1. El exrector de la UNAM en 1970-72, Pablo González Casanova muy festejado el pasado febrero por cumplir los 100 años de edad, y Manuel Pérez Rocha, fundador y primer rector de la UACM en 2001, son los creadores de los cinco planteles del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM.
Fue un colegio que llegó a tener 75 mil estudiantes en sus cuatro turnos diarios: de 7 a 11, de 11 a 14, de 14 a 17 y de 18 a 21. Sus profesores ingresamos todos por concurso abierto de oposición, pero podríamos dejar la plaza por incapacidad y expulsión acordada por estudiantes, con aprobación de asambleas; por lo menos en sus cuatro primeros años.
2. Todos los profesores teníamos estudios de licenciatura o más, además de muchas experiencias; muchos de la rama social (historia, talleres) teníamos militancia política de la izquierda radical o por lo menos que hubieran participado en el movimiento estudiantil de 1968. Así que nuestro activismo y lecturas de Paolo Freire y muchos más, nos daban ventaja en el proyecto de coordinación de grupos numerosos y de asambleas. Por ello también, los egresados del CCH, al ingresar a facultad, se les comprobó más conocimientos y activismo que los egresados de otras escuelas. Tuvieron suerte de vivir todo el activismo escolar.
3. Como profesores, lo primero que exigíamos a los estudiantes es que sean críticos y participativos, porque además ellos mismos tendrían que calificarse. Les decíamos –de acuerdo con Paolo Freire- que nosotros no íbamos a imponer los conocimientos, sino que juntos tendríamos que construirlos; que ellos tenían que preparar los temas y las clases buscando que el profesor sólo se dedique a coordinar las discusiones y los análisis, cuando más complementarlos. Muchas veces los estudiantes de un salón llevaron a las reuniones de academia de profesores o a las asambleas generales, peticiones contra algún profesor.
4. Los profesores teníamos que prepararnos, además cumplir con nuestro horario porque –sin la intervención de un director o un reloj checador- los estudiantes nos vigilaban, exigiendo tener conciencia social. Yo fui fundador del Sindicato de maestros de la UNAM (SPAUNAM), así como uno de sus 20 directivos, pero sí me dí cuenta que el sindicato -al defender el trabajo de los profesores- como aparato de poder, impidió que los estudiantes puedan pedir la expulsión de un profesor aunque sea incapaz y flojo. Para mí fue terrible porque pude ver cómo un aparato derrotó la autogestión de los estudiantes que nosotros mismos habíamos construido.
5. De 1972 a 1977 estuve en el CCH Oriente y de 1977 a 1984 me pasé al CCH Sur, porque además era profesor en la Universidad Pedagógica (UPN). Pienso que los exrectores González y Pérez Rocha tuvieron un acierto al crear el CCH. Cuando yo dejé el CCH para viajar a Mérida en 1985 y reingresar a la Universidad de aquí, ya se hablaba de acabar con los cuatro turnos para convertirlos en dos y al mismo tiempo reducir su alumnado. No he sabido casi nada de lo sucedido después de 1985. Lo que más me duele es que haya dejado de ser aquel colegio libertario de donde sacábamos brigadas de apoyo a huelgas de obreros y campesinos. ¿Cuántos exCChacheros se convirtieron en buenos profesionistas y activistas?
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