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Pasados lejanos y recientes en una memoria militante

Fuentes: Rebelión

Eduardo Lucita, conocido militante de la izquierda de Argentina, periodista y escritor, vuelca en un libro de contenido autobiográfico experiencias que van de la esfera política a lo afectivo, en una estrecha mezcla entre lo íntimo y lo público.

Eduardo Lucita

El Tiempo que pasa

Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Sin sello editorial, 2023.

190 páginas.

El libro que nos ocupa está hecho de recuerdos diversos, retornados a la evocación y la escritura del autor durante los oscuros días de la pandemia, como aclara al comienzo de la escritura. Período que para Eduardo resultó en particular arduo, internación y terapia intensiva mediante, cuando se contagió tempranamente de Covid. Así lo cuenta con detenimiento en uno de los episodios.

Quien esto escribe conoce a Lucita desde la década de 1980. Y nos hemos cruzado con frecuencia desde entonces, en general en encuentros vinculados con algún aspecto de nuestras militancias. Desde el comienzo me dejó una impresión de calidad humana puesta al servicio del empeño por terminar con una sociedad de injusticia, sin acepción de altas y bajas, triunfos o derrotas.

En los relatos que componen el libro que nos ocupa su actividad política y social está muy presente, reflejada a través de distintas épocas. De todas formas la esfera pública no tiene el monopolio de lo narrado, ni mucho menos. Encuentran también buen espacio sus experiencias como joven entusiasta y en búsqueda de aventuras; luego el amor eterno por su barrio, Villa Crespo, y su sufrida trayectoria como hincha de Atlanta. También hay un par de viñetas que evocan algún vínculo amoroso en años ya lejanos…

Una mención especial merecen los relatos ambientados en su transcurso laboral en los ferrocarriles estatales. Allí se cruzan anécdotas personales y de grupo con las luchas del gremio y hasta con una visita a La Habana a la que llevó su conocimiento y experiencia en el rubro.

Algunos de los episodios de ámbito ferroviario aparecen teñidos, aún desde una perspectiva claramente crítica, por el auge y ocaso de esperanzas de desarrollo nacional autónomo. Eso en lucha con los impulsos a la restricción o anulación del desenvolvimiento de los “caminos de hierro”, aún en épocas muy anteriores a la arremetida privatizadora de la década de 1990.

Por supuesto, los avatares experimentados por nuestro país y su pueblo tienen su lugar. Desde sombríos momentos de la dictadura o del arrasamiento del país en la década de los 90 hasta experiencias luminosas alumbradas por situaciones de crisis. Tal su paso, entre logros y sinsabores, por la gestión de una empresa recuperada en los años posteriores a 2001.

Más atrás en el tiempo, varios relatos tienen asiento en las luchas y esperanzas revolucionarias de la década de 1960. No podía estar ausente el decisivo año de 1968, en el mundo, ni el momento culminante marcado por el Cordobazo. Son miradas que buscan con buen tino la valoración de esos momentos de auge sin incurrir en acercamientos románticos o idealizaciones excesivas.

Además se encuentran referencias a la escena latinoamericana y mundial, como un capítulo referido a la crisis de los misiles en Cuba. El ímpetu revolucionario conjugado con una amenaza de destrucción devastadora, la ira cubana frente al retroceso de Nikita Kruschev, un cuadro vívido en muy pocas páginas.

Del conjunto de lo incluido por Eduardo en este libro se desprende clara la imagen de un luchador tesonero, persistente. Como así también la de un hombre reflexivo y autocrítico. Que procura no incurrir en la nostalgia embellecedora. Y recurre seguido al pesimismo de la inteligencia mientras hace emerger aquí o a allá el optimismo de la voluntad.

Una persona caracterizada asimismo por profundos afectos que han surcado toda su vida y lo acompañan hasta hoy.

Todo lo trasmite con una pluma ágil y de vocación por la claridad y la sencillez.

Valga como ejemplo algo que escribe sobre el cierre: «…luego de mi ya largo recorrido reconozco que el pasado tiene su peso, pero es la esperanza la que da sentido a nuestra vida. Por eso Sigo aquí.»

Esa continuidad en las expectativas es para Lucita la de toda una vida de revolucionario, en la búsqueda de un mundo nuevo. La misma que la hermana con tantos varones y mujeres, de distintas procedencias y generaciones, que pueden verse de algún modo reflejados en este trabajo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.