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El futuro de Argentina

Néstor Kirchner pierde pie a cuatro meses de los comicios presidenciales

Fuentes: Gara

Distraído por pugnas internas, Kirchner asiste, en vísperas de las presidenciales, al entronamiento del empresario-mecenas del fútbol -naturalmente derechista-, mauricio macri en el poder en el centro neurálgico de Buenos aires. Y por si le sobrara aire, suma una nueva derrota, esta vez desde el electorado progresista, en Tierra del Fuego. La Casa Rosada rebosaba […]

Distraído por pugnas internas, Kirchner asiste, en vísperas de las presidenciales, al entronamiento del empresario-mecenas del fútbol -naturalmente derechista-, mauricio macri en el poder en el centro neurálgico de Buenos aires. Y por si le sobrara aire, suma una nueva derrota, esta vez desde el electorado progresista, en Tierra del Fuego.

La Casa Rosada rebosaba de alegría cuando en la primera vuelta consiguió que su candidato, Daniel Filmus acariciase el segundo lugar, con el 23% de los votos. Mauricio Macri, líder de PRO -una coalición de centro-derecha-, había ganado con el 46%, pero la verdadera hazaña había sido arrebatar la posibilidad de entrar al ballottage al actual Jefe de Gobierno porteño, Jorge Telerman.

En las dos semanas previas a esa primera ronda, todo el aparato político del presidente Kirchner salió a destruir a Telerman, sabiendo que el desafío era quedarse con parte de sus votos, cosa que no podía hacer con Macri. Entre dudosas denuncias de corrupción y una catarata de apariciones públicas denostándolo, consiguieron que obtuviera tan solo el 20% de los votos, a pesar de que todas las encuestas previas lo daban como seguro candidato a disputarle a Macri el poder en la segunda vuelta.

Pero enfocarse en desgastar a Telerman ayudó a consolidar la candidatura de Macri, quien consiguió salir airoso de las disputas verbales y de la campaña agresiva. Así, el exitoso empresario, perteneciente a una de las familias más ricas de este país, consiguió un rotundo triunfo en la primera vuelta y ya no hubo vuelta atrás. A pesar de repetir con él la misma metodología de ataque que con Telerman, fue demasiado tarde y, por primera vez desde que la Ciudad de Buenos Aires es autónoma, un partido de centro-derecha la gobernará.

Si bien acaba de entrar a la escena grande de la política, Mauricio Macri no se hizo famoso desde el llano. Antes que nada, su padre es un inmigrante italiano que llegó a Argentina sin un centavo y construyó un imperio económico que tuvo fuertes vínculos con el Estado en los años de neoliberalismo de la presidencia de Carlos Menem. Este hecho fue resaltado insistente e infructuosamente por Kirchner durante los últimos días de la campaña.

Pero además, Macri es desde hace ocho años el presidente del Boca Juniors, el club argentino de fútbol más popular, al que modernizó, convirtió en una organización rentable y exitosa, y que cosechó los mayores triunfos de su historia durante su gestión.

Ello llevó a Macri a ser popular en todos los sectores, los más ricos y los más pobres, los que se interesan por la política, y los que no. En 2003, Macri también ganó la primera vuelta de la elección para gobernar la Capital, pero perdió en el ballottage frente a otro candidato de Kirchner, Aníbal Ibarra. Gran parte de esa derrota tuvo que ver con la cercanía de la crisis devastadora de 2001-2002: el imaginario colectivo aún tenía muy fresca en la memoria la complicidad de los grandes empresarios con el proceso neoliberal de los noventa.

Desde entonces, Macri procuró armar una coalición de centro-derecha más amplia, posicionó su perfil de opositor conciliador y supo revertir los rechazos que despertaba entre la mayoría de la clase media. Además, si bien su coalición está integrada por sectores conservadores, tuvo la sapiencia de llevar como compañera de fórmula para Vicejefa de Gobierno a Gabriela Michetti, una mujer disminuida física, con gran llegada a la gente y un discurso progresista.

Ahora, Macri cuenta con la vidriera más importante del país para hacer política: Buenos Aires, donde se concentra el electorado y los medios de comunicación más influyentes. Si lo sabe aprovechar, Kirchner deberá lidiar con un sólido opositor en sus propias narices.

También en el sur

La otra derrota electoral para Kirchner fue menos importante en cuanto a votos pero grandilocuente por la hazaña: en la provincia de Tierra del Fuego, la menos poblada de este país y la más austral, ganó la Gobernación Fabiana Ríos. Esta vez el batacazo vino desde la centro-izquierda: Ríos pertenece al ARI, la fuerza que lidera Elisa Carrió, candidata a presidenta y furibunda opositora a Kirchner.

Con este panorama de cara a las elecciones presidenciales del 28 de octubre, Kirchner tiene el desafío ahora de analizar estas derrotas y percibir si son tan sólo resultados regionales o si demuestran un incipiente agotamiento de su forma de gestionar el poder en Argentina.

A mediados de julio se sabrá quién defenderá su Presidencia en esa elección, si él mismo o, como apuntan los rumores, su esposa, la senadora Cristina Fernández «de Kirchner».