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PAN y PRI criminalizan la protesta mientras saquean el país

Fuentes: Rebelión

  1. Desde la campaña presidencial, el candidato panista Felipe Calderón, prometió aplicar todo el peso de la ley contra lo que el concibe ideológicamente como terrorismo y delincuencia. Así que nadie debe decir que es una traición o una sorpresa observar lo que su gobierno ha venido haciendo -desde que se hizo cargo ilegítimamente […]

 

1. Desde la campaña presidencial, el candidato panista Felipe Calderón, prometió aplicar todo el peso de la ley contra lo que el concibe ideológicamente como terrorismo y delincuencia. Así que nadie debe decir que es una traición o una sorpresa observar lo que su gobierno ha venido haciendo -desde que se hizo cargo ilegítimamente del poder-en materia de represión o de leyes. Aunque no se quiera aceptar que son conceptos ideológicos que responden a intereses de clase social, la realidad es que para los sectores de izquierda terrorismo y delincuencia es lo que practican gobierno y empresarios contra los explotados y oprimidos y para la derecha es la forma y los métodos de lucha que emplea el pueblo para protestar u oponerse a una política. La derecha considera natural la existencia de los explotados y los explotadores.

2. Por eso hemos despertado en México con la siguiente noticia: «El Senado de la República aprobó ayer reformar 12 leyes, con el propósito de sancionar el terrorismo y a quienes lo financian». En realidad esas leyes no están dirigidas contra los terroristas, sino contra las personas que por cualquier otro medio puedan tratar de obligar a alguien, a una autoridad, a resolver en determinado momento. Como advirtieron el PRD, PT y Convergencia, «se criminaliza la protesta social» y se posibilita que luchadores sociales sean acusados de terroristas. «Se impone sanción de seis a 40 años de prisión, y hasta mil 200 días de multa, por atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad para que tome una determinación». Por bloquear una carretera se impone cárcel y mediante la acusación de ataques a las vías de comunicación vas a prisión 20 años.

3. Con toda la facilidad del mundo el presidente usurpador Calderón se la ha estado dejando ir, poco a poco, al pueblo mexicano. Unos protestan, otros se enojan, muchos demuestran felicidad y los más ni cuenta se dan, pero Fecal sabe que está avanzando mientras la llamada oposición se entretiene en sus sectarias luchas de mínimos avances o incluso retrocesos. Mientras gobernadores y legisladores del FAP contemporizan con sus pares del PAN y del PRI, y los lópezobradoristas sólo piensan en las elecciones del 2012, Calderón consolida su poder con el ejército, el sector empresarial, el imperio norteamericano y con importantes sectores de la clase política nacional. Al parecer, por el lado de los partidos y la clase política integrada al aparato de poder Calderón empieza a ejercer un control. La muestra es que ha lanzado a la llamada «Reforma del Estado».

4. La aprobación de los senadores de leyes neofascistas que criminalizan la protesta demuestra hasta qué grado está siendo controlada la clase política por Calderón y el panismo. Es posible que en los próximos meses veamos instalado el gobierno de la partidocracia super privilegiada teniendo a Calderón a la cabeza y, al mismo tiempo a esos mismos partidos aplaudiendo y justificando la represión contra las luchas del pueblo, tal como muchas veces ha sucedido. Por eso la aprobación de esas 12 leyes no ha sido impugnada más allá de leves críticas. Al parecer la represión será contra los jóvenes, contra todas aquellas fuerzas que se niegan a ingresar a los partidos, a votar en las elecciones, a seguir a caudillos o aspirantes a dictador. Contra esos jóvenes y trabajadores que ocupan calles, fábricas y defienden sus tierras, van esas leyes.

5. El gobierno yanqui de Bush, desde hace seis años, ordenó a todos los gobiernos del mundo subordinados a él una gran campaña de «combate contra el terrorismo». Son terroristas para Bush aquellos gobiernos y luchadores sociales que no están a su servicio. Los gobiernos de Chávez, de Morales, de Correa y Ortega -aunque hayan sido electos abrumadora y limpiamente por sus pueblos- Bush los considera gobiernos antidemocráticos y dictatoriales porque no se someten a sus órdenes. Por el contrario, aunque Calderón sea un gobierno usurpador y muchos gobiernos de países centroamericanos hayan ascendido al poder en elecciones amañadas, por el hecho de hacer lo que Bush les ordena son calificados como países democráticos. Como puede verse también aquí funciona la ideología en su forma más evidente.

6. Al parecer, a pesar de que han pasado más de tres décadas de interesantes cambios políticos, se está empujando nuevamente a los luchadores sociales y los jóvenes rebeldes a actuar en la clandestinidad para defender con dignidad sus intereses. Esto me hace recordar aquellas luchas de los años sesenta y setenta cuando nuestras manifestaciones eran vigiladas y reprimidas en la ciudad de México y algunos estados de la República como Michoacán, Guerrero, Puebla o Sinaloa. Pero también aquellos nefastos años setenta cuando miles de jóvenes reprimidos violentamente en octubre 1968 y el «jueves corpus» de 1971, fueron empujados a la ilegalidad y a la formación de grupos de guerrilla rural y urbana. Al parecer el gobierno panista de Calderón y sus aliados están actuando como provocadores y parece que hay fuerza que los frene.

7. ¿De cuál democracia mexicana se puede hablar si desde que Calderón asumió el poder en diciembre pasado, nombrando a un secretario de Gobernación represor, su primer acto de gobierno fue tratar de destruir el movimiento oaxaqueño mediante el encarcelamiento y asesinato de sus líderes? Desde entonces no ha dejado de demostrar que su gobierno tiene una línea muy clara: gobernar con la fuerza del ejército y de las distintas policías, pero al mismo tiempo mantener el apoyo de la clase empresarial y política. No se vislumbra hasta este momento el crecimiento de una fuerte oposición política que ponga que pudiera enfrentar seriamente a su gobierno. El único peligro lo encuentra en las protestas callejeras, en las luchas diarias que están siendo un modelo y un ejemplo para otros sectores ciudadanos de trabajadores.

8. Si estas leyes «antiterroristas» profundizan la represión contra las protestas sociales, como parece evidente, no debe sorprendernos que en los próximos meses o años surjan nuevos movimientos guerrilleros mejor organizados y más fuertes. Esas leyes fascistas que criminalizan las luchas sociales quizá reduzcan las luchas pacíficas en las calles y las confrontaciones públicas contra los aparatos del poder, pero no podrán parar las batallas de los trabajadores, los campesinos y los estudiantes por la defensa de sus derechos. Sólo se verán obligados a cambiar sus estrategias y sus tácticas, a aprender a no confundir los objetivos. Quizá se alargue más la batalla contra el poder, pero no podrá desaparecer. ¿Acaso son los prolegómenos de las grandes luchas con las que festejaremos los doscientos años de nuestra independencia y los cien años de nuestra revolución?

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