Recomiendo:
0

Pedagogía de la ceguera

Fuentes: Rebelión

La sostenibilidad de la Deuda ya tiene media sanción de diputados, Juntos por el Cambio (responsable de la masacre económica y social) vota con el oficialismo del Frente de Todos, en unanimidad, la legitimación del pago de un dinero que el conjunto del pueblo argentino nunca vio concretado en ningún área y del que siempre […]

La sostenibilidad de la Deuda ya tiene media sanción de diputados, Juntos por el Cambio (responsable de la masacre económica y social) vota con el oficialismo del Frente de Todos, en unanimidad, la legitimación del pago de un dinero que el conjunto del pueblo argentino nunca vio concretado en ningún área y del que siempre nos tenemos que hacer cargo de pagar con ajuste y precarización de la vida.

El actual oficialismo, hasta hace 50 días oposición, encuentra como camino «honrar la deuda externa», con los llamados fondos buitres, la corporación bancaria y el Fondo Monetario Internacional al igual que su antecesor (para no ir más atrás, porque se encontrarían con ellos mismos y en la paradoja temporal eso es peligroso -ver cualquier versión de Volver al Futuro-) fijan los tribunales para el caso de cualquier litigio en el extranjero.

Mientras en la calle, partidarios de izquierda junto a autoconvocados peticionaban por el no pago de la Deuda Ilegal, Fraudulenta y Odiosa, dentro del recinto Todos Juntos, menos dos representantes que votaron negativamente y una abstención, acordaban con el proyecto, que le otorga al ejecutivo la discrecionalidad de la negociación sin que pase por el lugar donde estaban sesionando.

Una de las críticas de los que hoy componen el Frente de Todos, antes de ser oficialismo, al entonces (des)gobierno de Cambiemos, era justamente la discrecionalidad que había tenido respecto de los manejos con la deuda y el endeudamiento, porque entre otras cuestiones se habían tomado la atribución de saltear al Congreso, siendo que ese tema es de su competencia. Pero ahora estaría bien, porque le mostraría a la corporación acreedora (buitres ampliado) el aval del arco político, menos la izquierda.

El lema ya no será el de «Unidos o Dominados», sino «Estamos Unidos para estar Dominados». Porque, otra vez, se está legitimando el fraude que es la Deuda Externa, antes con los megacanjes, los canjes, los pagos seriales y ahora con el endeudamiento a 100 maños, probado y denunciado, no sólo por la Izquierda, sino por el propio oficialismo cuando hace 50 días era oposición. Incluso, para ilustrar solo hay que googlear y ver, por ejemplo, un cable de la agencia Télam de 2014, cuyo título decía: «Toussaint: «La deuda argentina es ilegal, ilegítima, odiosa e insostenible 

El economista francés y presidente del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, Eric Toussaint, explicó que «fue contraída durante muchas décadas en nombre de políticas nefastas contrarias al interés de la mayoría del pueblo«1.

De esa charla-debate participaron los entonces diputados Carlos Raimundi (Nuevo Encuentro) y Héctor Recalde (Frente para la Victoria) y la economista, hoy diputada del Frente de Todos y que también presidenta de la Comisión de Finanzas, Fernanda Vallejos, que sentenció en aquel debate: «No hay dudas de la ilegitimidad de la deuda, por su origen mismo«. Casi un testimonio de la Izquierda; pero después hay que ser peronistas y pagar con los dineros públicos que no van ni a educación, ni a salud, ni a vivienda, van los mismos buitres de siempre. La colonialidad del poder se impone de la mano de la pedagogía de la obediencia.

Recomiendo la lectura del cable de Télam (citado en este artículo) porque esa exposición se dio en uno de los salones de la misma Cámara de Diputados donde hoy Todos Juntos (menos la Izquierda) votaron la «sostenibilidad de la Deuda» y los poderes ministeriales.

Sin embargo… y espero que no se ofenda…

También, antes de la sesión, el periodista Fernando Borroni, columnista del programa «La Mañana»2 que conduce Víctor Hugo Morales, encontró la oportunidad para criticar a la Izquierda por haber adelantado su negativa a votar positivamente (cuestión que poco más tarde se refrendó en la Cámara) el proyecto de sostenibilidad, legalidad, legitimidad y honroso de la Deuda Espuria. Es decir que lo que critica es la coherencia de la Izquierda a la que rotula de testimonial, justamente, por mantener sus posiciones políticas e ideológicas respecto de la usura nacional e internacional a la que los distintos gobiernos han alimentado contra los intereses colectivos de las mayorías.

Otra curiosidad, usted, Borroni, dice que ve fotos de dirigentes de la oposición y el oficialismo con abrazos y besos y reflexiona: «…Está bien, que se yo…«. Claro que también quiere saber qué rumbo tomará el gobierno y en ese querer saber, se pregunta por «…si en la Argentina es la política quien conduce a la economía o los grupos económicos conducen a la política…». Son los grupos económicos los que conducen a la política y ha sido así desde 1810, estimado Borroni.

