Es inmensa, ruidosa y apabullante la campaña mediática del gobierno, de los partidos y de los políticos profesionales para promover la asistencia de los ciudadanos a las urnas en las próximas elecciones del domingo 7 de junio. Pero también está en curso una campaña de personalidades públicas y de importantes e influyentes organizaciones sociales llamando […]
Es inmensa, ruidosa y apabullante la campaña mediática del gobierno, de los partidos y de los políticos profesionales para promover la asistencia de los ciudadanos a las urnas en las próximas elecciones del domingo 7 de junio. Pero también está en curso una campaña de personalidades públicas y de importantes e influyentes organizaciones sociales llamando a los ciudadanos a no sufragar y a boicotear de diversas maneras la jornada electoral.
Se sabe que, históricamente, el abstencionismo en México siempre ha sido muy alto. Pero no se puede conocer con certeza el fenómeno, porque se trata de cifras oficiales, siempre engañosas, tramposas, maquilladas para reducir su quántum. Se puede, sin embargo, aventurar que a lo largo del tiempo el abstencionismo ha superado y supera el 50 por ciento del padrón electoral.
Esto quiere decir que sufragantes y abstencionistas son en número más o menos iguales. Pero si las cifras de ambos fenómenos no son conocidas con certeza, una observación sin prejuicios puede darnos una idea de la tipología de ambos grupos en los inminentes comicios. A las urnas asistirán los satisfechos, los que están conformes con la actual situación del país, los beneficiarios del régimen político y económico, los que medran o guardan la esperanza de medrar en éste. También los miembros de los segmentos más conservadores de la población. E igualmente los más iletrados, los que tienen menor conciencia y formación políticas, entre los cuales destacan los analfabetos funcionales. Y asimismo los que temen al cambio, aunque este sea esperanzador o posible o deseable.
Por su parte, entre los partidarios y practicantes del abstencionismo se cuentan los insatisfechos, los inconformes. Los que entienden que es necesario privar al régimen de la legitimidad que busca y encuentra parcialmente en los comicios. Los que buscan una salida a la desastrosa situación del país, a la inseguridad, al desempleo, a la carencia de oportunidades. Una salida que no puede encontrarse en la viciada y fraudulenta vía electoral.
Curiosamente, en ambos grupos están presentes todas las clases sociales: ricos y pobres, empresarios y trabajadores, campesinos empobrecidos y prósperos agricultores, industriales y empleados, burócratas, sindicalistas, estudiantes, clases medias, obreros, desempleados y lumpenproletarios.
De modo que aquí se encuentra la primera parte de la elección: votar o no votar. Este sólo hecho preocupa al régimen. Un abstencionismo impreciso en cifras pero notorio en la percepción social resta legitimidad al gobierno. Y, al mismo tiempo, alienta a los inconformes a buscar nuevas maneras de combatir la caduca institucionalidad del país.
Es claro, sin embargo, que la pura abstención, aunque sea mayoritaria, no es una fuerza suficiente para lograr un cambio de régimen. Pero también es evidente que ganar la conciencia de millones de personas para que abandonen la infundada esperanza en la vía electoral como modo de mejoramiento social es ya un logro importante.
Lenin decía que en las democracias occidentales los ciudadanos tienen la posibilidad de elegir cada determinado tiempo a sus explotadores. O, podríamos agregar, a sus empobrecedores, a sus burladores, a sus enemigos disfrazados de amigos y favorecedores.
Satisfechos contra insatisfechos, tal es, en resumidas cuentas, la médula de la inminente elección y, con toda seguridad, de los comicios de los próximos años. Abstención contra participación. Permanencia o no permanencia en el sistema electoral. Las cifras oficiales no dirán cuál es el grupo mayoritario, pero una observación crítica y desprejuiciada del proceso puede dar una idea del prestigio y magnitud alcanzados por el abstencionismo, fenómeno antes despreciado y satanizado.
Blog del autor: www.miguelangelferrer-mentor.
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