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Entrevista a Joaquín Miras Albarrán sobre "Praxis política y estado republicano. Crítica del republicanismo liberal"

«Poder es capacidad de control sobre la actividad que produce el mundo; solo eso»

Fuentes: Rebelión

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano. *** -Nos habíamos quedado en la revolución soviética. -Sí, sí. Pues lo mismo ocurre con la Revolución Rusa, encabezada por los campesinos. […]

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano.

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-Nos habíamos quedado en la revolución soviética.

-Sí, sí. Pues lo mismo ocurre con la Revolución Rusa, encabezada por los campesinos. El campesinado ruso poseía una cultura de comunidad y experiencia de autoorganización en la misma. Era el Mir. Es el único campesinado que se subleva masivamente en toda Europa como consecuencia de esa Primera Guerra Mundial. Y se había levantado, previamente, años antes, en la Revolución de 1905. Sostenía la reclamación del reparto negro, del dominio de la tierra por parte de la familia extensa campesina. Una vez congregados y armados en masa en el frente de guerra para ser carne de cañón, los campesinos ponen en obra su cultura de organización y su experiencia, liquidan el terror generado por la oficialidad, y se levantan organizados en soviets, o sea asambleas -quizá fuese apropiado traducirlo en castellano por «concejos», más que por «asambleas» o «consejos».

-Se recoge la sugerencia.

-Lo hacen ellos, no los campesinos franceses, alemanes, italianos o ingleses, sometidos a idénticas situaciones de exterminio.

Se podría señalar también que la revolución cubana, la vietnamita, etc., expresan situaciones semejantes: no se dan en sociedades sometidas a la extrema necesidad.

-De acuerdo, de acuerdo.

-Las clases subalternas son las que producen el mundo existente con su capacidad de hacer y con su saber hacer. Poseen el saber hacer técnico que produce y reproduce el mundo. Hay periodos de la historia, en los que, siendo cierto esto, existen determinados saberes importantes que están bajo control directo de la clase dominante. Hoy día, esto no es así; la clase subalterna, el sujeto social asalariado, posee, como conjunto, la totalidad del saber hacer que produce el mundo. No me refiero al saber secreto de cómo y cuándo invertir un dinero, que depende del «tráfico de influencias», del control sobre el gasto público o de conocer cuándo y dónde se va a hacer una gran obra, para especular con esa información, etc. Sino al saber hacer productivo, al que reproduce la sociedad. Está en manos de las clases subalternas. Incluido el saber sobre el cambio climático, que nos llega de la pluma de asalariados como Turiel, como Yayo Herrero, como Manuel Casal Lodeiro, u Óscar Carpintero. Me permito seguir con esto, que dentro de la respuesta es un inciso un tanto disruptivo, porque sirve para añadir un matiz. Si comparamos esta generación de ecólogos con la de los de nuestra generación y con los anteriores -no digo nombres; la anterior a la nuestra, cabía en un taxi y sobraban plazas, algún economista agrícola, algún limnólogo…

-Pocos sí, pero fueron muy importantes para enseñarnos a muchos de nosotros.

-Desde luego, desde luego. Podemos ver cómo el estatus económico de estas personas, y el estatus social de los cargos que ellos desempeñan, se ha «proletarizado», por decirlo de alguna manera. La universidad, por ejemplo…bueno se pagan unos salarios de vergüenza, a esto iba.

-Si no eres profesor titular. En algunos, en bastantes casos menos de 700 euros mensuales.

-Las clases subalternas poseen la totalidad del saber necesario para producir el mundo. No es esto lo que les impide tomar el poder. Poder es capacidad de control sobre la actividad que produce el mundo; solo eso. Para poseerlo, la primera condición es disponer del saber hacer que genera esa actividad. Este, lo tenemos. Carecemos de la capacidad autooorganizativa que nos constituya en sujeto, carecemos de las relaciones sociales entre nosotros, creadas por nosotros entre nosotros, que nos permitan subsumir ese saber, como medio o condición para la organización de otro orden. De hecho, cuando esto ha llegado a ocurrir, cuando ese estado ha llegado a darse, eso ha sido condición de posibilidad de una transformación social, que se ha acabado produciendo, de una u otra forma; porque, en realidad, la vieja clase dominante, al llegar a darse ese estadio social, solo dominaba «simbólicamente», «nominalmente», y mediante la violencia, claro, pero no mediante el ejercicio de una serie de actividades imprescindibles para la sociedad que fueran detentadas por los distintos segmentos sociales de la misma. Cuando todos los farmacéuticos, los médicos, los ingenieros, los abogados, y hasta los gestores del dinero, los bancarios -no me refiero a los banqueros, por supuesto que no; sino a los trabajadores de la banca: el dinero se mueve, se trae, se lleva, se oculta, se envía a paraísos fiscales, y eso lo hacen los asalariados de las bancas – etc eran parte del bloque dominante, los explotados carecían del control sobre saberes fundamentales para poder instrumentar un cambio de sociedad. Pero eso está perdido en el tiempo; en realidad, ya en la época de Antonio Gramsci, él valoraba que estaban dadas las condiciones para que los intelectuales tradicionales, los universitarios técnicos del norte, y los del sur, más bien, abogados, etc -agliettas/picapleitos- pudiesen tener interés en formar parte del bloque subalterno junto a los obreros, los campesinos -mayoría-, estas clases medias, esta pequeña burguesía…

Poseemos el saber hacer que es condición de posibilidad para crear una alternativa de sociedad.

