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La prohibición del cortometraje PM en 1961 desató una polémica y propició el célebre discurso de Fidel Castro "Palabra a los Intelectuales"

Proyecto ¿malentendido?

Fuentes: Rebelión

La cultura es un modo de pensar, y es política a la vez, ya que siempre es utilizada en interés de las distintas clases para fortalecer la hegemonía de una clase sobre la sociedad; por tanto la cultura, funciona también como sistema en el que se movilizan las ideas. Su poder de movilizar, transformar y […]

La cultura es un modo de pensar, y es política a la vez, ya que siempre es utilizada en interés de las distintas clases para fortalecer la hegemonía de una clase sobre la sociedad; por tanto la cultura, funciona también como sistema en el que se movilizan las ideas. Su poder de movilizar, transformar y reforzar valores, permite que el sistema se perpetúe a través de la cohesión del pueblo y su protagonismo en los cambios sociales. El nuevo cambio que a partir de 1959 proponía la revolución, por su carácter radical, no podría realizarse sin un cambio de mentalidad, y es allí donde el sector cultural tiene ocasión para crear una nueva cultura, una nueva hegemonía.

En 1961 Carlos Franqui dirigía el periódico Revolución, órgano del Movimiento 26 Julio; y su suplemento cultural «Lunes de Revolución», era dirigido por Guillermo Cabrera Infante. La presentación del documental PM en dicho suplemento provocó una gran discusión.

El 17 de abril, se había producido el intento de desembarco contrarrevolucionario en Bahía de Cochinos. Las milicias del pueblo y el ejército repelen la invasión; unos días después Fidel Castro declaraba a Cuba «república socialista».

Frente a la prohibición de PM, documental de la vida nocturna habanera, producido por Sabá Cabrera Infante (hermano de Guillermo) y Orlando Jiménez, Lunes de Revolución comienza a reunir firmas para una solicitud de protesta. Para esclarecer la cuestión, el gobierno organiza, los sábados 16, 23 y 30 de junio, una serie de reuniones en la Biblioteca Nacional en las que participa Fidel y altos miembros del Gobierno Revolucionario, incluyendo al presidente Osvaldo Dorticós Torrado, y diversos intelectuales. En la primera de estas reuniones se pasa la película y Dorticós pide a los participantes que den su opinión sobre el filme, sobre su prohibición y sobre la situación del intelectual en la Revolución. Primero nadie se atreve intervenir, y crece un silencio embarazoso; pero de pronto la persona más improbable, toda tímida y encogida, se levantó de su asiento y parecía que iba a darse a la fuga pero fue hasta el micrófono de las intervenciones y declaró:

«Yo quiero decir que tengo mucho miedo. No sé por qué tengo este miedo pero eso es todo lo que tengo para decir»

Guillermo Cabrera Infante

En un clima de intensos debates ideológicos, la realización del documental PM en 1961 desató una polémica que desembocó en su prohibición por parte de la Comisión de Estudio y Clasificación de Películas, considerándola «nociva a los intereses del pueblo y su revolución».

Agrandar aquel incidente, como a menudo se ha hecho casi siempre con mala intención, no es apropiado. Pero tampoco lo es pretender desaparecerlo. Lo justo es hacer mención de él, y tratar de darle una explicación. En La Gaceta de Cuba de diciembre de 1992 hay un testimonio excepcional: el de uno de los protagonistas de la vida cultural en ese momento, Alfredo Guevara, presidente del ICAIC al ocurrir dicho incidente, que en una entrevista planteó:
«PM no es PM. PM es Lunes de Revolución, es Carlos Franqui, es una época convulsa y de extremas contradicciones en que participaban múltiples fuerzas. No creo que PM merecía tanto revuelo, y la reacción del naciente ICAIC fue muy matizada…»

Importa subrayar que las reuniones de junio de 1961 y el discurso de Fidel conocido como «Palabra a los Intelectuales» estuvieron lejos de agotarse en la discusión en torno a PM: discusión indudablemente de raíz política, era todo el sistema lo que se cuestionaba. Fue el contexto en que estuvieron situados aquellos acontecimientos. Pues ese contexto era la Revolución Cubana que había llegado al poder en enero de 1959 y había desatado un clima de esperanza, fervor y lucha que entonces se vivía, aunque es bien conocido el conjunto de hechos históricos desencadenados a raíz de aquella fecha. Basta recordar que en abril de 1961 había ocurrido la invasión del imperialismo yanqui; y que en la víspera de iniciarse dicha invasión Fidel había proclamado el carácter socialista de la Revolución. Además, ese año 1961 se estaba llevando a cabo la campaña que suprimiría el analfabetismo de nuestro país, e iba a constituir una realización cultural de primera magnitud.

