Recomiendo:
0

¿Qué ha quedado después de la tormenta de Túnez?

Fuentes: Cubarte

Los pronósticos de críticos y analistas como Ignacio Ramonet no se equivocaron en sus predicciones y perspectivas. Retórica e hipocresía aparte, no hay nada nuevo ni esperanzador para los países del Tercer Mundo, ni siquiera el Consejo Internacional asesor para las direcciones y números de Internet, el cual no dispone de poder de decisión ni […]

Los pronósticos de críticos y analistas como Ignacio Ramonet no se equivocaron en sus predicciones y perspectivas. Retórica e hipocresía aparte, no hay nada nuevo ni esperanzador para los países del Tercer Mundo, ni siquiera el Consejo Internacional asesor para las direcciones y números de Internet, el cual no dispone de poder de decisión ni capacidad para proveer alternativas. Estados Unidos mantiene el control total del sistema, reiterado con insolente autoritarismo por los Departamentos de Estado y Comercio.

Para que no quedaran dudas, el vocero norteamericano 

Gallagher ofreció un argumento definitivo. Y es que la comunicación digital a escala global es tan importante desde el punto de vista estratégico, que Estados Unidos no puede permitir que ni siquiera la ONU o país alguno intervengan en su administración u organización técnica.

Algunos países ya han comenzado a hablar de monopolización, censura e indiferencia hacia las naciones pobres. No se trata de donativos o contribuciones circunstanciales. Se trata de grandes sumas para la estructuración de redes o de los más costosos sistemas inalámbricos o de transmisión por satélite. Baste saber que Yoshio Utsumi, director General de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, mencionó en Túnez que hacen falta unos 1 000 millones de dólares para instalar las redes necesarias en unas 800 000 aldeas. No dijo quien va a proveer las finanzas o proyectos.

El alto funcionario parece caído de otro planeta, pues con seguridad más del 50% de esas villas carece de energía eléctrica y de ámbito funcional para la práctica digital. Lo más probable es que carezcan también de recursos técnicos, educativos y de formación, así como de políticas de comunicación. En toda lógica, su elevado costo sería asignado y atribuido a la empresa privada y al libre comercio.

En Túnez no se habló de la paralizante deuda externa que agobia al mundo. No se dijo nada del impacto del SIDA en los países de África, que ha dejado más de dos millones de huérfanos y eliminado un millón de maestros. No se mencionó a los casi 900 millones de analfabetos en el mundo, cifra que no cambia desde hace más de diez años. Tampoco se mencionó que más de 60 países no podrán cumplir el programa de Educación para todos, el cual pretende escolarizar a la mitad de los niños para antes del 2015. ¿De dónde y con qué?

Pese a gran afluencia, una oportunidad perdida

Más de 20 ,000 delegados de 175 países se reunieron en el lugar inapropiado para indagar sobre el futuro con escepticismo. En Túnez hubo censura y represión por parte del gobierno, que agredió a organizaciones no gubernamentales y representantes de la sociedad civil, quienes decidieron cancelar sus actividades y reuniones paralelas por falta de garantías. Estas contradicciones no fueron reflejadas o lo hicieron en forma mínima, por parte de la gran prensa mundial.
La poca seriedad y complacencia de los protagonistas del evento se vio en el acuerdo de un plan de acción verdaderamente imposible de realizar, de metas absurdas, dadas las circunstancias del mundo presente. El documento estipula que cada aldea, escuela y hospital, cuente con computadora y redes vinculantes a escala de todo el orbe, y que una, de cada dos personas en el mundo, tenga acceso a Internet antes de los diez próximos años.

Un elemento que sorprende y llama la atención es el hecho de que nadie ha asumido la responsabilidad de promover el financiamiento de los países pobres para impulsar su acceso al desarrollo tecnológico. La ONU, como Pilatos, expresó su descontento sin exigir compromiso alguno para adoptar las transformaciones necesarias. Nunca antes se vio que una conferencia tan importante diera tan pocos resultados y que, por el contrario, confirmara las tendencias negativas que afectan a los países subdesarrollados.

