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Necropolítica, colapso y coronavirus

Fuentes: La Jornada

os hechos noticiosos pasaron desapercibidos en los medios, saturados, como están, en torno al Covid-19, que ha impactado la vida de millones de personas en el mundo, mostrando, aún más que los efectos de esa enfermedad viral en sí, los profundos quebrantos de los servicios de salud pública, privatizados y desatendidos por los gobiernos neoliberales, así como las negligencias y contubernios criminales de estos gobiernos, que impiden adoptar políticas de salud responsables y efectivas frente a la pandemia, debido a que no desean afectar los intereses económicos de los grupos dominantes y su propia imagen política.

Uno de esos hechos es la amenaza de bloqueo naval a la República Bolivariana de Venezuela (Ángel Guerra, La Jornada, 15/3/20), mientras que el otro es la realización de maniobras militares de la OTAN en Europa. En ambos casos es evidente que la maquinaria de la alianza imperialista militar encabezada por Estados Unidos no se detiene, a pesar de la pandemia y el agravamiento de la crisis económica de los mercados, sobre todo, en las pequeñas economías precarizadas que sobreviven apenas, y que no pueden darse el lujo de abandonar sus trabajos, hacerse de víveres y recluirse en sus casas o lavarse las manos con el agua con la que no cuentan. La condición de clase determina las probabilidades de atención domiciliaria-hospitalaria y, en última instancia, de la sobrevivencia misma de los grupos más vulnerables.

Es sorprendente el paralelismo de la situación creada por la emergencia de salud en la que estamos inmersos, con lo escrito por Carlos Taibo en su libro Colapso: Capitalismo terminal, transición ecosocial, ecofascismo, Buenos Aires: Libros de Anarres, 2017, en el que explora justamente las causas de un colapso sistémico de carácter global, poniendo énfasis en el cambio climático y el agotamiento de las materias primas. Subraya que a diferencia del pasado, cuando las principales amenazas de catástrofes estaban asociadas con fenómenos naturales, a partir del siglo XX, la acción humana resulta decisiva y fatal. Taibo, como otros autores, prefiere hablar de cambio climático y no de calentamiento global y, conforme a sus datos, será imposible evitar la subida de 2 a 3 grados en la temperatura media planetaria, por lo que sus consecuencias, expuestas someramente, corresponden con la realidad mundial que estamos ya viviendo: elevación del nivel del mar, desaparición del hielo en los polos, extinción y mutación de especies, desertización, deforestación, incremento en la frecuencia e intensidad de los huracanes, dificultades crecientes para la producción de alimentos, inundaciones inéditas y para siempre de tierras habitadas en litorales e islas, y, ¡surgimiento de nuevas enfermedades!, como ha ocurrido con el Covid-19.

Volver a la lectura de esta obra impactante, perturbadora e ineludible hace comprensibles y urgentes los llamados constantes de los mayas zapatistas a organizarse ante una tormenta que no es ni metafórica ni simbólica y que alude no a una visión apocalíptica o de profecías milenaristas, sino a la posibilidad real y fundada científicamente de una catástrofe a escala mundial en un futuro cada vez más cercano, que Taibo denomina colapso, esto es, el hundimiento general y masivo del sistema dominante, manifiesto en reducciones sustanciales en la producción industrial; el derrumbe simultáneo y combinado de carácter financiero, comercial, político, social, cultural y ecológico, debido a sus propias contradicciones y realidades verificables, en sinergia con diversas y severas implicaciones previsibles y ya progresivamente manifiestas del mencionado cambio climático (ver: Emiliano Hersch González: http://enelvolcan.com/ 84-ediciones/059-octubre-diciembre -2019/629-crisis-climatica-que-hacer).

Ello tiene un referente a su vez ineludible en nuestro país. El EZLN en su comunicado del pasado 16 de marzo denuncia críticamente: la frívola irresponsabilidad y la falta de seriedad de los malos gobiernos y de la clase política en su totalidad, que hacen uso de un problema humanitario para atacarse mutuamente, en lugar de tomar las medidas necesarias para enfrentar ese peligro que amenaza la vida sin distinción de nacionalidad, sexo, raza, lengua, creencia religiosa, militancia política, condición social e historia. Asimismo, llama a no dejar caer la lucha contra la violencia feminicida, a continuar la lucha en defensa del territorio y la Madre Tierra, a mantener la lucha por los desaparecid@s, asesinad@s y encarcelad@s y a levantar bien alto la bandera de la lucha por la humanidad.

Pese al colapso visiblemente en desarrollo, el capitalismo necropolítico buscará utilizar la pandemia en favor de sus intereses de clase, con la complicidad de los estados a su servicio. A los pueblos corresponde resistir unidos y organizarse por la vida y el futuro de las generaciones venideras.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2020/03/20/opinion/018a1pol