Carlos Blanco Escola, Coronel de Caballería ha publicado «Falacias de la Guerra Civil. Un homenaje a la causa republicana», estudio sobre las condiciones militares que se dieron en el ejército fascista y en el Ejército Popular Republicano. Vaya por delante que Carlos Blanco Escola, por lo que manifiesta debe ser un militar respetuoso con la […]
En la «Introducción» expone muy escuetamente las condiciones, los antecedentes del golpe, algunos datos de cómo lo prepararon. Siendo atractiva toda la exposición, prefiero centrarme en el momento en que triunfa en las elecciones el Frente Popular, 18 de Febrero del 36. Los partidos monárquicos de ultraderecha, Renovación Española y Bloque Nacional, ponen en marcha su estrategia de desestabilización, por un lado crean en el parlamento alborotos continuos para dar la impresión de su inutilidad a los ciudadanos, que del Parlamento no salga nada, que se viva permanentemente en el escándalo, que sea un estamento que irradie tensión a la ciudadanía, a la sociedad, y genere malestar; después llevar esa tensión, ese malestar, el enfrentamiento continuo, a la calle, su discurso es violento y catastrofista, y en paralelo los partidos monárquicos, financian a los falangistas, grupos de matones, para producir terror. Comienzan los pistoleros de Falange sus atentados el 12 de Marzo, el objetivo de ese día es Luis Jiménez de Asúa, militante del PSOE, a quien matan es al policía de escolta. El autor es detenido, falangista, juzgado el 11 de Abril. A consecuencia de esto, dos días más tarde asesinan al Magistrado Manuel Pedregal, que había ejercido como ponente en la causa. Las provocaciones fascistas, los asesinatos de republicanos, han arrancado con toda violencia tras la victoria electoral del Frente Popular, puede repasarse la prensa de es tiempo y encontraremos crímenes falangistas continuos. Entre otros, asesinan a dos periodistas republicanos, Manuel Andrés Casaus, y, Luciano Malumbres. Con la desestabilización en el Parlamento y en la calle, empezaron a vocear pidiendo la intervención del ejército. La derecha, acostumbrada a los pronunciamientos golpistas tras la desestabilización provocada, pensaron que iba a ser igual que siempre, golpe de Estado y resuelto, después una matanza y volvemos a empezar. Pero hubo resistencia popular. Aquí es donde entra el autor con más detalle y con pruebas, datos concretos, de peso. Así es como podemos conocer lo recibido por los militares africanistas, de tácticas guerreras coloniales y carácter fascista, de los gobiernos de Hitler y de Mussolini. Con esa ayuda pudieron trasladar a la Península al ejército africanista y sembrar el terror en los pueblos y ciudades que tomaban. También podemos conocer lo que a los tres meses de comenzada la guerra, los republicanos españoles empezaron a recibir de la Unión Soviética. Los enemigos de la República enviaron armamento, tropas, financiación económica, petróleo, alimentos, detuvieron barcos republicanos, hundieron los que traían ayuda a la República, hicieron prisioneros a los republicanos que pasaban a Portugal, a Francia,…, y los entregaban a los sublevados.
Entre las causas que dispuso a los jefes militares africanistas al golpe estaba el decreto de Azaña de 1931 pretendiendo restablecer la legalidad conculcada por Primo de Rivera: en 1918 se prohibieron los abusos que significaban procurarse ascensos militares al margen de la legalidad establecida por el gobierno, asunto este en el que se empleaban los militares de Marruecos, situándose a la cabeza del ejército al pasar por un atajo ilegal. Primo de Rivera y el monarca Alfonso XIII los favorecían para ganárselos, entre ellos estaban Sanjurjo, Goded, Franco, Fanjul, Mola y Varela, que recibieron dos ascensos cada uno. La plana mayor golpista. Pero el decreto de Azaña no se aplicó en todo su sentido, y así por ejemplo Franco, que había ocupado el primer puesto de mando paso a ocupar el puesto número 15, cuando si se hubiese hecho cumplir el decreto en su totalidad no habría pasado de teniente coronel; además dejó la dirección de la Academia General Militar, que también fue clausurada, y que el dictador Primo de Rivera le había entregado. La Academia era el lugar de aprendizaje de los futuros oficiales que iban a dirigir el ejército gendarme que el rey Alfonso XIII quería tener. Contra Azaña y su decreto ya hicieron un levantamiento en 1932, La Sanjurjada, pero no encontraron apoyo suficiente y fracasaron. La experiencia les condujo a la indagación para conseguir las fuerzas que les faltaron. En ese sentido 1933 sería para ellos un año importante: se reorganizan los partidos derechistas, crean organizaciones fascistas (Falange, UME) y Lerroux se alza con el gobierno que sustituye al de Azaña para acabar con su proceso de reformas: vuelve la ilegalidad militar promovida por la monarquía, se echa atrás el proyecto de reforma agraria, se suspende la reforma laboral (40 horas semanales, subida de salarios, derechos sindicales,…), suspende la autonomía catalana, suspende la libertad religiosa, suspende