El triunfo de AMLO es producto años de resistencia y lucha. Las victorias tienen muchos padres, mientras que las derrotas generalmente son huérfanas. Hoy se suben a la victoria oportunistas y «morenos» de última hora, algunos ya con un cargo o futuro trabajo. Hay entusiasmo y esperanza. El constructor de la victoria de MORENA del […]
El triunfo de AMLO es producto años de resistencia y lucha. Las victorias tienen muchos padres, mientras que las derrotas generalmente son huérfanas. Hoy se suben a la victoria oportunistas y «morenos» de última hora, algunos ya con un cargo o futuro trabajo. Hay entusiasmo y esperanza. El constructor de la victoria de MORENA del 1 de fue el pueblo lopezobradorista, la militancia y simpatizantes que sostuvieron a AMLO a lo largo de los años.
El lopezobradorismo se construyó en la movilización, en los éxodos por la democracia, en la lucha contra los diversos fraudes, en el plantón de Reforma, en la CND, en la construcción del gobierno legítimo, en las decenas de Zócalos colmados, en las asambleas constitutivas de MORENA. En adultos mayores que se dedicaron a construir el partido en los primeros años, invitando a familiares y amigos, en las brigadas casa por casa, en miles de ciudadanos que creyeron en el proyecto y se movilizaron. Muchas reuniones, discusiones, malos tragos, en la difícil construcción de comités, en una relación directa con Andrés Manuel. El movimiento se hizo fuerte en las muchas derrotas que no vencían la esperanza. El movimiento significó una politización callejera, plebeya, de izquierda y contradictoria. MORENA es fruto de una articulación compleja de campesinos, clases medias, estudiantes, ciudadanos de la tercera edad, amas de casas, profesionistas y pequeños empresarios, que padecían con dolor la experiencia de una crisis total en México. Junto con ellos estaban y están liderazgos partidistas, políticos profesionales y sus clientelas e intelectuales. Prácticas políticas tradicionales, intereses espurios, cálculos y negociaciones, compartían espacio con ideales, con militancia entregada y con la búsqueda de un camino del todo nuevo. Una relación tensa en todo momento.
La historia social del movimiento lopezobradorista está por contarse. La historia de las bases, de los militantes de abajo, del contradictorio y complejo pueblo lopezobradorista, hay que rescatarlo de la «prepotencia del futuro» y de las élites. Dar cuenta de los sueños, episodios estelares desde abajo, corajes, tristezas y anécdotas que den cuenta de la riqueza de un movimiento que logró una hazaña histórica. Esta historia ayudará a comprender las contradicciones del movimiento, las disputas pendientes y las posibilidades a futuro.
La transformación política se juega abajo, en la masa. Las posibilidades del movimiento de acelerar el proceso, de imponer su agenda, de brincar el límite impuesto por AMLO y otros dirigentes, se juega en la actuación de las masas lopezobradorista, en las posibilidades de su acción autónoma. En la articulación de demandas, en la organización, en lo comités, ese MORENA de abajo construyó la victoria pero hoy no comanda la transformación.
Las bases anónimas del partido, muchas veces menospreciadas y echas a un lado por la dirigencia y por los tiempos de la política tradicional, es una potencia transformadora. Va unida al liderazgo de AMLO, pero piensa, siente y sueña por su cuenta. Distinta socialmente a la dirigencia, es el activo principal para una trasformación radical. Urge conocer nuestra historia, a contrapelo, ante el oportunismo y la moderación imperante.
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