¿Qué pasó con la libertad en Oaxaca del luchador social David Venegas? 1. En la ciudad de México, como ha sucedido decenas de veces en los últimos 30 años en la República cuando ha llegado un presidente o un alto funcionario de los EEUU, los miles de soldados de Estado Mayor Presidencial y otros […]
¿Qué pasó con la libertad en Oaxaca del luchador social David Venegas?
1. En la ciudad de México, como ha sucedido decenas de veces en los últimos 30 años en la República cuando ha llegado un presidente o un alto funcionario de los EEUU, los miles de soldados de Estado Mayor Presidencial y otros miles de policías de seguridad, dirigidos todos por guardias presidenciales de EEUU ponen de cabeza las ciudades, los barrios y la calles donde llegará el visitante yanqui. ¿Imaginan lo que sucedería si en México secuestraran o asesinaran a un presidente o un jefe del Departamento de Estado de los EEUU? Por ello esos personajes andan en aviones, helicópteros, automóviles blindados y seguramente bajo sus trajes llevan chalecos y pantalones antibalas. En los años 50 y 60, como eran pocos los izquierdistas conocidos -según se dice- lo hacían más fácil: detenían a los 10 o 15 más conocidos y los liberaban cuando termine la visita.
2. La seguridad en la jira de Barack Obama en México está totalmente controlada por fuerzas especiales. Ningún punto del aeropuerto, del Palacio Nacional, de las calles donde pasará, en Los Pinos y en el Museo de Antropología que visitará, dejará de revisarse hasta sus últimos rincones y contará con guardias y tiradores estratégicamente ubicados. Sin embargo esa visita se presenta en la propagada ampliamente difundida por los medios de información, como si fuera la gran oportunidad para que EEUU ayude a solucionar problemas económicos, de privatización de Pemex y de seguridad nacional que México necesita. Pero la visita de Obama sólo es parte de la diplomacia porque su embajador en México -como todos los embajadores- ha sido los oídos y los ojos de su gobierno y es siempre el que tiene todo en sus manos.
3. En la izquierda desde hace muchas décadas hemos tratado de convencer al pueblo mexicano del papel de saqueo y explotación que ha tenido los EEUU en el Mundo. Que tanto en México como en toda América Latina los distintos gobiernos yanquis han intervenido -con el apoyo empresarial de cada país- para imponer una política, una producción y un comercio que los beneficie. Hemos tratado de demostrarle a la gente la cantidad de intervenciones armadas, de apoyos a golpes de Estado militar, de guerras que han realizado en el mundo, sin embargo nuestras palabras y demostraciones no han sido suficientes. El gran poder económico y político de los medios masivos de información (cine televisión, radio, prensa), la iglesia y la escuela nos han ganado ampliamente en la competencia o disputa de la audiencia.
4. Al 50 por ciento de los mexicanos les importa un bledo que el presidente de los EEUU, Obama, viaje o no a México: más aún ni enterado está. Del otro 50 por ciento de los 115 mil habitantes, la mayoría está ideologizada a favor del «modo de vida yanqui» y sólo un 30 por ciento -unos 20 millones- conoce la historia de los EEUU como invasor de México y por haberse apropiado de más de la mitad de nuestro territorio a mediados del siglo XIX. Es duro reconocerlo, pero la mayoría del pueblo de México ha sido ideologizado o politizado por los medios de información, en particular por la televisión, así como por la iglesia, en el respeto a los EEUU. ¿Y la escuela? Desafortunadamente la mayoría de los maestros también han sido víctimas de la misma ideología.
5. ¿Qué parte del pueblo mexicano no ha querido al gobierno de los EEUU? Solamente los izquierdistas, muchos progresistas, viejos estudiosos, un amplio sector de los estudiantes y profesores de ciencias sociales y quienes en la frontera han sufrido agresiones directas de los EEUU. Nada de que la mayoría del pueblo mexicano es antiyanqui por naturaleza, que al ser vecino se ha sentido humillado o porque a través de la historia hemos sufrido la explotación y el saqueo de sus empresas. Si a los yanquis no se les quiere en general es por ser extranjeros y por ser los mexicanos muy nacionalistas; sin embargo, ¿podremos hacer a un lado la intensa propaganda pro yanqui de la TV, la radio, la prensa impresa, el cine, la música, los artistas? La realidad es que estamos impregnados hasta los huesos.
6. La realidad es que después de más de 50 años de luchas antimperialista, de estar en la calle denunciando el carácter saqueador, intervencionista, guerrerista de los EEUU, de observar que en México el PRI, el PAN, los grandes empresarios, los medios de información, la iglesia y la escuela, los migrantes y sus familiares, difunden el mismo pensamiento -como si fuera el único- pienso que debo reconocer que México sólo es un patio trasero de los EEUU formado con la ideología proyanqui. Según informaciones en los EEUU viven unos 15 millones de mexicanos y, aunque muchos millones de ellos se quejan y quisieran regresar a habitar a «su patria», la realidad es que no lo hacen porque en México no les garantizan ningún trabajo o ingreso decente. Mientras eso sucede los que pueden siguen migrando a EEUU.
7. Si bien sólo el gobierno, los empresarios y la derecha le darán la bienvenida a Obama y, al mismo tiempo hay una izquierda que está contra esa jira, a más de la mitad de los mexicanos nada le importa porque sólo está preocupado en conseguir un ingreso para su diaria alimentación. Obama no es mejor ni peor que los otros presidentes yanquis porque es igual de sometido a los grandes intereses trasnacionales de los grandes magnates que controlan el Banco del Tesoro Norteamericano con inversiones de los Morgan, Melon, Rockefeller, etcétera. ¿O será que este viaje sirva a Obama para convencer e impulsar al presidente Enrique Peña Nieto en política internacional con el fin de que siga cumpliendo el papel que Salinas, Zedillo, Fox y Calderón han jugado como fichas del imperio? Peña Nieto, como priísta, puede prestarle mejor servicio que Calderón.
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