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La otra pata de la mesa: visión económica del país.

¿Qué modelo de desarrollo económico se quiere?

Fuentes: Rebelión

¿Qué Bolivia queremos? Todos estaríamos de acuerdo, y sin ningún «pero» que objetar, en gozar de una Bolivia donde se cumpliera estrictamente el principio de Sumaj Kamaña (Vivir bien). No creo que hubiera disenso alguno en que todos los bolivianos pudieran tener Teko Kavi (Vida buena). Tampoco habría discusiones a la hora de poder disfrutar […]

¿Qué Bolivia queremos? Todos estaríamos de acuerdo, y sin ningún «pero» que objetar, en gozar de una Bolivia donde se cumpliera estrictamente el principio de Sumaj Kamaña (Vivir bien). No creo que hubiera disenso alguno en que todos los bolivianos pudieran tener Teko Kavi (Vida buena). Tampoco habría discusiones a la hora de poder disfrutar de una Ivi Maraei (Sociedad soñada). Sin embargo, las diferencias proceden de cómo articular una Bolivia que satisfaga estos sencillos principios básicos.

Este nuevo proceso constituyente surge a partir de unas demandas de cambio. Existe un desencanto del viejo sistema colonialista y patriarcal. El modelo neoliberal implantado en Bolivia desde hace varias décadas ha generado una insatisfacción en muchos colectivos, y ha multiplicado los beneficios para unos pocos. Las políticas económicas neoliberales de los gobiernos precedentes no han solucionado los principales problemas de este país. Dicho modelo económico importado ha intensificado las desigualdades económicas y sociales, ha generado un aumento desmesurado de la pobreza, no ha mejorado los problemas de nutrición y sigue fomentando la exclusión social. Todas las recetas del FMI y Banco Mundial no han hecho más que empeorar las condiciones de vida de una gran parte del pueblo boliviano. Las transnacionales siguen enriqueciéndose mientras que muchos bolivianos tienen mayores dificultades para vivir bien.

Es ahora el momento del cambio y de dar un giro a ese devenir poco alentador. La Asamblea Constituyente es el instrumento representativo del poder constituyente emergido a partir de muchas reivindicaciones sociales. Este poder constituyente tiene la importante responsabilidad de construir una nueva constitución que mitigue todas las consecuencias nocivas derivadas de políticas colonialistas y neoliberales. Este nuevo desafiante proceso constituyente no solo debe luchar contra el actual sistema económico devastador sino que debe formular un nuevo modelo. Inventarlo si fuera preciso. Se precisa diseñar un nuevo modelo de desarrollo económico y social donde se cambien los postulados y pilares básicos de la economía. Se requiere tener una nueva visión de país, pero también en el sentido económico. Se debe trabajar en armar un nuevo régimen económico que permita dar respuesta a los problemas reales de la mayoría de la población boliviana. Un nuevo modelo de desarrollo que no solo llegue a las manos de unos sino que abarque a las minorías, a los campesinos, a los más excluidos, a las mujeres, a las poblaciones indígenas originarias.

Hasta el momento, los debates en torno a la nueva visión de país redundan en diferentes demandas: carácter originario, Estado pluranacional, Interculturalidad, Autonomías, y muchos otros temas de actualidad. Sin embargo, se está descuidando el aspecto económico. Si bien es cierto que muchos de los temas aludidos tocan tangencialmente a las cuestiones económicas, no termino de toparme con un interés fuerte en la formulación de un nuevo modelo económico. Esto me preocupa sobre manera. El diseño de un nuevo modelo de desarrollo económico que recorra transversalmente a las diferentes directrices de una nueva visión del país podría ayudar considerablemente a no caer en problemas del pasado. No podemos tener una visión del país sin tener en cuenta la visión económica. Sin desprestigiar a cualquiera de las demandas previamente citadas, las cuales me parecen de una necesidad imperiosa, desde acá, me gustaría sugerir una mayor atención en la creación de un nuevo modelo de desarrollo económico.

El nuevo modelo económico debe construir un Estado fuerte y preponderante, con un papel activo en los diferentes ámbitos económicos, y que permita aliviar y mitigar los efectos devastadores de una economía neoliberal. El Estado debe tener los dispositivos para equilibrar situaciones de desventajas, y luchar contra la pobreza como objetivo prioritario. El nuevo régimen económico se ha de basar en principios de distribución equitativa de la riqueza, reciprocidad, solidaridad regional y humana, participación estatal, desarrollo sostenible, justicia social, eficiencia, protección del medio ambiente y productividad. Se debe potenciar la economía social como nueva forma para mejorar las condiciones de vida de gran parte de la población. También se debe tener en cuenta los potenciales beneficios de la economía del trueque como mecanismo de satisfacción de muchas necesidades básica. El comercio justo debe ser eje central en el diseño de las relaciones comerciales con otros países. En el régimen laboral, el nuevo modelo de desarrollo económico debe proponer mecanismos contractuales que garanticen un salario justo y condiciones laborales favorables. Además, los bolivianos deben tener derecho a un régimen de servicios sociales, salud, justicia y educación pública y gratuita.

Detrás de todos estos deseos de un nuevo modelo económico, resulta preciso articular los mecanismos y políticas económicas que contribuyan positivamente a satisfacer tales objetivos. Sin tener identificado el «cómo», no podremos alcanzar todo aquello que se desea en esta nueva visión de país. Sería enormemente peligroso solo tener claro hacia dónde se quiere ir, sin saber cómo llegar a ese destino. Sería frustrante para los bolivianos quedarse solo en papel manchado de peticiones de una nueva visión económica del país, y al final, no disfrutar de tales deseos. Por tanto, será imprescindible trabajar desde ya en los «cómo» para que se pueda llevar a la práctica esa nueva visión del país.

Para que la nueva visión platónica del país sea realista en un futuro inmediato, la agenda debe considerar algunas cuestiones básicas: a) implementar un nuevo régimen fiscal más progresivo que reduzcan desigualdades, b) políticas de gastos focalizadas en colectivos desfavorecidos que reduzcan las condiciones de pobreza, c) gestionar adecuadamente el turismo, y el ecoturismo, para que no perjudique a los de siempre y mejore a los desfavorecidos, d) políticas de fomento de inversiones productivas para pequeños y medianos productores, e) establecimiento de economías mixtas para la provisión de muchos servicios, f) política de descentralización definiendo las competencias fiscales de los diferentes niveles autonómicos basados en principios de solidaridad, g) políticas económicas de inclusión social y h) política de nacionalización de los recursos naturales. Estos son temas pendientes en los que se requiere profundizar para tener una verdadera visión del país. Puede que haya tiempo para trabajarlos, pero no debería postergarse para mucho más tarde. Podríamos correr el riesgo de tener una visión miope del país, y equivocarnos, y no sé si estamos en condiciones de dejar pasar el tren por la puerta de casa.

Para resumir, echo a faltar más énfasis en el componente económico de una nueva visión del país. Sería alarmante descuidar este aspecto en la construcción de nuevo país. La nueva visión del país quedaría coja sin esta pata de la mesa. La consolidación de una nueva Bolivia originaria, democrática, libre, soberana, plurinacional, intercultural, plurilingüe, participativa y descolonizada exige una visión clara y precisa del nuevo modelo de desarrollo económico en un doble nivel: qué se quiere y cómo se llega a lo se quiere. Todo esto no quiere decir que el aspecto económico deba estar separado y desligado del resto de demandas, sino que se debe tener una visión del país integral donde la mirada económica esté en concordancia con este nuevo país que se quiere construir.