la separación de la iglesia con respecto a la enseñanza, y además decreta una amnistía para los militares golpistas de La Sanjurjada. Lerroux ha servido de catalizador de los militares fascistas, los potentados y la Iglesia, todos con intereses económicos y deseos de Poder. El levantamiento fascista comienza en las plazas africanas, en la Península se dedican a hacer matanzas por todos los pueblos y ciudades que pasan a cuenta de la poca organización popular que existe. Gerald Brenan señala: «La matanza de Badajoz» es «el acto culminante de un ritual que había sido representado en cada ciudad y pueblo del suroeste de España». Los ánimos de Franco y demás golpistas estaban en lo más alto, Franco declaraba al norteamericano Jay Allen, periodista del Chicago Tribune: «Continuaremos la guerra aunque tenga que matar al cincuenta por ciento de los españoles». En el Estrecho de Gibraltar la marina ha quedado en manos de los soldados, ellos mismos han destituido a los oficiales golpistas. La marina aguanta unos días hasta que llega la aviación nazi-fascista y la bombardea, además, los ingleses, en Gibraltar, se niegan a suministrar combustible a la marina republicana. Si la Iglesia Católica formaba parte de los fascistas, en el exterior se movilizó para apoyar a Franco con ayuda económica y política: la Iglesia Católica de Estados Unidos consiguió evitar que se levantara el embargo de armas a la República Española. La Sociedad de Naciones, organismo creado tras la 1ª Guerra Mundial para resolver los conflictos mediante el diálogo, hizo caso omiso a las peticiones de intermediación del Gobierno legalmente establecido, el gobierno republicano. Carlos Blanco Escola ofrece un dato que siempre ha quedado oculto por la maraña de la guerra y que señala a los ingleses: en la bolsa londinense la libra esterlina se cambiaba a 77 pesetas de la zona fascista, mientras que a los republicanos se les pedía por cada libra 273 pesetas. Preferían el fascismo en España a la libertad en España. Por si esto resulta poco leamos lo que decía Winston Churchill al delegado ruso en el Comité de No Intervención tras un enfrentamiento del delegado ruso con el representante fascista italiano, a quien acusaba de saltarse los acuerdos: Winston Churchill: «Espere una semana y verá terminado ese desagradable asunto. ¿Ha visto los periódicos de hoy? Un día o dos más, y Franco entrará en Madrid. Y luego, ¿quién se acordará de la República Española?. Pero el primer asalto a Madrid fracasaría , así como los 4 siguientes, y de Noviembre del 36 soportó el cerco hasta Marzo del 39.
II
Entre los muchos datos que el autor, Carlos Blanco Escolá pone sobre la mesa con el titulo «Falacias de la Guerra Civil», a cada cual más interesante, voy a destacar uno que se menciona muy poco: los fascistas recibían petróleo norteamericano de Texaco, Texas Oil Company, se lo suministraba a CAMPSA. Las entregas a los fascistas «eran a crédito y sin garantía alguna». Y es que el presidente de la Texaco, «Thorkild Rieber era gran admirador de Hitler». El petróleo, que por contrato pertenecía a la República, pagado por la República, fue a parar a manos de los golpistas hasta alcanzar la cantidad de 1.866.000 toneladas. Por lo que se refiere a la compra de armas presenta datos similares, si a los fascistas les llegaba de todas partes el abastecimiento, a los republicanos se les negaba, pero además el engaño y la estafa al gobierno democrático era moneda corriente: pagaba fusiles al doble de su precio, intentó comprar aviones a Bélgica y la compañía SABENA cobró por adelantado y se quedó con el dinero, no entregó los aviones, las armas que llegaban a las fronteras o en barco eran requisadas y entregadas a los fascistas,… El Ejército Popular Republicano, compuesto de trabajadores, sin conocimientos militares, debió formarse y aprender sobre la marcha. Solo las Brigadas Internacionales (¿será preciso recordar, como señala el autor, que empezaron a formarse con asistentes a la Olimpiada Popular de Barcelona, que se suspendió debido al golpe fascista, y estaba previsto celebrarla como réplica a los Juegos Olímpicos de Berlín organizados por los nazis?) voluntarios antifascistas, cuerpo creado en una base de Albacete donde se les formó militarmente, intervinieron a favor de la República; su primer contacto con la guerra fue en Madrid el 6-7 de Noviembre del 36, deteniendo el avance de los fascistas sobre la capital. Entonces hacían frente a los fascistas los milicianos, gente trabajadora, sin formación militar. El Teniente Coronel Rojo, que se hizo cargo de la defensa de Madrid tras la marcha del Gobierno a Valencia, se encontró sin organización ninguna, pero sí con una moral muy alta en los defensores. Rojo declaró: «Madrid quería batirse. Carecía de armas, de organización, de fortificaciones, de jefes; pero en cambio poseía una superabundancia de moral exaltada y de pequeños caudillos, y una masa ciudadana dispuesta a cumplir un deber histórico a costa de cualquier sacrificio.» No había frente de combate, se encontró con