Desgraciadamente Castilla-La Mancha ha sufrido la pérdida irreparable de seres humanos a costa de un fuego devastador; para las gentes de la zona sólo podemos esperar reparación. Trabajando con tesón, invirtiendo, los bienes, nuestro paisaje, antes o después podrán ser repuestos, pero las vidas,… Desde ahora hay que poner los medios, como se ha prometido, […]
Desgraciadamente Castilla-La Mancha ha sufrido la pérdida irreparable de seres humanos a costa de un fuego devastador; para las gentes de la zona sólo podemos esperar reparación. Trabajando con tesón, invirtiendo, los bienes, nuestro paisaje, antes o después podrán ser repuestos, pero las vidas,… Desde ahora hay que poner los medios, como se ha prometido, para que el inmediato pasado no hipoteque el futuro, para lo cual hace falta que el futuro, desde el más inmediato, no olvide el pasado. Así debía ocurrir siempre. Un libro que trata el caso del paisaje y la memoria es el que les propongo que lean. Pocas veces tiene uno la oportunidad de encontrar una obra de lectura que le gane el interés por motivos que, en principio, parece que van por separado y, unidos resulta que doblan su interés. Su título: «Paseos y escapadas irrepetibles. Las rutas del exilio». Siguiendo el rastro de las publicaciones que salen antes de que se cumpla el 70 aniversario del golpe fascista contra la Republica, para recuperar la memoria histórica nos hayamos hoy ante un libro de viajes por el Pirineo catalán. Recuerda a otro cuyo título nos pone directamente sobre el asunto: «Itinerarios de la guerra civil española», de Eladio Romero. El que acaba de salir, «Las rutas del exilio», con prólogo de Jorge M. Reverte e introducción de su autor, Marc Ripol, viene estructurado como un libro para excursionistas: Rutas, Itinerarios, Mapas, Puntos clave, Información practica. En todos los apartados se recogen datos esenciales para ponerse a caminar o discurrir con medios mecánicos. Los lugares y su recorrido son de lo más adecuado para éste verano. En el apartado «Información práctica» se nos indican las carreteras de acceso, restaurantes, hoteles y camping, con teléfonos y direcciones para enterarse antes de ir, reservar y no perderse. Un buen número de fotografías de paisajes y poblaciones con el carácter que imprime la montaña y el mar nos incitan a visitar la zona. El libro que nos llena con tanta belleza tiene otra vertiente, el drama de lo sucedido a los 500.000 españoles, ancianos y niños, mujeres y hombres que utilizaron aquellos pueblos y caminos hace casi 70 años para escapar de los asesinos.
El libro comienza con unas páginas dedicadas a la cronología de los acontecimientos, desde el «7de enero de 1936: Decreto de disolución de las primeras Cortes republicanas y convocatoria de elecciones generales» al 3 de noviembre de 1940: «muere Manuel Azaña, ex presidente de la Segunda República Española, en la localidad francesa de Montauban, víctima de un ataque cerebral.» Las páginas últimas, tituladas «A modo de lectura», están dedicadas a comentar la situación de los republicanos españoles como refugiados, la ayuda de la gente del pueblo francés que se solidarizaba con ellos, los campos de concentración que las autoridades francesas, en plena crisis primero y luego colaboracionistas del nazismo, dispusieron para los refugiados, las tareas que éstos pusieron en práctica para ayudarse, desde restaurar zonas donde cobijarse a impartir clases y conferencias, su importancia como organizadores de la resistencia, batallas contra el nazismo, y su peregrinar por el mundo tras su salida de España.
El libro presenta 9 rutas bien definidas y una más que transcurre por localidades francesas que no aparecen en las 9 primeras. En la última aparecen lugares importantes: Toulose, capital política para los exiliados, con hospitales que acogían a los refugiados, y, durante la resistencia al nazismo centro de organización para esconder a los fugitivos. Otras localidades como Elne, Argelés, Rivesaltes, tuvieron hospitales y campos de concentración. Hasta aquí lo que se refiere a la última de las rutas, la 10. Ahora bien, las otras 9 son enteramente emocionantes. Cada una se abre con una fotografía del paisaje, un plano indicador de por dónde discurre, una pequeña biografía de un personaje que por si solo es capaz de iluminar la importancia de esa ruta, la exposición de lo acontecido en ella de manera histórica y las características del entorno natural, en detalle. Por lo que se refiere a las personalidades que se presentan antes de iniciar cada Ruta, en la 1ª encontramos a Antonio Beltrán, «el Esquinazau», responsable de la 43 División que mostró una capacidad militar envidiable para resistir al ejército franquista; su cuerpo de ejército lo formaban obreros, militantes republicanos y maestros. Su resistencia, de la que se nos cuenta una verdadera hazaña, fue conocida en el mundo como «La Bolsa de Bielsa», y así se mencionó en periódicos de París, Nueva York, Londres y Moscú. Leemos aquí también la letra de una canción dedicada a aquellas gentes honestas, que el grupo La Ronda del Boltaña incluye en su repertorio. Hay un pasaje dedicado a José Guistau, «Barranco», que aun vive, una de las muchas personas de la zona que ayudaban a los republicanos. La Ruta 2 presenta la historia de Mariano Gracia. Entrañable, emocionante hasta no poderla olvidar, la relación de éste entonces niño con la ruta tiene que ver con el único monumento que hay en España dedicado a los exiliados. ¿Cómo es posible que las autoridades quieran ignorarlos si son parte de