Ninguno de los dos puntos principales de la reunión, la suspensión del control sobre la asignación de direcciones y la ayuda suficiente a los países pobres, tuvo solución efectiva. El resultado obvio es que, eventualmente, se producirá una potencial monopolización e ilegal dominio sobre la administración de medidas relacionadas con el flujo de la red de redes. Un ejemplo es que Cuba debe dirigir sus comunicaciones digitales vía satélite, en vez de hacerlo a través del sistema óptico que une América Latina con Estados Unidos y Canadá, a muy bajo costo.

Algo más que ensueños y promesas

No importa que dirigentes de organismos internacionales hayan hecho promesas de reducir la brecha tecnológica que separa cada día más a los países vulnerables y a los países avanzados. Tampoco parece contar mucho el resultado probable de la expansión de las comunicaciones a partir de las líneas móviles, que no parece importarle a nadie y que ya comienza a distanciar a un mundo de otro, con enorme impacto sobre el comercio, la educación y la cultura.

En la propia Rabat se dio a conocer que había unos 1 750 millones de personas con telefonía móvil en todo el mundo, para un 39% de la población total. Lo que no dijeron es que más del 80% está en países desarrollados. Las diferencias entre países son extraordinarias, como es el caso del Reino Unido, Italia y Taiwan, que tienen, respectivamente, 109, 102 y 100 líneas por cada centenar de habitantes, mientras que la India tiene un 4%.

Para algunos países la carrera hacia el desarrollo no se detendrá mientras tengan condiciones económicas favorables, como es el caso de Japón, con 91 millones de teléfonos móviles, para un 72% de la población nacional; Estados Unidos, con 183 millones de líneas, que representa una tasa de penetracion del 61%; Rusia, con el 51% (74 millones de teléfonos; Alemania, con el 86% (72 millones) y Francia, con 44 millones de aparatos, para un 74 % de penetracion nacional.

Por su parte, Brasil abarca una tercera parte de su poblacion; España, un 94%, la cuarta mayor en los mercados mundiales. China es un caso especial, con un 25% de su población total (334 millones de usuarios), igual que Brasil, que cubre poco más de la tercera parte de su población. Esto hace evidente que se necesitan algo más que promesas para llevar a nivel semejante a los distintos países.

Esta avalancha de influencias no fue analizada en la Conferencia Cumbre de Túnez y todo indica que no se han hecho estudios sobre el particular, por lo que se desconoce cuál es la naturaleza y hasta dónde llegan las consecuencias de este fenómeno en términos de información, educación y cultura. ¿Qué va a pasar con los idiomas a nivel global? ¿Y también, cuál será el destino de las identidades, costumbres y tradiciones? ¿Terminarán por imponerse los que tengan más tecnologías?

Un dato final sobre los NOAL 

Pocos saben que en Rabat, lugar de la Conferencia Cumbre, tuvo lugar un acontecimiento histórico en 1976, directamente relacionado con la comunicación y la informática. Allí se celebró la I Conferencia Intergubernamental sobre Información de los Países No Alineados y se aprobaron por unanimidad los principios del Nuevo Orden Internacional de la Información, al que se opondría durante más de diez años el concepto imperialista del «libre flujo y el libre acceso», tomado por Estados Unidos de la Constitución norteamericana.

El Ministro de Información de Túnez, Moustapha Masmoudi, será el encargado de presentar ante la XX Conferencia General de la UNESCO en 1978, una resolución aprobando los términos del Nuevo Orden, así como de respaldo a la UNESCO en su lucha por el desarrollo de la comunicación, según los principios de los NOAL.

La reunión fue trascendente por sus análisis críticos y porque formuló las estrategias a seguir para evitar la desigualdad y la dependencia. También proclamó la naturaleza dominadora y excluyente de las grandes corporaciones transnacionales y la política hegemónica del gobierno norteamericano.

Resulta mucha coincidencia que treinta años después, en ocasión de la Cumbre Sobre Informática, y en el momento en que Malasia, Presidente del Movimiento de Países No Alineados se prepara para entregar la dirección de los NOAL a Cuba (2006), Estados Unidos concurra a Túnez, al mismo lugar del éxito No Alineado de 1976, para dar a conocer en tono grosero su voluntad de dominación totalitaria sobre Internet, la información y la comunicación. Quizá no se trate de coincidencia alguna. Después de todo, el imperialismo nunca olvida sus derrotas.

Fuente: CUBARTE