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Recuperan los trabajadores mexicanos el primero de mayo

Fuentes: Rebelión

  1. Los presidentes mexicanos Vicente Fox y Felipe Calderón, al abandonar los festejos de la Revolución Mexicana el pasado noviembre y del Día del Trabajo el próximo primero de mayo, respectivamente, tuvieron razón. Con ello demostraron que son consecuentes con sus ideales derechistas y pro empresariales. ¿Cómo imaginar a un Fox, con pensamiento y […]

 

1. Los presidentes mexicanos Vicente Fox y Felipe Calderón, al abandonar los festejos de la Revolución Mexicana el pasado noviembre y del Día del Trabajo el próximo primero de mayo, respectivamente, tuvieron razón. Con ello demostraron que son consecuentes con sus ideales derechistas y pro empresariales. ¿Cómo imaginar a un Fox, con pensamiento y acciones de aristócrata, diciendo un discurso contra los terratenientes o el imperialismo yanqui para ser consecuente con algunos principios por los que luchó la Revolución burguesa de 1910-17? ¿Cómo pensar en un Calderón encabezando o presidiendo un desfile obrero para conmemorar el día trabajo que es de origen socialista y, por tanto, anti empresarial? La realidad es que el cinismo de los políticos alcanza para eso y más, pero prefirieron evitarse más problemas.

 

2. En México el primer desfile del Primero de Mayo se realizó, según algunas fuentes, en 1913 por los obreros de la organización anarquistas Casa del Obrero Mundial en medio de una gran represión ordenada por el presidente usurpador Victoriano Huerta. A pesar de que desde 1889 los anarquistas y socialistas en el mundo habían comenzado a conmemorarlo para recordar a obreros asesinados en Chicago tres años antes, por luchar contra la explotación y por la reducción de horas de trabajo a ocho, no se habían dado las condiciones para que los trabajadores pudieran salir a la calle. Fue esa organización anarquista perseguida, que en 1915 será penetrada por líderes gobiernistas que la vendieron, la que en medio de la represión del usurpador que asesinó al presidente Madero y al vicepresidente Pino Suárez la que en ese momento dio la cara.

 

3. Sin embargo fue sólo hasta 1923 cuando empiezan a frecuentarse esos desfiles. En ese año la organización obrera poderosa era la CROM, presidida por un corrupto líder, Luis N. Morones, estaba a las órdenes del presidente Obregón, más tarde a las del presidente Elías Calles. Sin embargo existía desde 1920 la Confederación General de Trabajadores (CGT) de carácter anarcosindicalista que encabezaba -con la oposición del gobierno y de la CROM- las luchas independientes de los trabajadores. Su anarquismo venía de las luchas obreras magonistas de Cananea y Río Blanco. Pero esta organización al levantar el principio de la «acción directa», es decir, llevar la lucha de clases hasta el fondo, haciendo a un lado a la política y los políticos, fue perseguida y muy reprimida. Esta CGT le dio mucha combatividad a s marchas de los primeros de mayo.

 

4. La CGT casi se derrumbó durante el gobierno de Cárdenas (1934-40) al crearse en 1936 la Confederación de Trabajadores de México (CTM) Con esta organización, que llegó a agrupar hasta tres y medio millones de obreros en su mejor momento, la burocracia obrera nacional encabezada por Fidel Velázquez durante 61 años, es decir, hasta la muerte de ese dirigente a los 97 años de edad, cogobernó con el gabinete presidencial. La realidad es que durante seis décadas Velázquez y el presidente de la República en turno, determinaron las políticas laborales. Aunque había una decena de organizaciones nacionales de trabajadores con 50 o 100 mil afiliados, la CTM determinaba todo lo que había de hacerse. Los desfiles de los primeros de mayo sólo sirvieron para darle «gracias al señor presidente por los favores recibidos».

 

5. Al imponerse el neoliberalismo en México durante el gobierno de Miguel de la Madrid, el desfile del Primero de mayo comenzó a desestabilizarse. El 1 de mayo de 1984 una «bombita molotov», que alguien arrojó en el balcón de Palacio Nacional durante aquel desfile, comenzó a acabar el control gubernamental de las marchas obreras. El acumulado descontento de los trabajadores que ya no soportaba la política de desempleo, la inflación y la austeridad radical en la inversión pública, así como las numerosas huelgas obreras de los años setenta, el tradicional entreguismo de los líderes «charros», la formación de algunas centrales seudo independientes que comenzaban a integrarse al llamado Congreso del Trabajo, fue radicalizando a los obreros más luchadores hasta llevarlos a exigir sus derechos de manera abierta y combativa.