-Condición necesaria, condición que posibilita, pero…

-Carecemos de la organización masiva, microfundamentada, que organice ese saber, y por ello nos enfrentamos uno a uno, atomizadamente, con el poder de la clase dominante. Experimentamos la impotencia de su uso de otra manera que la que se da, porque estamos aislados, desorganizados. Es asunto de creación de relaciones sociales nuevas, en lucha, en los microfundamentos de la sociedad, de la producción. En la Seat de 1975 el título de propiedad de la empresa estaba en manos de los mismos que 15 años antes, pero la capacidad real de controlar la empresa -de controlar la actividad, de ser «amo»- estaba muy mermada. Los talleres estaban controlados por las asambleas y los comités de trabajadores; para poner un ejemplo.

Existe la posibilidad.

-¿Y el programa?

-El programa depende de las capacidades de la gente: no es pensable un programa que no sea realizable, ejecutable por quien lo elabora; y debe depender de la elección de los subalternos: si los subalternos, quieren la posesión de la tierra en parcela familiar, esa es la mejor solución, no la que ficcione el economista. El programa histórico actual. Todo programa es histórico. Porque trata de crear una alternativa a problemas sociales, a su vez, históricos.

Coloco esas dos frases porque ahora sí creo que debo situar que el proyecto de futuro de esta sociedad actual requiere tener en cuenta eso que tú has indicado, y que es un novum histórico; pero en la historia de la humanidad nada se repite, todo es siempre novum histórico, eso no es lo que nos debe asustar. El problema es que debemos dar solución a la catástrofe ecológica, climática, demográfica, y de liquidación de recursos en la que nos ha metido el sistema capitalista, y el industrialismo que él ha generado y todo el mundo ha dado por bueno e imitado.

Pero la solución a eso, precisamente, la solución a eso no puede proceder de la tecnología, de la acumulación de recursos y la organización tensionada de la sociedad según el modelo de las economías de guerra, para poner en pie un mega aparato productivo de excepción y lograr crear tecnológicamente, una alternativa: miles de nuevas industrias que produzcan paneles solares, miles de industrias que produzcan baterías, miles de industrias que produzcan molinos eólicos…¿con qué inagotables materias primas?. Se trata de cambiar el vivir, el consumo. Precisamente, en la web Espaimarx hemos publicado un ensayo de Saral Sarkar, titulado, «Salvar el planeta al estilo americano: una revisión crítica y algunos pensamientos e ideas». En él, el autor resume y critica una utopía ecológica -una pesadilla- de ese tipo, elaborada por otro ecólogo USA…

-Me pongo en su lectura. No había reparado en ese trabajo.

-Este es el novum histórico: si vamos a ser capaces de reducir conscientemente, nuestro consumo: si vamos a ser capaces de crear una nueva cultura material de vida que cambie nuestras pautas de vida, y genere un vivir comunitario sobrio en lo material. Si vamos a ser capaces de auto modificar nuestras necesidades, reduciéndolas voluntariamente. No es verdad que la humanidad no haya reducido sus necesidades anteriormente. No es cierto que esta nueva generación joven sea la primera generación de la historia que va a vivir peor que sus padres. Ni en Europa ni en España. Sí es cierto que ahora se trata de saber si vamos a ser capaces de hacerlo por voluntad política, no porque hay una guerra que dura 3 años, 5 años o 30 años, y el aparato productivo queda aniquilado. Yo no tengo la respuesta a esa pregunta. Pero sí sé que este cambio de ethos, de cultura material de vida, no es algo que «nadie nos impida», ni «está en los genes» que solo podamos desear consumir más productos elaborados.

A propósito de eso que estás hablando, mientras lo hacías, he pensando en textos y conferencias de Manuel Sacistán de los setenta y -ochenta y me ha venido a la memoria György Màrkus. Ha fallecido recientemente, a principios de octubre de 2016. ¿Le has leído? ¿Te ha interesado su obra?

-Justamente, ayer, doce días después de su muerte, me enteré de la misma. Fue un golpe interno. Para mí, Màrkus, su obra, fue una revelación. Trabé conocimiento de su obra gracias a la traducción que Manuel Sacristán Luzón hizo de un breve y formidable escrito suyo.

-De la versión alemana de A. Vértes-Meller y F. Brody. Sacristán y Màrkus se cartearon.

-El texto fue publicado por la editorial Grijalbo, en la colección Hipótesis, que dirigía Manuel Sacristán Luzón, con la ayuda de Paco Fernández Buey, una colección excelente. Quiero dar la referencia explícita del libro.

Adelante.

-Marxismo y antropología, Ed. Grijalbo, Colección Hipótesis, Barcelona, 1973 (edición original Budapest 1971). Me acabo de percatar que he dicho «trabar conocimiento», y que eso no se dice -o no se hace- respecto de obras, sí respecto de personas. Yo no conocí a Márkus en persona.

-Claro, claro

-El texto de Márkus va citado en mi libro. En el apartado en que resumo cuál es la metafilosofía marxista, la metafísica, la ontología antropológica de Marx. Es un texto que los de Espaimarx tenemos colgado en nuestra biblioteca virtual, elsarbresdefarenheit, que es gratuita, y animo a todo quien lea esta entrevista a que se lo baje, se lo descargue, a que se lo imprima y lo lea; lo lea con detenimiento.

Te pregunto ahora con más detalle sobre su obra.

-De acuerdo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.