Cuando uno mira la trayectoria de las distintas cumbres de Naciones Unidas sobre casi cualquier cosa, se encuentra que están justificando su existencia, sus puestos, sus sueldos escandalosos y ese tipo de cosas. Pero si hace el listado de temas que han solucionado las reuniones de la ONU se va a encontrar con una lista muy pequeña.
M.H.: Se ha abierto un debate, al menos lo han hecho desde algunos sitios de internet, algunas personalidades, una crítica abierta a quienes podríamos denominar “cuidadores del ambiente”; ellos consideran que estas posturas traban la posibilidad de un desarrollo nacional. Se refieren fundamentalmente a las explotaciones mineras, al agronegocio, al trigo transgénico, Vaca Muerta, etc.
A.B.: Primero que el argumento que considera que una posición de cuidado del ambiente puede trabar el desarrollo tiene aproximadamente medio siglo, surgió como un planteo de las grandes empresas que sentían que no había que limitar todas sus potencialidades económicas y que la contaminación, el daño a la salud o la contaminación del ambiente eran el precio del progreso.
Lo que sorprende es que en medio siglo no hayan encontrado argumentos más novedosos. Cuando uno dice “estamos protegiendo el ambiente” estamos diciendo también que hay una lógica económica en proteger el ambiente. Una central atómica da beneficios económicos durante una o dos generaciones, pero genera problemas durante cientos de miles de años, entonces cuando uno compara una y otra cosa, entiende que económicamente la energía atómica no conviene.
Cuando alguien utiliza plaguicidas que dañan la salud, cómo evaluamos el daño a la salud, no solamente el negocio que hagan las empresas exportadoras de cereales o soja, si uno saca de la cuenta el daño a la salud, por supuesto que es mejor producir envenenando todo, pero lo racional, inclusive lo económicamente racional, es tener en cuenta todos los aspectos y no solamente el dinero que estas empresas vayan a ganar. Además, si uno dice que el país necesita dólares, debería revisar el modelo neoliberal que se implantó durante la dictadura y se recursó en la época de Menem, el modelo neoliberal donde da lo mismo comprar algo fabricado en el país que algo importado.
Sería bueno que para ahorrar dólares el Estado estableciera un sistema de compre nacional, donde el Estado solo comprara productos nacionales y si no los hubiera estimulara a la producción en el país. Y, al mismo tiempo, que todos los sistemas de crédito al consumo existieran solamente sobre productos nacionales. De esa forma uno no rompe los convenios internacionales que obligan a importar, pero no facilita que la gente gaste en productos que hay que pagar en dólares.
Hay cientos de medidas de política económica que se pueden tomar para ahorrar divisas. No solamente este simulacro de que la gente puede comprar solamente 200 dólares por mes y en realidad compra cualquier otra cantidad en una cueva que todo el mundo sabe dónde está y nadie la cierra. De modo que hay una serie de argumentos oscuros y equívocos que hacen que se defienda el derecho de las empresas a dañar a la gente.
En Argentina aprueban las mejores leyes ecológicas con la decisión previa de no cumplirlas
M.H.: Siempre que voy a entrevistarlo, hago algunas lecturas, me informo, porque no es mi fuerte la ecología, pero observo que tenemos una legislación de avanzada, la primera Declaración de emergencia climática y ecológica, fue el primer país en América Latina en adoptarla, la Ley de educación ambiental a la cual alguna vez hicimos referencia, la Ley de presupuestos mínimos de adaptación y mitigación del cambio climático. Pero, por otro lado, Argentina está entre los diez países que más desforestó; la región del Chaco es la segunda en el mundo más desforestada. Es el primer país que aprobó la utilización de trigo transgénico, el principal consumidor de agrotóxicos del mundo por habitante. Y todo este tema que vivimos el año pasado, los incendios que aumentaron un 13% en todo el mundo pero el segundo país más afectado fue la Argentina, particularmente las zonas del Delta y Córdoba. En Córdoba, hace un mes, se acaba de apagar un incendio que estuvo varios días desarrollándose en las Sierras Chicas. ¿Cómo se entiende esta contradicción entre estos datos duros y la legislación?
A.B.: Digamos que aprobar una ley permite que el sector político sea aplaudido, se saquen la foto y se abracen, y lo exhiban mundialmente. Pero hay una cosa que dice Martín Fierro, “la ley es como el cuchillo, no ofende al que lo maneja” y realmente, yo creo que apoyan leyes de avanzada porque están de acuerdo en no cumplirlas.
Y en esto no veo ninguna grieta. Veo grieta en otros factores muy importantes, pero en el cuidado del ambiente no veo ninguna. Aprueban las mejores leyes con la decisión previa de que no es para cumplir sino para mostrar.
M.H.: ¿Qué expectativa podemos tener acerca de la Cumbre de alimentación que convocó la ONU para septiembre?
A.B.: Cuando uno mira la trayectoria de las distintas cumbres de Naciones Unidas sobre casi cualquier cosa, se encuentra que están justificando su existencia, sus puestos, sus sueldos escandalosos y ese tipo de cosas. Pero si hace el listado de temas que han solucionado las reuniones de la ONU se va a encontrar con una lista muy pequeña.
M.H.: El jueves y viernes pasado se desarrolló la audiencia pública convocada por la coordinadora Basta de falsas soluciones en torno a la instalación de mega granjas porcinas. ¿Qué opinión tiene usted respecto de este tema?
A.B.: La experiencia de mega granjas porcinas en EE UU ha sido muy estudiada y han funcionado como una pesadilla sanitaria. El manejo de las excretas de decenas de miles de animales ha sido absolutamente inmanejable y las poblaciones vecinas siempre se quejaron de que llovía materia fecal sobre ellas. De modo que uno dice qué tal si trabajamos con un sistema de granjas de dimensiones manejables. Porque además tenemos productores de cerdos eficientes, que saben su trabajo. No necesitamos cambiar de escala, o cambiar un poquito de escala pero no hacer mega granjas de inversores a quienes no los dejan colocar su negocio en otro lado por razones de higiene y las traen para acá.