1. Ayer se declaró oficialmente que México tiene 125 de millones y pico de habitantes. No se dijo que el 80 por ciento de ellos viven en los límites de la pobreza y la miseria; se escondió que la mayoría de los mexicanos que trabaja lo hace en la informalidad sin algún tipo de prestaciones, […]
1. Ayer se declaró oficialmente que México tiene 125 de millones y pico de habitantes. No se dijo que el 80 por ciento de ellos viven en los límites de la pobreza y la miseria; se escondió que la mayoría de los mexicanos que trabaja lo hace en la informalidad sin algún tipo de prestaciones, que hay alrededor de 30 millones de mexicanos viviendo en los EEUU y otros 20 millones que se la juegan trabajando en la «ilegalidad» en ese país; tampoco que los mexicanos envían en remesas a sus familias la cantidad más elevada del presupuesto nacional. Decir más de 125 millones de habitantes orienta, pero lo más importante es saber cómo viven en la selva mexicana, por lo menos durante un siglo -después que se «liberó» México del Porfiriato»- retomaron el camino de más de lo mismo. La llamada revolución mexicana sólo sirvió a la burguesía explotadora.
2. México, en número de habitantes (126 millones), sólo está debajo de 10 países (China, India, EEUU, Indonesia, Brasil, Pakistán, Nigeria, Bangladesh, Rusia y Japón; pero al globalizar desarrollo, modernidad capitalista, etcétera, se ha pretendido colocarlo en los lugares 7, 8 o 9. La realidad es que poco importa el lugar; lo benéfico sería que ocupara un primer lugar como país igualitario, justo y en eso que se llama «democracia directa». ¿De qué carajos sirve que todos los presidentes al dejar su cargo declaren que «México está mejor que antes», que se deja una mejor administración», sólo para tapar reclamos ciertos de que «México está en bancarrota»,» en profunda crisis», que «la gente es más pobre y miserable» y que «todos los gobiernos y empresarios cometieron los más grandes saqueos del sexenio»?
3. Recuerdo 1993, cuando el presidente Salinas salió en TV y pidió «con bombo y platillo», que se cantara el himno nacional porque México al firmar el TLC pasaba a ser «un país del primer mundo»; luego con fiestas que no pararon impuso la candidatura presidencial de Colosio en el PRI y se dedicó a festejar en Los Pinos. Estas fiestas de triunfo del neoliberalismo no pararían hasta que los valerosos indígenas de Chiapas se levantaron en armas el 1 de enero de 1994 con la bandera del zapatismo contra «el mal gobierno». Los periodistas anotaron entonces que al conocerse la noticia en Los Pinos a las cuatro de la madrugada, todos (unos 150 convidados a la fiesta) salieron corriendo atacados de vómitos, diarrea y desmayos. Inmediatamente, en medio de la borrachera, el presidente Salinas citó a reunión extra urgente.
4. Salinas quiso silenciar el levantamiento, pero -antes que lo sepa por otras fuentes- tuvo que comunicarle al presidente de los EEUU, Clinton -quien apenas hacía un año que había asumido la Presidencia-, lo que sucedía en México. Clinton de entrada regañó a Salinas y lo hizo responsable de ese «estallido revolucionario» porque podría afectar a los EEUU; pero ofreció que sus fuerza armadas estaban listas para entrar al México cuando fuera necesario. Salinas respondió: «lo sabemos señor presidente Clinton; no tenemos duda alguna del papel que EEUU ha jugado en el mundo; muchas gracias señor presidente Clinton. Pero debe comprender que este levantamiento está controlado porque parece ser «un juego de muchachos». Ordenaré a nuestro canciller Camacho -que es un profesional en negociaciones- que se encargue de ello.
5. Pero el Clinton no durmió porque Hilary estaba atenta al telefonema y su misión era acabar con sus preocupaciones. ¿Qué vale lo que pase en México cuando estamos en la cama? No, México -como Canadá- es nuestra gran frontera y «aunque nos encabrone», tenemos la obligación de ponerle atención. Ese país, «tan jodido que nos parezca», es el que cuida nuestra seguridad. Su esposa Hilary, que desde entonces sólo pensaba en ser candidata presidencial, tuvo que soportar que Bush 1 impusiera a su hijo Bush 2 y que Obama la derrotara entre en el partido demócrata. En tanto en México Salinas dejaba a Zedillo un país en quiebra y éste -mediante fuertes negociaciones de Cevallos y Álvarez, se comprometió a entregarle el gobierno al PAN. ¿Puede olvidarse que ya Zedillo había nombrado a prominentes panistas como Lozano Gracia?
6. Entonces México, a pesar de ser un país poderoso por el número de habitantes y su historia, no ha podido salirse del círculo de dependencia de los EEUU. El presidente yanqui Trump no ha dejado de halagar a López Obrador, pero no hay que irse con la «finta». A Trump le encanta jugar amenazando y engañando. Puede ser un estilo único de hacer política y que así -si está obteniendo buenos resultados- se lleve sus ocho años de gobierno. En México decimos: «perro que ladra no muerde», pero nos cuidamos mucho de ellos. Ayer sufrimos las acusaciones directas de Canadá en el sentido del entreguismo de México hacia los EEUU en el TLC dejando sola a la canciller canadiense que no está dispuesta a doblegarse. Esta política entreguista es la que López obrador debe mandar a la basura, para no ser acusado de blandengue.
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