1. Cientos de periódicos, radios y televisoras en México, han estado y están al servicio del empresariado y de toda la política derechista o conservadora; unos más y otros mucho más, demuestran su radicalismo defendiendo los intereses de quien desde hace un siglo les ha entregado sobornos, regalos, chayotes, compensaciones, para que los defiendan con […]
1. Cientos de periódicos, radios y televisoras en México, han estado y están al servicio del empresariado y de toda la política derechista o conservadora; unos más y otros mucho más, demuestran su radicalismo defendiendo los intereses de quien desde hace un siglo les ha entregado sobornos, regalos, chayotes, compensaciones, para que los defiendan con gusto. Los periódicos y la revistas impresas nunca han vivido del producto de sus ventas que siempre representa un 10 por ciento de sus ingresos; ellos han vivido décadas por los miles de millones de pesos que reciben de publicidad dirigida, pero también de los miles de millones que reciben «bajo la mesa» comprando lo que pudiera sobrarles de dignidad.
2. Pero frente a ese 95 por ciento de medios de la derecha, a mediados de los 70 surgió una prensa escrita (Proceso 1976, Unomásuno 1977 y La Jornada 1984, así como otras cinco publicaciones no muy trascendentes). Unomásuno -donde escribí en 1984- de centro/izquierda se hizo priísta y ha estado a punto de desaparecer. La revista Proceso que nació en 1976 lleva 2,229 semanarios publicados en sus 43 años de vida; por su contenido (que poseo completo) puede demostrarse que es la revista, con mucho más importante de la historia de México. El diario La Jornada, con 35 años de antigüedad y más de 12 mil números publicados es, junto a Proceso, la publicación de centro/izquierda más leída en el país.
3. El presidente López Obrador (2018-24), el primer presidente de centro/izquierda (del partido Morena) después de 19 presidentes de la República del PRI y del PAN al servicio del empresariado y la gran burguesía, mantiene desde hace siete meses una posición socialdemócrata. No ha querido radicalizarse a la izquierda por miedo, por temor, a que la burguesía y el imperio yanqui se le subleven y lo derroquen acabando así con su proyecto de luchas contra la corrupción. Aún no se puede prever hasta donde llegará; pero lo que se puede adelantar es lo que ha sucedido en decenas de países que por la vía electoral han llevado a la socialdemocracia al gobierno. La realidad es que en esos lugares el poder no está en el gobierno, sino entre los millonarios.
4. Puede adelantarse que no pueden pelear Proceso, AMLO y La Jornada entre sí porque son más o menos lo mismo. Así como López Obrador silencia algunas cosas, no se compromete a ir al fondo de los problemas para no molestar a la «oposición», lo mismo sucede con Proceso y La Jornada. No olvidaré jamás que en 1994 me corrieron de un periódico donde llevaba 11 años escribiendo tres o cuatro artículos a la semana con la recomendación: «Pregunta el director que si vas a seguir como periodista independiente o vas a seguir como líder zapatista por incompatibilidad». Escogí seguir en el zapatismo que en aquel año estaba muy activo. Pienso que allí es donde «la burra tuerce el rabo». Allí es donde ni Proceso, ni AMLO, ni La Jornada, deciden la radicalidad sino la comodidad.
5. Pero no hay que exigir mucho, aunque nos encabritemos. La batalla en México y muchos países no es entre izquierda y derecha, sino entre centro/izquierda o socialdemocracia y derecha política y empresarial. La izquierda es casi inexistente en México desde 1977 que el PRI abrió sus puertas a otros partidos ofreciéndoles cargos y dinero, para que la mayoría de los electores salga a votar. Se acabaron las grandes huelgas, las grandes manifestaciones combativas de masas (que en los últimos meses sólo han hecho los profesores de la CNTE), las luchas antimperialistas o antiyanquis. Todo se transformó en electoral que en ningún lugar del mundo ha demostrado servir a las grandes masas de población pobre y miserable.
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