Otro de los conceptos que siempre aparecen cada vez que asume un gobierno es el de la «esperanza», que usted también articula en su columna; pero no hay mucho tiempo, en realidad, no hay tiempo, los niños wichi que mueren por desnutrición en Salta, la provincia que estuvo gobernada por otro peronista como Juan Manuel Urtubey, ahora en España, es una prueba más de la urgencia. Pero es moneda corriente que los originarios sean invisibilizados por todos los gobiernos, despojados de sus tierras para desmontar y poner el «futuro» transgénico con la muerte y la enfermedad aseguradas.

O los Pueblos Fumigados, para no apartarnos del ejemplo, dónde los enfermos de cáncer y de enfermedades respiratorias se acrecientan todos los días desde hace 30 años, sin embargo no aparecen las políticas que frenen estos genocidios silenciosos, más bien los promueven. Urdinarrain, Entre Ríos, el pueblo más contaminado del planeta. Jáchal, San Juan, envenenado con la cianurada actividad minera de la Barrick Gold, que se ve beneficiada por la baja de retenciones.

Apenas breves ejemplos de cómo los grupos de poder consumen vidas para optimizar ganancias y mientras eso ocurre, usted le recrimina a la Izquierda la testimonialidad. No es la Izquierda el problema, Borroni, son los grupos económicos, las corporaciones, que manejan la política.

Otro ejemplo, en el mismo sentido, lo muestra uno de los esclarecedores artículos de los excelentes que tiene el periodista Darío Aranda.

«Un hecho que ningún sector político jamás se animó a abordar en la concentración de tierras. Y eso favorece a los más grandes. El CNA confirma con datos lo que campesinos, indígenas y académicos críticos denuncian desde hace décadas: el 1,08 por ciento de las fincas (2473) concentra el 36,4 por ciento de la tierra (57 millones de hectáreas). Se trata de las propiedades de más de 10.000 hectáreas.

En el otro extremo, las chacras más pequeñas (menos de 100 hectáreas) representan el 54,6 del total de las explotaciones agropecuarias (125.023 fincas), pero tienen solo el 2,25 de la tierra (3,5 millones de hectáreas). Argentina experimenta una reforma agraria pero al revés, donde muy pocos (el 1,08 por ciento) tiene demasiado. Y donde la mayoría (el 54,6 por ciento) tiene muy poco»3

¿No será este uno de los entramados políticos históricos para resolver de una vez por todas en el siglo XXI, la concentración de las tierras? ¿No sería ésta una de las soluciones a los problemas del hambre? Junto a otras medidas como la de abandonar el paradigma agroenvenenador y reemplazarlo por la cultura de la agroecología?

¿Acaso no les mueve el amperímetro a los funcionarios de hoy, (que muchos fueron los de antes de ayer) que 107 plaguicidas prohibidos en el mundo se usen en la Argentina?4 Provocando el envenenamiento constante de la población, destruyendo los nutrientes de la tierra y contaminando el agua?

¿Y qué de la fuga de dólares, de las cuentas off shore, de los Panamá Papers, de los Paradise Papers? ¿De las rentas extraordinarias de las empresas privatizadas?

¡Por supuesto que es la Derecha la que estimula y promueve el saqueo constante, la represión, la muerte!

La rebelión del pueblo chileno, del pueblo colombiano, del pueblo ecuatoriano, la resistencia al golpe en Bolivia, la protestas en Francia, los asesinatos de Trump.

En fin todo lo que usted ya sabe, Borroni, son los signos de que no se puede seguir cegando desde lenguajes progresistas, que siempre terminan haciéndole el caldo a la Derecha y/o complaciendo (con nuestros dineros públicos) los bolsillos privados de la corporación.

El problema es el capitalismo como generador de la «cultura represora» en todas sus manifestaciones, como magníficamente desarrolla en su libro Alfredo Grande5.

No es lógico, Borroni, que usted en el siglo XXI, critique a la izquierda por derecha a la que dice confrontar.

La Izquierda estuvo en las calles, en las luchas junto a los trabajadores que se quedaban sin empleo durante el gobierno ceocrático; contra la reforma previsional, mientras que a la CGT peronista había que cantarle… «Poné la fecha la…» para que hagan un paro, la misma que ahora le brinda el apoyo al Presidente Alberto Fernández. No son de fiar, Borroni, usted lo sabe.

Sin embargo es más fácil tildar a la Izquierda de testimonial. ¿Qué le achaca, ser coherente?

¿Acaso no es una contradicción?

