El otro día escuché a Manu Chao en televisión, hablando sobre su último trabajo musical. Caso extraño, pues ya se sabe que a según qué gente, ni agua. Pero me pareció un islote de lucidez frente a tanta pamplina que vomita el televisor al cabo del día (va a peor, pero esto es […]
El otro día escuché a Manu Chao en televisión, hablando sobre su último trabajo musical. Caso extraño, pues ya se sabe que a según qué gente, ni agua. Pero me pareció un islote de lucidez frente a tanta pamplina que vomita el televisor al cabo del día (va a peor, pero esto es cuento largo, que diría Günter Grass, así que lo dejamos para otro momento). Me llamó tanto la atención que pensé que era necesario un Manu Chao, por tantas razones y de tan diferente calado, como un islote frente a lo que nos rodea.
Decidí escribir un artículo sobre por qué era necesario alguien como Manu Chao, pero me dio una pereza terrible justificarlo, las cosas como son. Preferí sugerir antes que justificar, y por eso escribí un verso. El verso que acompañan estas líneas. Espero que les resulte de interés.
¿Por qué Manu Chao?
«¿Es
necesario
hoy
Manu Chao?»,
preguntas con cierta inocencia.
No me cabe duda: sí.
Por tantas y tantas razones en tantos y tantos mundos.
Por Alejandro Sanz, por Enrique Iglesias, por David Bisbal, por Paulina Rubio.
Por George Bush, por Vladimir Putin, por Guantánamo, por Kyoto.
Por los politonos, por los sonitonos o por los «mierdatonos». Vomitivos todos.
Por los bancos y también por las Cajas de Ahorro. Por todo tipo de maleantes.
Por el general de la esquina. Por el cura hablando en latín.
Por el Euribor (¡cabrón!).
Por mandar un SMS al 0000 con la palabra «astakillegué».
¿Por qué Manu Chao?
¿Y tú me lo preguntas?