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A 50 años de su fundación

Orígenes de la Asamblea Popular

Fuentes: Rebelión

El 19 de junio de 1971, Bolivia fue noticia mundial. La agencia informativa Reuters denunció que en el corazón de América del Sur se había instalado “un Sóviet (un órgano de poder comunista) orientado por Rusia”. Frente a ello, los aparatos de inteligencia de Estados Unidos, Brasil y Argentina se pusieron en alerta. Sus estrategas militares definieron ejecutar un golpe de Estado, que llevó a la presidencia al coronel Hugo Banzer, el 21 de agosto de 1971.

Cuando la Guerra Fría (1945-1990) estaba en su cenit, la Central Obrera Boliviana (COB) puso en marcha su propio “órgano de poder”: la Asamblea Popular, que se fundó el 1 de mayo y deliberó entre el 22 de junio y el 2 de julio de 1971.

El también denominado “Parlamento obrero” desarrolló sus 10 sesionen en la sede del Congreso Nacional. Discutió el “control obrero” de las minas; la creación de “milicias armadas” y “tribunales populares”; la “cooperativización” de empresas y periódicos pro-imperialistas; la “expulsión de la CIA y el FBI”, y la instauración de un “sistema único” universitario y la “cancelación de su autonomía”.

Su constitución fue el resultado de 35 años de épicas luchas del movimiento obrero y popular boliviano.

GÉNESIS.                                                    

Su origen se remonta a la posguerra del Chaco.

Después del triunfo de la rebelión popular, el 17 de mayo de 1936, y la creación del Ministerio de Trabajo, el ministro obrero Waldo Álvarez fundó la Asamblea Nacional Permanente de Organizaciones Sindicales (ANPOS), el 4 de julio.

Según el Boletín del Ministerio de Trabajo publicado en 1937, la ANPOS se instaló en la sede del organismo más alto de la democracia liberal. “Los sindicatos obreros eran dueños del viejo Senado Nacional; en sí, esta actitud tenía una gran significación, y si los dirigentes se hubieran dado cuenta de la posición que ocupaban, seguramente hubiesen asestado el golpe más certero a la democracia burguesa demo-liberal y la política tradicional”.

MENTORES.

La ANPOS, germen de la Asamblea Popular de 1971, fue una institución donde se reunían todos los organismos sindicales del país. Ante esa entidad, el Ministro de Trabajo efectuaba sus informes semanales a los trabajadores; a su vez, éstos hacían sus peticiones o criticaban al gobierno. Además, se dictaban conferencias nacionales e internacionales. “Este ente laboral tuvo resonante éxito, porque ya no asistían solamente los obreros, sino personas particulares. El Senado tenía un lleno masivo y muchas voces felicitaban la creación de ese organismo del pueblo”, recordó Waldo Álvarez, en Memorias del primer ministro obrero.

Herbert Klein, en Orígenes de la Revolución Nacional, precisó que la Asamblea era una clase de “comité global” que, con todas las organizaciones de la anarquista Federación Obrera Local (FOL) y la marxista Federación Obrera del Trabajo (FOT), se encargó de “supervisar el desarrollo de las medidas gubernamentales referentes al movimiento laboral”.

De acuerdo a la prensa de la época, sus impulsores, aparte de Álvarez, fueron el “asesor técnico”, Ricardo Anaya, el “asesor jurídico”, José Antonio Arze y el “subsecretario del Ministerio de Trabajo”, José Aguirre Gainsborg, quienes, cuatro meses después, fueron destituidos y perseguidos “acusados de comunistas”.

COMUNA.

Tras destacar que los izquierdistas “invadieron” el Ministerio de Trabajo y se declaraban “complacidos” de tomar semanalmente asiento en la Cámara Alta, Guillermo Lora, en Historia del Movimiento Obrero, corroboró que la ANPOS fue una de las más importantes creaciones de los hombres que rodearon a Álvarez: “Su finalidad era la de coordinar y orientar la labor del ministro obrero, pero en los hechos tendía a constituirse en el comando supremo de los sindicatos y hasta de las fuerzas de izquierda. Algunos marxistas estaban seguros de poder convertir al Ministerio en su propia ciudadela, desde donde podrían moldear a las masas y decidir la suerte de la política gubernamental”.

Pero, “como en la Comuna de París”, los dirigentes obreros no aprovecharon la oportunidad para transformarlo en un “Consejo de Sindicatos, como era la ANPOS en el Senado”. La FOL y la FOT, luego de “discusiones bizantinas”, abandonaron ese organismo obrero, señaló el Boletín del Ministerio de Trabajo.

Con sus luces y sombras, esta experiencia, censurada por la historia oficial, fue vital para la estructuración del sindicalismo revolucionario de la década del ’40, que concluyó un ciclo con la revolución del 9 abril de 1952.

REVOLUCIÓN.

El dirigente minero Víctor López, en El pensamiento político de los trabajadores mineros de Bolivia, subrayó que la creación de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), el 11 de junio de 1944, bajo el gobierno de Gualberto Villarroel, contribuyó en la “articulación revolucionaria” de las organizaciones sindicales. Ese suceso, en el I Congreso Extraordinario de la FSTMB, el 8 de noviembre de 1946, permitió la aprobación de la Tesis de Pulacayo, que planteó organizar una revolución socialista.

En ese marco, después de sufrir varias masacres en el sexenio (1946-1952), el movimiento obrero y popular, en abril de 1952, asaltó el poder de manera armada. En los primeros meses de la revolución, según El poder Dual escrito por René Zavaleta, la naciente COB, “a falta de un partido revolucionario”, funcionó como “órgano de poder obrero”.

Así, con las armas en la mano y ejerciendo un poder dual, obligó al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) a dictar la nacionalización de las minas (1952), la reforma agraria (1953) y otras medidas progresistas.

ASAMBLEA.

Sin embargo, el MNR no tardó en traicionar los postulados de la insurrección de abril. En 1953, junto con el Pentágono de Estados Unidos, reorganizó el Ejército. En 1957, por mandato del Fondo Monetario Internacional (FMI) impuso el decreto liberal de estabilización monetaria (“Plan Eder”) y aplicó el “Código Davenport”, mediante el cual liberalizó la explotación del petróleo, recapituló Thomas Field, en Minas, balas y gringos.

Frente a la “debacle” del nacionalismo y el liberalismo, los trabajadores, en junio de 1971, pusieron en funcionamiento la Asamblea Popular que, según Zavaleta, “fue un acto de las masas por sí y ante sí»: un organismo por el que “los obreros de Bolivia saben cuál será la forma probable de su futuro poder”.

Miguel Pinto Parabá es periodista