De manera peyorativa, usted dice que «…el negocio de la izquierda partidaria es ser siempre oposición para poder sostener el único discurso medianamente vendible que tienen, que todos son lo mismo menos ellos…»

Usted mismo, Borroni, sostiene que la «política no puede convivir en el ‘ni’ (…) si toda la dirigencia política, oposición y oficialismo nos paramos en el ‘ni’ o nos paramos simplemente en los gestos, nos quedamos a mitad de camino, los gestos no son la política, puede que sea la foto, estamos en un contexto donde necesitamos ver la película, las fotos alegran, las fotos seducen, pero las fotos no cuentan una historia, la película quizás sí…» Eso dijo en su columna.

Vincular a la izquierda con hacer un «negocio» de la oposición y con sostener un discurso «vendible» es propio de un discurso de mercado, lo hubiera entendido de algún comunicador «gorila», pero no de un progresista.

Respecto de la foto, usted mismo explicita su disconformidad con ese acercamiento fotogénico que de alguna manera, disuelve… cómo decirlo… impunidades. Y peticiona «ver la película». Pues bien, justamente es la Izquierda, los «ellos», como los nombra en su columna, los que siempre muestran «la película», los que dejan el «testimonio» de la película completa, que vuelve a repetirse en la mascarada de «volver al futuro».

Si todos juntos votan lo mismo, la izquierda seguirá «filmando» para mostrar lo que se intenta cegar. La famosa justicia social no se logra repitiendo el eslogan doctrinario, sino con la ruptura del paradigma, cuestión que me parece muy difícil con los mismos nombres, aunque sean distintos los tiempos.

Último ejemplo, la izquierda acompañó el proyecto de retrotraer las tarifas de los servicios, que habían presentado los que ahora componen el Frente de Todos.

¿Ahora que son gobierno, las retrotrajeron? La respuesta es no, las congelaron por un tiempito, dando lugar a las ganancias obscenas de las empresas privadas de siempre, porque romper el paradigma sería un acto revolucionario que no está en los planes de este gobierno de la década del ’20 del siglo XXI, aun sabiendo que la energía es el principal motor de cualquier actividad económica. Así como los créditos UVA, para la vivienda, negocio carnavalescamente obsceno de los bancos y una tragedia para los tomadores, que con un maquillaje de pagar un poquito menos, porque se refinancia a más plazo, continúan siendo estafados.

Si ser testimonial, espero que no se ofenda Borroni, es decir la verdad de los acontecimientos políticos siempre y eso está en el ser de la Izquierda, bienvenida la película, alguien la tiene que contar, alguien tiene que poner el cuerpo, alguien estará en las calles, alguien que no se desdiga de lo que dijo y vuelva a desdecirse o a ocultar en la continuidad que propone la pedagogía política de la ceguera de los partidos del establishment. Y ese alguien son movimientos sociales, colectivos de trabajadores/as; asambleas contra la megaminería, asambleas por el agua, contra los agrotóxicos, etc. etc. etc… y la izquierda que cuenta la película y acompaña esas luchas.

Lo importante no es la «sostenibilidad de la Deuda», es justamente lo contrario, es no pagar el fraude, el robo y el saqueo con más hambre y más precarización de la vida.

El problema no es el pensamiento de izquierda, probablemente sea la solución. Y los llamados progresismos paliativos, alguna vez deberán definir un lugar o navegarán, como siempre, hasta el próximo hundimiento producto de su propio «ni«, como bien lo señaló usted, en su columna, Borroni.

Notas:

1 http://www.telam.com.ar/notas/201410/81807-la-deuda-argentina-es-ilegal-ilegitima-odiosa-e-insostenible.php

2 https://ar.radiocut.fm/audiocut/columna-fernando-borroni-494/#

3 http://www.biodiversidadla.org/Recomendamos/El-campo-cada-vez-esta-mas-concentrado

4 https://lmdiario.com.ar/contenido/148595/en-argentina-se-usan-107-plaguicidas-prohibidos-en-el-mundo

5 Alfredo Grande. La cultura represora y la revolución. Fundación Pelota de Trapo. Talleres Gráficos Manchita. Buenos Aires 2018.

Darío Balvidares. Profesor y Licenciado en Letras (FFyL-UBA). Fue docente durante 30 años y Rector de la Escuela de Comercio 3, Hipólito Vieytes (CABA). Como investigador es autor de «La educación en la era corporativa, la trama de la desposesión». Herramienta Ediciones y Contrahegemonía Web (2019) CABA. Con prólogo de Alfredo Grande y Andrea Arrigoni. Y del ensayo «La novela educativa o el relato de la alienación» Redes Cultura (2005) CABA. Con prólogo de Osvaldo Bayer. Además de otros tantos trabajos y artículos publicados en Contrahegemonía Web; Rebelion.org y Otras Voces en Educación. Es Productor periodístico y columnista del programa radial «La Deuda Eterna» que se emite por radio La Retaguardia.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.