En el contexto internacional, y más en Cuba en específico, el realismo socialista causaba un gran miedo entre escritores y artistas que veían las deformaciones que habían ocurrido en la Unión Soviética. Recién declarada socialista nuestra Revolución no parecían totalmente erradas algunas inquietudes sobre el hecho de que la más joven de las revoluciones de ese carácter en el mundo pudiera cometer errores similares a los que habían dañado a los otros países que seguían el ejemplo soviético. Este miedo es el que explica la reacción de tantos ante el fenómeno sin duda menor de PM.
Por haberse prohibido la exhibición de este documental se celebró en la Casa de las América una reunión de escritores y artistas para afrontar la cuestión del documental. Tal reunión, resultó un preámbulo de las que ocurrirían algunos días después en la Biblioteca Nacional, esta vez con la presencia también, ya apuntada, de miembros del Gobierno Revolucionario. Pero estas últimas reuniones iban a tener lugar de todas maneras, tarde o temprano. Era algo predecible, y Fidel lo aclaró sin rodeos al decir: «esta discusión [la de junio de 1961] -que quizás el incidente a que se ha hecho referencia aquí reiteradamente contribuyó a acelerar-, ya estaba en la mente del Gobierno».

El discurso de clausura de Fidel ha sido leído con frecuencia, y sin duda seguirá siéndolo. También ha sido objeto de numerosos comentarios e incluso se lo ha citado sin habérselo leído, o alterando sus líneas, o separándolas del conjunto. Para evaluarlo justamente, no sólo es imprescindible remitirse a él, sino que es útil recordar los contextos en que se produjo.

En sus Palabras de 1961 Fidel afrontó una cuestión candente, al decir: «El problema que aquí se ha estado discutiendo y vamos a abordar, es el problema de la libertad de los escritores y artistas para expresarse». Y las líneas que resumen el contenido esencial de este documento son:

«dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada. Contra la Revolución nada, porque la Revolución tiene también sus derechos y el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir, y frente al derecho de la Revolución de ser y de existir, nadie, por cuanto la Revolución comprende los intereses del pueblo, por cuanto la Revolución significa los intereses de la nación entera, nadie puede alegar con razón un derecho contra ella».
Como es evidente estos juicios son aptos para varias interpretaciones y así ha ocurrido. Lo cierto que se expresa con estas palabras anteriores es que «dentro de la Revolución» se incluye la crítica desde perspectivas revolucionarias, errores cometidos y nada relacionado con la sumisión. Con el discurso de «Palabras a los intelectuales», la intelectualidad cubana tuvo un camino a seguir: se aceptarían corrientes estéticas del mundo mientras que no atentaran contra las bases de la revolución, lo que de hecho permitía una gran libertad creativa. Al mismo tiempo, el Gobierno Revolucionario tuvo el derecho de controlar la producción cultural desde la mirada de lo revolucionario.

Una de las primeras consecuencias de las reuniones de junio de 1961 y del discurso de Fidel fue la terminación de la publicación de Lunes de Revolución y la convocatoria a un amplio congreso que se celebró en agosto de ese año, y de donde nacería la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

Luego de ver el documental me pregunto ¿cómo es posible que en 1961 fueran prohibidas aquellas imágenes de gente de pueblo cantando y bailando en la noche habanera? Para comprender el incidente de P.M. es necesario situarse en su contexto y no desde el presente.

P.M. fue prohibido «por ofrecer una pintura parcial de la vida nocturna habanera, que empobrece y desfigura y desvirtúa la actitud que mantiene el pueblo cubano contra los ataques arteros de la contrarrevolución a las órdenes del imperialismo yanqui».

El objetivo de P.M. no era hacer propaganda contrarrevolucionaria sino mostrar otra cara de la realidad cubana de entonces, la de la noche habanera con su música y sus bares. Pero el documental no estaba a tono con el clima de euforia miliciana creado en respuesta a las agresiones imperialistas y de ahí el gran conflicto que se desata.

La prohibición del cortometraje, que propició el cierre de Lunes y el célebre discurso de Fidel Castro, constituyó, pues, el primer gran hito en el camino que condujo al Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura, en el que se ratificó la permanente decisión de lucha por la extensión y profundización de una cultura de masas.

PM provocó que los intelectuales tomaran una posición ante la Revolución y las palabras a los intelectuales se encargaron de sentar las bases para el futuro cultural de la isla.

En el fondo de la batalla por PM y Lunes de Revolución lo que estaba en debate era el rumbo de la Revolución y el tipo de socialismo que habría de construirse en la Isla.

Los polémicos años 60 seguirían una línea en la cultura: poner el mayor esfuerzo en la obra revolucionaria y hacer del arte un arma de la Revolución Cubana.

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La autora es historiadora.