Teresa Aranguren va estirando suavemente sus propios encuentros con la historia palestina, desde su primer viaje a Jordania y Líbano (antes de Sabra y Chatila) hasta sus atormentados check point en los controles israelíes de los territorios ocupados y permanentemente devastados. La lectura de este libro nos deja vigorosamente un mosaico de vivencias e hitos […]
Teresa Aranguren va estirando suavemente sus propios encuentros con la historia palestina, desde su primer viaje a Jordania y Líbano (antes de Sabra y Chatila) hasta sus atormentados check point en los controles israelíes de los territorios ocupados y permanentemente devastados. La lectura de este libro nos deja vigorosamente un mosaico de vivencias e hitos históricos que reconstruye nuestra propia memoria.
Todos tenemos ideas o fechas sobre el drama palestino. Imágenes de televisión o recuerdos de atropelladas lecturas de los periódicos que nos van dando pinceladas de un conflicto ‘eterno’. Acostumbrados a los finales felices de la cultura cinematográfica estadounidense, quisiéramos creer que con un poco de voluntad y sacrificio de ambas partes podría resolverse. Un error.
El libro de Teresa Aranguren ofrece una perspectiva del bosque y nos pone ante un espejo cronológico. Ante las prácticas consumadas de los laboristas y del Likud, frente a la política de los gobiernos occidentales y los silencios cómplices que nos debe poner en nuestro sitio, enjuiciados por nuestra propia conciencia.
El drama está planificado, organizado, por el sionismo y pretende la desaparición de un pueblo, el palestino. Un expolio que comienza por el lenguaje y su historia con el propósito último de exterminar a un pueblo, «cosificándolo» hasta lograr la indiferencia de los demás, hasta lograr que nuestras sociedades sean ajenas al destino de lo que les ocurra a ‘esos árabes, a esos palestinos’.
Occidente es responsable, incluida esa supuesta socialdemocracia progresista, porque el sionismo forma parte de su ser, aunque en ocasiones lo rechace y quiera desembarazarse de él, exportándolo a otros lugares. El logro del sionismo -que abarca todo el arco ideológico- ha sido la envidia de los nacionalismos étnicos.
Lo es en cuanto exista aceptación por parte de los medios de comunicación y la comprensión de los políticos estadounidenses y europeos, ahora parece que se extiende a egipcios y jordanos la idea de hablar de ‘seguridad’ y no de ‘ocupación’; de aceptar cínicamente la expresión ‘proceso de paz’, mientras se siguen implantando colonias, se realizan expropiaciones, se destruyen cosechas y se consolidan los «bantustanes» ignominiosos rodeados de un Muro con el fin de que se consolide un estado racista. El objetivo es que sólo quede en nuestras mentes la violencia clasificable, aparcada en el apartado de sucesos y no la determinación de un proyecto criminal de usurpación.
El libro de Teresa Aranguren logra ordenar -estirando del hilo de la memoria- la madeja y, gracias a esta claridad -su mayor contribución- facilita nuestra toma de acción evitando que las fuerzas de la política de hechos consumados sean la única realidad. Tener memoria, como la tiene el pueblo palestino, es un arma corrosiva frente a la indiferencia y la complicidad. Este libro contribuye a que la memoria colectiva sea contagiosa y corrosiva.
«Palestina El hilo de la memoria», Teresa Aranguren.
Editorial Caballo de Troya.