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El filósofo francés Michel Onfray pretendería bajar del pedestal a Sigmund Freud

Odio hacia el psicoanálisis

Fuentes: Neue Zürcher Zeitung

Traducido para Rebelión por Mikel Arizaleta.

Nota preliminar del traductor: La catedrática alemana ya jubilada, doctora Ingrid Galster, dominadora del francés -no en vano escribió su tesis doctoral sobre La recepción del teatro de Sartre en el contexto político-cultural de la ocupación alemana de París (premio Estrasburgo en 1986) y entre otros libros autora también del excelente trabajo «Lope de Aguirre o La posteridad arbitraria»- escribió ya en el 2010 un artículo sobre el filósofo francés Michel Onfray, a raíz de la interpretación que hace de Sigmund Freud en su libro «Freud: el crepúsculo de un ídolo, la fábula freudiana».

Éste es el interesante artículo de la catedrática Ingrid Galster, publicado el 3 de julio de 2010 en el diario suizo «Neue Zürcher Zeitung» sobre el libro de Michel Onfray antes citado y que merece la pena que el lector castellano no lo desconozca.

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Michel Onfray piensa y habla muy aceleradamente, algo que se puede observar a menudo en la televisión francesa, que sin duda es un cotizado participante en debates. El filósofo de 51 años tras 20 años de enseñanza en un Instituto técnico dejó su vida de profesor para fundar una Universidad popular en Caen el 2002, fecha desde la que viene publicando entre cuatro y diez libros (sin contar las nuevas ediciones) por año, en los que expone a contrapelo toda la historia del pensamiento occidental. Su última víctima en el 2010 Sigmund Freud, fecha en la que publicó el libro «Le crépuscule d´une idole».

Las «tesis»

Onfray comparte con Nietzsche la convicción de que toda verdad, que pretende ser universal, tiene siempre un origen autobiográfico. Y en su «psico-biografía» de Freud intenta demostrar que esto mismo ocurre en el psicoanálisis, afirmando que las obsesiones de Freud habrían sido el fundamento de sus teorías.

¿El complejo de Edipo, la más famosa de las teorías freudianas? Se intuye su respuesta: Freud deseaba a su madre y odiaba a su padre. Soñaba en tener relaciones sexuales con una de sus hijas. «Torturó» durante años a su hija Ana, quien tuvo que contarle en el diván cómo se masturbaba, imaginándose ser golpeada por su padre. Con su cuñada, cuyo dormitorio se comunicaba con el del matrimonio Freud, mantuvo relaciones adúlteras durante cuarenta años. Su ama de llaves tuvo que coser sin cesar los agujeros de los bolsillos de sus pantalones, fruto de su masturbación obsesiva etc.

¿Los métodos de Freud? Antes de que sus pacientes se tumbaran en el diván -procedimiento económicamente rentable, eliminador de trabajo y no originario de él- lo intentó con cocaína, electroterapia, hipnosis y con la imposición de manos. Según Onfray, el supuesto desmistificador en realidad se entregó al pensamiento mágico.

¿La curación de los pacientes? Nunca hubo tal, puesto que Freud, a juicio de Onfray, falsificó conscientemente los resultados de sus terapias, ocultando también la muerte de más de uno de sus terapeutizados.

¿La actitud política de Freud? Apoyó el fascismo, con quien tendría afinidades su teoría de los instintos de muerte y por lo demás, aunque judío, fue antisemita. El que nuestra imagen no concuerde con su exposición se debe a que el «padre del psicoanálisis» mintió, destruyó documentos y se fabricó su propia leyenda. Sus discípulos hicieron lo necesario para que la verdad tampoco brillara tras su muerte.

Ésta y otras «tesis», que aparecen muy resumidamente en el preámbulo y la cubierta para facilitar la lectura, no resultan en su mayoría muy novedosas. Todavía en el 2005 se podían ojear, en las librerías parisinas, en un libro negro con aportaciones sobre todo del mundo angloamericano, provocando extrañeza y conmoción, dado que el psicoanálisis en la década de los sesenta y setenta -ya antes del «fin de las ideologías»- se había convertido para muchos en un sistema explicativo, al que aún se le atribuía últimas fundamentaciones.

Sin embargo Onfray lleva la crítica al extremo, como por ejemplo cuando afirma que Freud, por desconocer una separación categorial entre normalidad y patología y admitir tan sólo una gradual, habría colocado a la víctima y al verdugo -sus hermanas asesinadas en el campo de concentración y el comandante del campo de concentración Rudolf Höss- en el mismo plano.

Pero tampoco el estilo es el mismo que el del «Livre noir de la psychanalyse». Es muy evidente que se trata de textos, que Onfray ha expuesto antes en su Universidad popular, ya que la retórica tiene un fuerte carácter oral (y por eso lamentablemente muchas redundancias). Las intervenciones de Onfray son auténticas cascadas verbales, precipitados orales sobre sus oyentes, buscando el orador con numerosos pasajes plagados de puntos suspensivos la complicidad de su público. Onfray se reafirma como un monologuista, interesado en atraer la atención del oyente con ocurrencias divertidas despojadas de su contexto, se podría decir que cual demagogo presenta y ofrece a la consideración del público a un Freud previamente ridiculizado y caricaturizado.

Y la provocación, cuando está apoyada con fuerza por los medios como en este caso, tiene su efecto. Ha sido sobre todo Elisabeth Roudinesco, quien como historiadora del psicoanálisis y cronista desde hace numerosos años de «Le Monde» ocupa casi una posición de monopolio y ha sido varias veces mencionada por Onfray, la que ha asestado una réplica contundente a Michel Onfray. En una crítica extensa, aparecida primero en la red y ya un mes después de la panfletada de Onfray en Le Seuil en forma de libro, Roudinesco demostró y echó en cara al filósofo -que en tan sólo cinco meses de estudio se sintió ya especialista en Freud- desconocimiento y un numeroso cúmulo de errores. Y la risa y la mofa cambió de lado cuando ella calculó que por los datos aducidos por Onfray la cuñada de Freud habría quedado embarazada y abortado nada menos que a la edad de 58 años… También acusó a Onfray de haber trabajado con la peor traducción disponible de Freud. El compañero de la psicoanalista, que desde el inicio de 2010 dirige la editorial Le Seuil, es quien edita precisamente la nueva traducción de las principales obras de Freud.

¿Resentimiento?

El contrapanfleto de Roudinesco se presentó a finales de mayo del 2010 en presencia de algunos compañeros de armas, que aportaron textos breves, ante setecientas personas en la Universidad de Caen. Onfray, que aunque invitado no acudió, dejó escrito en su blog que a petición de Roudinesco se le denegaron las subvenciones para su Universidad popular, afirmación que inmediatamente después debió desmentir.

«¿Por qué tanto odio hacia el psicoanálisis?, se pregunta Roudinesco. Onfray parece dar en una entrevista inconscientemente su respuesta. El filósofo, a quien le gusta recalcar y dejar constancia de su origen humilde -es hijo de un agricultor y de una mujer de la limpieza-, se muestra en la provincia normanda en contra de lo que él considera la hegemonía del pensamiento elitista parisino.

Quizá la llave de su éxito y la venta de sus numerosísimos libros radique y se deba a que muchos comparten ese resentimiento suyo, haciéndose eco del mismo. En tan sólo dos meses la editorial Grasset dice haber vendido nada menos que 150.000 ejemplares.