de aire fresco? ¿Por qué ha tenido ese éxito mundial?
-Nuestras raíces son las que no dejamos -contesta Galbán, el ex guitarrista y director de Los Zafiros, aquel cuarteto cubano que surgió como la versión latina de Los Platters.
«Seguimos con Miguel Matamoros, con Sindo Garay, pero también tenemos temas de hace 10 años. Ya en concreto, lo que conservamos es la armonía. Aunque tengamos arreglos más modernos; por ejemplo, Son de la loma siempre saldrá con sus acordes, siempre tendrá la sonoridad cubana. El éxito de esta música es que el son es muy entendible para todos. Recuerdo que tuve un grupo, el Batey, con el que fuimos tres veces a la India. Me quedé asombrado de cómo los hindúes esos bailaban nuestra música. Fue pasando lo mismo con la orquesta de Ibrahim Ferrer.»
-¿Cómo fue posible que en sus dos discos haya números que surgieron espontáneamente en el estudio de grabación (Mi música cubana, en el de Ferrer, y Bolero sonámbulo, en el de Galbán)?
-Nosotros lo hicimos por la voluntad y el deseo -dice Ibrahim-. Hace rato que yo estaba con la inquietud de hacer algo nuevo. Se lo dije a Chucho (Valdés, pianista en el cidí) qué yo quisiera, que así, que asá… le dije a Demetrio Muñiz (el director). Y de inmediato Demetrio me dice: «Vamos a hacerlo». En cuestión de media hora salió.
-¿Cómo le afectan los sonidos de los nuevos instrumentos, los electrónicos, las baterías modernas…?
-Para mi concepto, el son se ha hecho para recibir todo tipo de innovación -replica Ibrahim, este santiaguero que ha cantado a lo largo de casi todos sus 77 años.
«Empezó siendo un solo músico, luego fueron dúos y tríos, cuartetos y llegaron a los sextetos y septetos. Así fueron aumentando hasta una sinfónica…»
-Y con el contrabajo ¿qué más hay como base?
-Hay un patrón que es la clave. Luego al son se le han adicionado otros instrumentos. Ya no está la marímbola, ya no está la botija, entonces es más armónico.
«Se ha ido modernizando en lo que es la instrumentación», dice Ibrahim.
-¿Y se canta igual que antes?
-Se canta igual, igual -reacciona Ibrahim-. El día que se cante de otra forma, ya dejó de ser son. Por eso se dice que el son es lo más sublime para el alma divertir…, pero como decía, lo fundamental es tener sentimiento y voluntad. Si no tienes voluntad para la cosa, no la hagas; si no tienes sentimiento, no la hagas, vas a hacer una cosa cuadrada.
-¿En qué género se siente mejor?
-En el bolero. Parece que cantando más pausado me desenvuelvo mejor. Aunque canto otros géneros, pero al número lento lo encuentro mejor.
Nuestra música es muy entendible-¿Cómo será ese público?…
-Ellos nos están esperando -dice Ibrahim-. Saben lo que queremos decir. Así es nuestra música, muy entendible. El público oye un poco y sabe quién es…
Y a todo esto, ¿cuáles eran los otros dos números favoritos?
Para Ibrahim, Mil congojas y Fuiste cruel. Para Galbán, María la O y Mambo sinuendo.