«Nos empujan a esa lucha; no hay más remedio que prepararla y decidirse a emprenderla» Ché Guevara La clase media tradicional soportó con mucha paciencia las sucesivas victorias de Evo y nunca se le planteo una lucha política y cultural para ganarla o arrinconarla, todo lo contrario convivió en la administración pública para seguir creciendo […]
«Nos empujan a esa lucha; no hay más remedio que prepararla y decidirse a emprenderla»
Ché Guevara
La clase media tradicional soportó con mucha paciencia las sucesivas victorias de Evo y nunca se le planteo una lucha política y cultural para ganarla o arrinconarla, todo lo contrario convivió en la administración pública para seguir creciendo económicamente. La oligarquía empresarial se enriqueció durante 13 años sin dejar de calcular el momento para derrocar a Evo, ya que perdió su oportunidad el 2008, y jamás se le planteó una lucha de clases de disputa del excedente económico. Los altos mandos militares nunca habían vivido un período de mayor enriquecimiento, haciéndole el juego a Evo gritando «patria o muerte», pero siendo conscientes los militares que su institución es el alma del Estado, reafirmando lo que dijo Zavaleta «que el ejército con militares patriotas o sin ellos, no regalarán una revolución al pueblo». Los medios de comunicación empresariales que venían acumulando estiércol y que lo expusieron impúdicamente en las jornadas de noviembre, nunca fueron interpelados por la batalla cultural que debía emprender una prensa revolucionaria junto a los movimientos sociales.
Plantear estas contradicciones en relación a nuestros adversarios políticos, implica reconocer que la destrucción de esas contradicciones jamás podía ser el resultado de un acto de puro poder vertical, que en verdad nunca lo hubo, y que por el contrario desde el gobierno del MAS se creía que con buenas palabras, con concesiones económicas y políticas se podía apaciguar a la extrema derecha empresarial, que con prebendas a los militares se los conquistaba políticamente, que cortando propaganda a los medios de comunicación se los ahogaba, que la clase media se iba a convencer de las «bondades» del modelo económico, en resumen que esas contradicciones desaparecerían, pero lo hacían aparentemente porque después se manifestaron de forma devastadora, violenta y racista.
En relación a las contradicciones del MAS IPSP, lo que llama la atención es su negativa terca a hacer una evaluación autocrítica y crítica, venda sus ojos para no ver la historia que nos enseñó el 71 con la Asamblea Popular cuando el Partido Comunista de Bolivia confiaba en el ejército siempre y cuando no haya provocaciones (todos los lunes había reunión con al Alto Mando militar y Evo creía que con palabras les iba convenciendo, cuando sabemos que el poder no emerge de una relación indulgente sino de la fuerza de los hechos) , en el 71 la FSTMB más pensaba en la cogestión en la COMIBOL (la COB pensando más en la ocupación de un Ministerio sin interesarse que la creciente crisis capitalista hacía necesario la crítica a la economía política porque había recuperado su lugar fundamental en la teoría y en la práctica, además que como lo demostró el 52 con el control obrero y la abundancia de ministerios obreros, no dio lugar al poder obrero, al contrario frustró ese poder obrero), en el 71 el POR de Lora creía que la Asamblea era ya un poder dual (el proceso de cambio creía que la CONALCAM y el Pacto por la Unidad eran instrumentos de poder suficientes, aunque sean despolitizados, para derrotar cualquier intentona golpista).
Pensar ingenuamente durante 13 años que habíamos conquistado el poder y confundirlo con el ejercicio del gobierno, es una actitud infantil porque la realidad nos demostró que con el solo ejercicio del gobierno nunca intentamos destruir el aparato estatal viejo colonial, neoliberal y racista. Creímos que con la firma masiva de militantes sin politizarlos, antes de cada jornada electoral, nos garantizaba una conciencia social colectiva para derrotar a los sectores dominantes que nunca dejaron de ser en su espíritu contrarrevolucionarias por su necesidad histórica de conservación. Apostamos a un sobredesarrollo de la corriente sindicalista (Pacto de la unidad, CONALCAM, etc.), que es justo reconocer es el sello de la historia del movimiento social boliviano, pero que nunca se pudo definir qué ideología era la hegemónica, cuál era el rol político de cada movimiento social, clase social, nación indígena, aspecto que nos impidió llegar a un grado político superior. Idolatrar el crecimiento económico como la panacea de la transformación cultural, cuando lo único que logramos es la multiplicación de la propiedad de la clase media y de su ideología conservadora y reaccionaria, además de fortalecer la potencia económica de la derecha reaccionaria. Apostar a la lealtad y firmeza política de movimientos juveniles de clase media (Columna sur, Generación Evo, Brigada octubre, Brigada Tania, etc.) a cambio de puestos de trabajo, sin exigirles experiencias de lucha y resistencia, demostró en la hora de definiciones que era una puesta en escena. No fortalecer la autonomía de los movimientos indígenas y de los movimientos populares provocó la usurpación de sus proyectos históricos por oportunistas, amarillos, reaccionarios.
