¿No ha leído alguna novela, algún cuento de Marta Sanz? «El frío», «Lenguas muertas» «Los mejores tiempos» «Animales domésticos», «Susana y los viejos» han dejado en quien sí ha leído alguna de sus obras constancia de ser una autora de las que no se olvidan. Y ahora puede encontrar «La lección de anatomía» Sus trabajos, […]
¿No ha leído alguna novela, algún cuento de Marta Sanz? «El frío», «Lenguas muertas» «Los mejores tiempos» «Animales domésticos», «Susana y los viejos» han dejado en quien sí ha leído alguna de sus obras constancia de ser una autora de las que no se olvidan. Y ahora puede encontrar «La lección de anatomía» Sus trabajos, siempre de gran profundidad sicológica, encarnados en conflictos, contradicciones y búsquedas de oportunidades para conocer y aprender a desmontar los peligros sociales, y abrir paso a perspectivas maduras con ilusión, hacen por si mismo todo un cuerpo homogéneo de pensamiento que nos lleva a poner atención profunda a las fisuras del terreno en que se cuestiona la vida de las mayorías, formulándose los antagonismos, de manera medida y clara, sobre personajes de los que nos vemos pares.
En «La lección de anatomía», su obra reciente, abre a su personaje-mujer con una idea en el centro, la promesa de no engendrar hijos, para situarse a lo largo de su vida en una posición un tanto observadora del conjunto de las mujeres y la tradición social que las marca.
Todo había comenzado por la historia que su madre le contó cuando era niña, al modo naturalista en los detalles novelísticos, sobre su propio nacimiento. Desde aquí, desde ese principio para la vida y desde esa lección de narrativa de su madre que se corresponde con la modernidad literaria «…era una lectora (su madre) hipercrítica…» Marta Sanz emprende una narración con rasgos autobiográficos cuyo tono medio y lenguaje fluido alimentan el gusto por la lectura: con el detalle esencial, con rayones profundos y tics pasajeros que nos son comunes y sobresalientes, lleva a quien lee a la pista de tierra de la vida hecha, y quien lee pisa esa pista que reconoce y a su vez le descubre.
Antes de entrar en la narración tenemos dos pequeños párrafos, dos pequeñas advertencias, de cómo lo que se va a contar tiene doble intención, el primero es la definición de «parresia»: aparentar ser ofensivo haciendo entender una consideración positiva con humor, lo que nos hará sospechar del discurso. Si la comedia ática(Grecia) presenta la realidad con burlas y elogios extremos, lo que llamaríamos distorsión, y el cínico nos la presenta con sarcasmo escandaloso como forma de enfrentarse a ella, -el cínico de hoy busca su «felicidad» colocándose al margen y no desafía si no que se resigna justificándose en su quehacer diario- la «parresia», la forma adoptada por Marta Sanz en «La lección de anatomía», es una vuelta de tuerca. Marta Sanz sitúa a la protagonista en lo alto de la madurez, no en la resbalosa caída que ya no se ve lo que hay al otro lado, y la pone mirando a lo que ha pasado, y esa mirada, que no es la de la comedia que mencionábamos, ni es la del cínico, esta hecha de elogios insultantes, de ironía fina, decir pareciendo una cosa y dejando al aire otra. El conjunto es una gran paradoja, nos calentamos riendo, pero nos congelamos, nos vemos con alegría de vivir, pero se nos corta la risa. La «parresia» es con lo que Marta Sanz se acerca al lector, es uno de los dobles sentidos que forman parte de la comedia, y por tanto de la vida. Con el segundo párrafo o advertencia se ríe de los maestros que niegan la posibilidad de la narración en primera persona; una burla de tales maestros bien merecida. La narración de Marta Sanz es en primera persona, y con una soltura de la que puede hacer gala narrativa cuenta su experiencia en la Escuela de Letras, la escuela para escritores en ciernes, y expone el desarrollo de una clase en la que la discusión sobre un texto escrito en tercera o en primera persona pone sobre el tapete la honestidad del escritor y la verosimilitud de su escrito. Una lección en la Escuela de Letras, a la que Marta Sanz nos transporta y que ilumina su libro, una lección que fue muy bien aprendida.
«La lección de anatomía» es una exposición meticulosa de lo vivido, pensado y visto por y desde una mujer. Mirada indagadora, risueña, sorpresiva, crítica, humorística, con su infancia, con la adolescencia, con la juventud, y con el comienzo de la madurez, y siempre el mundo circundante: relaciones, amistades y familia; mirada para reírse, de forma consecuente, de los aprendizajes experimental, qué importante es, y teórico que se llevan a cabo en la vida, y mirada que hace percibir la sensación de ridículo en la solución por la que se optó a la contradicción que el vivir planteaba.
Marta Sanz cuenta desde la posición de mujer que está en el mundo y aprende. ¿Creencias, juicios previos, o conocimiento de la realidad? Vivir aquello por lo que la protagonista se ve tocada levanta contra las emociones ñoñas, invita a dar rodeos y compromete a pensar, provoca, todo empuja para que se encuentre alguna satisfacción, que va a ser pasajera porque, de nuevo, la persona que lee se va a ver empujada más allá de dónde se quede la mujer con el nombre y apellidos de la autora. Choque y catarsis de aprendizaje. ¿Y qué piensan otras mujeres de las etapas a las que aún no ha llegado la protagonista? ¿qué entiende ella y cómo percibe lo que escucha de lo que cuentan otras? ¿por qué ante lo que le falta tiembla y también lo busca? «… y una revelación: quizás no se crece poco a poco, sino de golpe, un día como hoy, cruzando una cortina y entrando en una sala en la que se comienza a sufrir el miedo a la muerte y una forma de deseo que no tiene nada que ver con las ilusiones.»
Son tantos y tantos los actos, las observaciones, las reflexiones, las impresiones, los acontecimientos que enriquecen la visión general, que se necesita leer, que no se puede dejar de leer, que no hay por dónde abandonar la línea continua de palabras. Y las circunstancias de todo tipo cambian y se deja de ser lo que se era y venga otra cosa y relaciones que brotan y progresan y se desvirtúan con otras irrupciones que abrasan y hacen ceniza lo último y definitivo que la dejan ver más horizonte y dudas y vuelcos que enseñan a tener calma. La vida es un todo. La juventud. Y la edad y la conciencia que se abren paso en el lugar y el tiempo histórico en España: manifestaciones y desde la inocencia se crece, tocan nuevos peligros y tocan nuevas oportunidades: manifestaciones y el torrente de ideas y actos que hacen el mundo nuevo, y se consume o quizás no se consume el viejo, es un espejismo, y se aproxima el nuevo, y miedo, y ella puede librarse por el canto de un duro. Es la emoción de aprender. Si primero copiamos las formas de los otros luego hacemos nuestra propia forma: «Vonnegut vuelve a tener razón: al fingir que nos importaba, el mundo acabó importándonos de verdad.» Pero vivir no quiere decir que se sepa lo que se quiere, es más, la protagonista, Marta Sanz, pasa por la universidad y la desorientación ocupa el espacio principal de su vida. La complejidad y la complicidad son la carne, son las dos partes que harán crecer a la protagonista-mujer, una lección de por qué nos llega a importar el mundo.
«La lección de anatomía» parece un título que emana el sólo de la composición literaria, es así como se presentan y representan ante quien va a leer la buena narración.
Título: La lección de anatomía.
Autora: Marta Sanz.
Editorial: RBA.