1. En el México de hoy, aunque el 95 por ciento de los medios de información y sus equipos son enemigos de las luchas sociales, contamos con el periódico La Jornada, Proceso, Aristegui, caricaturistas y comentaristas de redes sociales que ayudan a informar y analizar. Me gusta ver y escuchar el «You tu be» a […]
1. En el México de hoy, aunque el 95 por ciento de los medios de información y sus equipos son enemigos de las luchas sociales, contamos con el periódico La Jornada, Proceso, Aristegui, caricaturistas y comentaristas de redes sociales que ayudan a informar y analizar. Me gusta ver y escuchar el «You tu be» a Sansores, Noroña, Bartlett y Nalhe porque son muy combativos, claros y muy denunciadores en sus intervenciones legislativas. También escuchar a J. Hernández, J. Villamil y C. Ramírez ha sido valioso en los últimos 10 años.
2. Del PRI -el partido que dominó totalmente durante 70 años- sólo recuerdo aquella primera interrupción de Muñoz Ledo en los ochenta en aquel Informe presidencial de De la Madrid. Bastó una simple interrupción pidiendo la palabra para que se arme una enorme gritería. Pero fue en los hechos el inicio de las protestas que llevaron a la suspensión definitiva del «Día del Informe». Aparentemente la clase dominante ganó porque ahora ocupa el Palacio Nacional para invitar a sus amigos e incondicionales a escucharlo.
3. Las cosas han cambiado. En general, públicamente, comenzamos a desahogarnos insultando violentamente al presidente, al ejército y a los curas, hace pocos años, unas cuatro décadas. Pienso que en la generación mis padres y mis abuelos -quienes vivieron tan explotados, oprimidos y miserables como la inmensa mayoría del pueblo- también los insultaban porque en ellos centraban la culpabilidad de sus malas condiciones de vida. Pero debo reconocer -como se propagaba- que el ejército era el menos ofendido.
4. Hoy me da una enorme alegría que la mayoría de la población haya perdido ese «respeto» o que más bien haya perdido el miedo y la cobardía para expresar lo que piensa y siente frente a esas instituciones que lo mantienen sometido y encarcelado. Pero no basta con insultar con coraje a esas instituciones sino nos organizamos para luchar contra ellas en las calles; pero decir «groserías» contra ellas podría ser el inicio de un despertar de la población que esperamos hace mucho recupero su dignidad.
5. Recuerdo las muchas batallas que dimos en las calles del DF en 1968 y cómo la radio, la televisión y la prensa escrita las silenciaba o se dedicaba a calumniarlas. No contamos en 1968 con algún medio que hiciera causa común con nuestra justa lucha; todos los medios -con la rara excepción de la revista ¿Por qué? de recién aparición entonces- eran una basura. Pero todos los días miles de estudiantes brigadistas metían bajo la puerta el volante informativo que elaborábamos en mimeógrafos de facultades y escuelas.
6. Ya desde 1968 le mentábamos la madre al gobierno en las marchas, mítines y manifestaciones, pero individualmente se tenía miedo. Fue en las concentraciones de 1988, a raíz del fraude de Salinas y los arreglos con el PAN contra Cuauhtémoc Cárdenas, cuando la gente comenzó a recobrar su dignidad; pero fue el levantamiento del EZLN en 1994, los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu y el gobierno de Zedillo, cuando se destapó el pueblo y las calles comenzaron a llenarse con las protestas.
7. Hoy mucha, muchísima gente, ya está destapada, ha comenzado a perder el miedo y sólo falta que se organice. El clero mantiene un control de la gente vieja y en parte madura, pero lo jóvenes poco le creen. El ejército ya se le desprecia porque sólo sirve para reprimir y asesinar al pueblo por mandato de gobierno. El gobierno mexicano, por lo menos los dos últimos panistas de Fox y Calderón y el actual priísta de Peña Nieto, tienen un escasísimo porcentaje de aceptación y a sus oídos sólo llegan mentadas de madre.
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