 

6. Puede demostrase que antes de 1984 los gobiernos priístas, usando a los líderes «charros» o vendidos -desde 1941 encabezados por los llamados «cinco lobitos»: Fidel Velázquez, Fernando Amilpa, Jesús Yurén, Alfonso Sánchez Madariaga y Luis Quintero, mantuvieron un férreo control sobre la clase obrera. Tal como sucedió aquel día en que el presidente de la República, Miguel de la Madrid, inició la marcha obrera junto a varias decenas de líderes charros para luego presidir todo el desfile saludando desde los balcones del Palacio y recibiendo aplausos y agradecimientos, así sucedió por más de cincuenta años. Todas las mantas y pancartas eran para darle «gracias al señor presidente» sin asomarse ni la más mínima queja o protesta. A partir de aquel año los líderes, mismo Fidel Velásquez, comenzaron a huir del primero de mayo.

 

7. Aquel 1 de mayo, a las 10 de la mañana el presidente De la Madrid encabezó la marcha después de izar la bandera en el asta central del Zócalo. A las10.20 el primer mandatario estaba ya en el balcón de Palacio saludando al primer contingente. Sorpresivamente un sindicato, el de la SARH, se detuvo frente al balcón y exigió aumento salarial. El locutor pidió por el gran sonido que nadie se detenga porque «todas las demandas ya fueron tomadas en cuenta». Empezaron algunos gritos de «huelga, huelga, huelga», pero se dio orden de que las bandas de guerra toquen más fuerte. De pronto los petroleros en sus mantas denunciaron al director de PEMEX Mario Ramón Beteta, al gobierno y a sus dirigentes. Gritaban: «País petrolero y el pueblo sin dinero». También se exigía solución a la cooperativa refresquera Pascual.

 

8. Las demandas eran: aumento salarial de emergencia, alto a la carestía de la vida, control de precios y de la inflación, rechazo a los topes salariales, cumplimiento de prestaciones laborales, aplicación real de la renovación moral, solución a los conflictos de Uramex y de Pascual, reducción de la carga fiscal para los trabajadores. Las demandas obreras, como podrá verse, eran muy concretas y urgentes; pero la clase política integrada por altos funcionarios, legisladores, líderes obreros charros y dirigentes de la izquierda amaestrada, que injería bocadillos, refrescos y algunos vinos en los salones e Palacio, estaba poco atenta a lo que abajo sucedía. Hasta ese año en Palacio se celebraban convivios, así como grandes y aristocráticas fiestas, sobre todo las que se organizaban la noche del 15 de septiembre festejando la independencia nacional.

 

9. La manifestación se fue calentando hasta que, según los periódicos del día siguiente, pasó frente al balcón la Preparatoria Popular. Se gritaba: «No queremos goles, queremos frijoles», «La ganancias del petróleo deben ser para la creación de fabricas», «Por un nuevo sindicalismo» y entonaban la canción. «Venceremos, venceremos, las cadenas se habrán de romper» y que de ahí (sin de que probara) salió un bomba molotov que pronto fue apagada, pero que a los diez minutos salió otra que causó verdaderos estragos. Se publicó que las llamas de la bomba alcanzaron a Concepción Oliveira en el brazo derecho, que quien recibió el flamazo fue Alejandro Carrillo, director del ISSSTE, y que con el pantalón encendido atravesó el salón de Embajadores, que Jorge de la Vega se desmayó y que Ricardo García Sainz y Juan Miranda estaban chamuscados.

 

10. Se buscó culpar a los jóvenes de las combativas preparatorias populares. Se abrió una «cacería de brujas» contra los jóvenes de los CCH, pero particularmente contra esas valerosas Prepas populares que nacieron al fragor de las luchas de 1967-1968 y vivieron del boteo en las calles, en edificios viejos como el de Liverpool, Tacuba y Fresno, con profesores solidarios y apoyando las huelgas obreras de los setenta. El gobierno no pudo probar sus acusaciones. Apresó a 12 jóvenes, entre ellos dos niños, obligándolos mediante presiones a declararse culpables. No había nada que perseguir porque la culpa era de los gobiernos priístas que habían mantenido a la población en la miseria, pero particularmente la culpabilidad había que descargarla contra ese gobierno de De la Madrid-Salinas que empezaba a imponer por la fuerza el neoliberalismo privatizador.

 

11. Hoy tenemos una clase obrera menos sumisa. Los líderes obreros deben cuidarse un poco más para que no sean desconocidos. Aunque en varios estados de la República los líderes obreros charros siguen maniatando a los trabajadores, sobre todos donde no hay organizaciones sociales independientes, empieza a manifestarse algunas muestras de independencia. Los electricistas del SME, la CNTE, los pascuales y varios sindicatos agrupados en la UNT, entre ellos los universitarios, los telefonistas y los del IMSS, han dado muchas muestras de independencia. Quizá pueda tenerse algunas esperanzas en las luchas del sindicalismo independiente de los próximos años. Pero éstas no pueden marchar aisladas de otras batallas como las de los indígenas, las del magisterio, los colonos y las confrontaciones políticas. Por un primero de mayo combativo y autónomo.


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