Los ideólogos y los voceros de la derecha mexicana quieren pintar de fracaso al gobierno de López Obrador. Es la nueva bandera de lucha del conservadurismo autóctono.
Pero un simple vistazo a las cifras económicas y a la realidad social y política del país permite comprobar que la visión derechista no tiene fundamento.
Existen suficientes evidencias que contradicen el discurso de los adversarios de la Cuarta Transformación. Pero ese discurso masivo no consigue penetrar en la conciencia popular, en el cerebro de los millones de ciudadanos que ven en el obradorismo el mejor, y más bien único camino de mejoría económica y social.
Y aquí está la clave del asunto que es la percepción social. La gente, el pueblo, las masas no les creen a esos ideólogos y voceros de la derecha. Y como lo muestran encuesta tras encuesta y elección tras elección, el sentir mayoritario es muy favorable al obradorismo.
Pero además, es muy notorio que la derecha no tiene plan ni programa ni oferta política atractiva para el pueblo ni figuras de prestigio. Por este último motivo es explicable que los conservadores hayan decidido fabricar mediáticamente una figura pública potable, como es esa saltimbanqui política llamada Xóchitl Gálvez.
Pero que Gálvez sea una candidata hechiza, falsa no significa que no vaya a cosechar votos en las elecciones generales de 2024. Ella y cualquier otro candidato del bloque conservador tiene asegurados muchos millones de sufragios.
Esos millones de votantes constituyen el techo histórico de la votación para azules y tricolores, es decir, de la derecha partidista (entre ambos partidos 16 millones de votos en los comicios de 2018). Para que la derecha repita tales cifras tendría que ir unida. Y eso tampoco se ve fácil.
Por su parte, el obradorismo tiene un techo de más de 30 millones de sufragios. De modo que se puede vaticinar un nuevo triunfo de Morena y el obradorismo en los comicios de 2024. En realidad la verdadera disputa política por la Presidencia y el Congreso se está dando ya en Morena entre Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López Hernández.
La gente sabe o intuye que con cualquiera de esta terna está garantizada la victoria del anti neoliberalismo. Esta es la disyuntiva popular: Claudia, Marcelo o Adán.
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