nuestra Historia, de nosotros mismos?. El monumento está compuesto por dos figuras: un hombre con la boina calada, manta al hombro y ojos cansados lleva cogida de la mano a una niña a la que le falta una pierna y se ayuda con una muleta. En el diario «El País», en un artículo dedicado a los exiliados, se mostraba la fotografía que tomó el holandés Roger Violet para la revista L´Ilustratión, fotografía que sirvió hace pocos años para hacer la escultura. Mariano se encontró con la foto en el periódico y escribió en una carta: «El niño de la segunda fila soy yo, y los de delante, mi padre y mi hermana». Durante uno de los muchos bombardeos que la aviación fascista llevaba a cabo sobre población civil, así como sobre los refugiados que huían por carreteras y campos, su madre murió tratando de proteger a su hermana con su cuerpo, y la niña perdió una pierna, y él perdió parte de una de las piernas, aunque una vecina también trató de protegerlo muriendo como su madre. La niña y el niño con su padre, tras unos días en un hospital, emprendieron la huida hacía Francia encontrando en el camino la solidaridad de unos franceses. La fotografía se hizo cuando monte a través eran acompañados por éstos. Mariano Gracia, en una entrevista subrayó que le hicieron: «Yo no puedo, aunque quiera, perdonar, ni olvidar, ni … ¿Perdonar? ¿Por qué? ¿Acaso han pedido alguna ver perdón ellos? No odio, aunque sí odié; no quiero revanchas, aunque en otro tiempo las deseé. No creo que nunca, a pesar de los esfuerzos realizados por tantas y tantas personas de bien, se llegue a hacer la más mínima justicia sobre tanto dolor, escarnio y humillación sobre millones de españoles por los sinvergüenzas más grandes que este país ha tenido».
II
Los hechos históricos, la historia familiar, se encuentran en estos caminos que contienen tanta belleza natural. Año tras año los recorren las asociaciones Marxaires de Mataró-Canigó, Prats Endavan y Els Amics del Camí del Nor para recordar a los exiliados. La conjunción de esos dos aspectos hace del libro «Las rutas del exilio» una lectura palpitante. Todas las rutas están llenas de anécdotas, acontecimientos y comportamientos humanos que nos dignifican, que son merecedores de nuestra atención. Por ejemplo, en 1981, por fin, se hizo un monumento a un Presidente de la Generalidad de Cataluña, Don Lluis Companys, fusilado por Franco. Para desconcierto de todos, en 1984 los gobiernos español y francés revisan el Tratado de los Pirineos de 1659 y corrigen los límites fronterizos unos metros, de modo que el monumento al Presidente Companys llega a quedar del lado francés. Gracias a las continuas manifestaciones de protesta, al cabo de unos años se ha vuelto a corregir la delimitación territorial a su antiguo lugar. Si las fronteras son puras convenciones, las decisiones que toman los encargados de gobernar son a veces tan ridículas que denotan su alejamiento de la conciencia histórica y colectiva, por lo que deberían pasar un examen de estas dos materias. De los comportamientos humanos ejemplares, que habría que aleccionar con ellos en los colegios y en las universidades, y hacerlas enseña pública, es de subrayar uno al que «Las Rutas del Exilio» dedica varias páginas: Don Antonio Machado, ejemplo de intelectual, del que se nos dice: «Estuviera donde estuviera -Madrid, Valencia, Barcelona …-, no dejó de escribir a favor de la República ni había diario republicano que no contase con alguna colaboración del poeta». Estando en Barcelona declara a Iliá Ehrenburg: «Para los estrategas, para los políticos, para los historiadores, todo está claro: hemos perdido la guerra. Pero humanamente, no estoy tan seguro… Quizá la hemos ganado». Don Antonio Machado tanto en España como en el exilio rechaza cualquier tratamiento especial que se le ofrece, y permanece hasta su muerte, el 22 de febrero del 39 en la población de Collioure. En su libro, «La guerra», recoge sus últimos escritos en prosa. En «Hora de España», revista de los intelectuales españoles, salen los artículos «Juan de Mairena» y su romance «La tierra de Alvergonzález» dirigido a los soldados republicanos. Al conocerse su fallecimiento son estos y las gentes del pueblo, junto a los intelectuales que le habían acompañado, los que acuden en masa a despedirle. La familia rechaza todo trato especial. En el pequeño cementerio de Collioure, su tumba siempre la encontramos llena de flores. Cerca de allí podemos andar por la Rue Antonio Machado. Esta guía de viaje, «Rutas del exilio», la más hermosa que conozco, muestra una escultura sorprendente de Dani Karaban dedicada a Walter Benjamín, filósofo alemán antifascista que moriría en Porbou un año y medio después,
En ella el escultor recoge las palabras del filósofo: «Es tarea más ardua honrar la memoria de los seres anónimos que la de las personas célebres. La construcción histórica está consagrada a la memoria de los que no tienen nombre». Ahora que se habla tanto de los refugiados de los Balcanes, no olvidemos que la primera gran emigración de refugiados del siglo XX fue la de los españoles republicanos. Estos días ha sido Amnistía Internacional la que ha reclamado justicia para las víctimas del franquismo, lo que el Foro por Memoria (WWW.nodo50.org/foroporlamemoria) viene pidiendo insistentemente. «Las rutas del exilio» es una lectura equilibrada en sus contenidos, con ella se puede disfrutar unos días de vacaciones en el Pirineo y, recuperar la memoria.
Título: Paseos y escapadas irrepetibles. Las rutas del exilio.
Autor: Marc Ripol.
Editorial: Alhena media.