zonas extensas sin cubrir ni con vigilancia, hubo de contactar con los combatientes dispersos, formar unidades, cubrir zonas, nombrar jefes, poner en marcha un sistema de transmisiones, empezar la coordinación,… y designar fuerzas de vanguardia con la orden de resistir hasta lo último. Ante la imposibilidad de tomar Madrid, Franco cambió de objetivo. La aviación sería el arma que en buena medida serviría de llave a los fascistas para ganar la guerra; aquí estrenaron y probaron tácticas y armas que emplearían nazis alemanes y fascistas italianos en la Segunda Guerra; pero no me resisto a exponer cómo la aviación republicana intervino la primera vez en la defensa de Madrid, Mijail Kilstov lo cuenta de la forma siguiente: «Por la mañana ha aparecido otra vez la aviación (rebelde) dispuesta a bombardear, pero de súbito se ha encontrado con un grupo de cazas pequeños, muy rápidos. Sobre la parte occidental de la ciudad se ha entablado el combate. Los aparatos de bombardeo fascistas se han dado a la fuga. El entusiasmo del público ha sido increíble. Los madrileños aplaudían, alzando los brazos al cielo, arrojaban los gorros hacia arriba, y las mujeres, los chales.» Eran los «chatos», avioncitos hechos con madera contrachapada. También entrarían en combate los «mosca», pueden hacerse idea de su tamaño cuando se les daba ese nombre. Después de caer Madrid, cayeron Cuenca y Guadalajara, Valencia, Alicante, Jaen, Cartagena,… El día 1 de Abril de 1939, Franco leyó su parte de guerra: En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo…» Madrid había caido el 28 de Marzo y pusieron en funcinamiento los Consejos de Guerra, así, el día 30 de Marzo dictaron la primera sentencia: Manuel alcázar Montesinos, vecino de Carabanchel y padre de 6 hijos fue el primer condenado a muerte y ejecutado, por el delito de «adhesión a la rebelión»; el falseamiento de la Historia era una característica del regimen fascista y del nazismo. El bando en el que los fascistas declaraban el estado de guerra, lo emitió la Junta de Defensa de Burgos en Julio de 1936 y lo mantuvieron hasta el 7 de Abril de 1948, 12 años . Ya lo dijo Franco en su discurso del 19 de Mayo, en el primer desfile para celebrar su victoria: «Terminó el frente de la guerra, pero sigue la lucha en otro campo.» A partir de entonces, según los cálculos más moderados, llevaron a cabo 50.000 fusilamientos. El retroceso social que impusieron fue de tal calibre, que en 1951 los jornales todavía se situaban en el 60% del nivel de 1936. Negaron todos los derechos de los trabajadores, recortaron los sueldos como vemos, los terratenientes se hicieron de nuevo con todas las tierras, la Iglesia Católica se apropió de la Enseñanza y de la vida pública y en familia, formó parte del Estado fascista. En ese discurso de la victoria Franco declaró: «Que nadie piense en volver a la normalidad anterior.»El Papa Pío XII había mandado su bendición a Franco. Al día siguiente del desfile y el discurso, la Iglesia llevó a cabo una ceremonia fastuosa en las Salesas Reales para consagrar al denominado Caudillo, le nombraron Caudillo por la Gracia de Dios. Para el Te Deum en agradecimiento a Dios por la victoria llevaron reliquias históricas como el Arca Santa de Oviedo, las cadenas de las Navas de Tolosa, la lámpara votiva del Gran Capitan, el gallardete que portaba la nave de don Juan de Austria en Lepanto… Al proclamado Caudillo lo recibieron en la iglesia bajo palio con repique de campanas, fuera tronaban los cañones. La Iglesia Católica en aquel acto otorgó a Franco la legitimidad teocrática, la misma que dieron a las monarquías absolutas, se le presentaba como una designación divina, su asimilación al nazismo les llevó a titularle «encarnación del alma nacional», «representante de la voluntad de la nación desde la eternidad», «hombre concedido por la Providencia», «héroe y profeta»… La Iglesia Católica se estableció como ideóloga del Estado fascista. Los generales africanistas no encontraron apoyo entre el pueblo más que el que le ofreció la Iglesia Católica. Retomando los «autos de fe» que llevaban a cabo con la Inquisición, hicieron en las calles de Madrid una espectacular quema de libros, era la expresión pública de lo que representaría la que ellos titularon Ley de Prensa, firmada por Serrano Suñer el 22 de Abril de 1938, control de todos los medios de información y cultura. Había quedado anulada la Constitución Republicana, y por tanto su artículo 34 que establecía que toda persona tenía derecho «a emitir libremente sus ideas y opiniones valiéndose de cualquier medio de difusión.»
El libro «Falacias de la guerra civil. Un homenaje a la causa republicana» entra en todo esto con sencillez, con gran número de datos aclaratorios, con algunas aportaciones verdaderamente resplandecientes, que llenan de interés la lectura. Entre todo lo que está saliendo, es una aportación que conviene tener en cuenta a la hora de leer.
Título: Falacias de la Guerra Civil. Un homenaje a la causa republicana.
Autor: Carlos Blanco Escolá.
Editorial: Planeta.