La experiencia de esta derrota contiene una enorme potencia de conocimiento y aprendizaje políticos, hoy la derecha tiene una victoria política: posee el gobierno; tiene el apoyo de los militares y policías (que no es menos); una masa crítica que defiende a capa y espada a los golpistas y defenestra las conquistas sociales y económicas; un buen porcentaje de clase media que sin coherencia ni conciencia de clase ni identidad política, como lo demostró la historia, eligió el camino del conservadurismo y la reacción; los medios de comunicación social que no solo desinforman, sino que defienden sin rubor la represión, la satanización, la violación de los derechos políticos que se comete contra el pueblo; cuenta con los recursos económicos e institucionales para legitimar sus acciones y desmanes; se asiste a una desnacionalización del poder político en todos sus detalles, en fin la derecha, quiérase o no, en este momento tiene una victoria política y sobre este hecho el MAS IPSP debe reaccionar.
La caída del MAS es el resultado de un plan metódico en el espacio (redes sociales, prensa, motoqueros y demás paramilitares, quema de instituciones, secuestro y tortura de dirigentes sociales, etc.) y de un plan largo en el tiempo (reunión de Ivanka Trump para financiar el golpe, la conspiración de los militares y policías, el juego político que planteó la OEA, etc.), por tanto la política para la derecha no se resolvió en la contradicción reelección o alternatividad, sino en la contradicción revolución o contrarrevolución; y para el MAS también debe ser esa la contradicción a resolver, a definir, porque con la elección de un candidato o la garantía de sostener el modelo económico, no se disputa el poder. Lo que está en cuestionamiento y en disputa con la derecha es el problema del poder como totalidad y para disputar este problema, que implica un acto de sobrevivencia política existencial, no podemos repetir el ayer como una fórmula para salvarse, como fue el error del MAS de predisponer a los movimientos sociales en contra de la defensa movilizada activa del proceso de cambio, además de carecer de un estructura orgánica para cumplir esa tarea.
Ahora que la derecha tiene la iniciativa política: fija los tiempos electorales, decide qué elecciones se llevará cabo, afirma qué empresa estatales están en quiebra o no, manda a detener tal o cual persona, sentencia qué es o no libertad de expresión, etc. Será harto difícil recuperar la iniciativa porque es la derecha la que impone los hechos y nosotros quizás podamos perdernos o naufragar frente a esos hechos; entonces el problema está en cómo recuperar la iniciativa y conservarla, sabiendo que la «contrarrevolución demostró que el único poder del que se puede disponer es el que uno conquista con las propias manos» (Zavaleta M.)
En política se sabe cuándo es una victoria y cuándo no lo es, y una victoria en este momento vital se lo consigue no repitiendo dedazos, formas y contenidos ya gastados y fracasados, candidatos sin autoridad moral, proverbios (ganaremos con el 50 ó 60%) que no convocan no persuaden, programas producto de decisiones cenaculares, etc. La victoria política sobre la derecha reaccionaria, conservadora y retrógrada se la consigue cuando se proponga algo que realmente cambie la vida de la gente o le proporcione un sentido político: educación y salud de calidad, no al servicio militar obligatorio, estado de emergencia ante los feminicidios, participación política real de mujeres y jóvenes, proyecto de vida para la juventud, candidatos que han luchado en las jornadas de noviembre, nivelación de los salarios, defensa intransigente de los presos políticos, denuncia en todos los foros internacionales para el esclarecimiento y sanción de los autores de la masacra en Senkata y Sacaba, etc., todas estas acciones implican un carácter afirmativo de la política, que propone algo realmente nuevo que nosotros llamamos el acontecimiento.
Ha llegado la hora de los hornos y se queremos ver la luz, ya no se puede ceder en esto o en aquello, y para servir a nuestros pueblos y honrar a nuestros muertos la única manera de ser consecuentes y coherentes es transformar las cosas, los hechos, la realidad, no hay otro camino que caminar de ahora en adelante pertrechados de una dignidad revolucionaria que será el ejemplo que heredemos a las próximas generaciones.
Jhonny Peralta Espinoza. Exmilitante Fuerzas Armadas de Liberación Zárate Willka
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