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Recuperar el Zócalo para el pueblo y festejar la noche del 15

Fuentes: Rebelión

  1. Los militares del Estado Mayor Presidencial, al servicio del presidente ilegítimo Felipe Calderón, han bloqueado más de la mitad del Zócalo de la Ciudad de México llenándolo con rejas o cercas de hierro de 1.50 metros de altura atadas con gruesas cadenas y grandes pasadores movibles. Esas rejas son un reto, una verdadera […]

 

1. Los militares del Estado Mayor Presidencial, al servicio del presidente ilegítimo Felipe Calderón, han bloqueado más de la mitad del Zócalo de la Ciudad de México llenándolo con rejas o cercas de hierro de 1.50 metros de altura atadas con gruesas cadenas y grandes pasadores movibles. Esas rejas son un reto, una verdadera ofensa a los capitalinos que cuentan con un magno Zócalo rodeado por bellísimos edificios coloniales bien restaurados y conservados, que les agrada pasear en tardes y noches, sobre todo en este mes que está lleno de preciosos adornos e iluminación. En otras ocasiones, sobre todo en los últimos años del gobierno de Fox, durante las visitas de Bush y los primeros meses del gobierno de Calderón, se han usado bardas metálicas de 3.20 metros para frenar o impedir las marchas de protesta del pueblo. La realidad es que estas barditas de hoy de nada sirven frente a masas de un pueblo indignado.

 

2. No se olvida que desde el pasado dos de septiembre fue ocupado el Zócalo por miles de militares, muchos disfrazados de policías y civiles. Aquel día se apoderaron de las calles 16 de Septiembre y Pino Suárez (que acceden al Palacio Nacional) para que los invitados del presidente ilegítimo, Felipe Calderón, escucharan el «informe» que éste no pudo rendir en el Congreso. Como sólo faltaban 13 días para la más importante fiesta nacional del año: la noche del día 15, fiesta de la Independencia de México, los militares recibieron órdenes, no sólo de seguir ocupando el Zócalo sino de extender el espacio que ocupaban. Hoy el Zócalo, esa bella Plaza de la Independencia cuadrada, que al parecer con sus 200 metros por lado (sólo superada en tamaño por la plaza de Pekín y Moscú) está llena de militares que buscan asegurar que el presidente usurpador encabece el «Grito de Independencia» que anualmente se festeja en esa Plaza.

 

3. Si la noche del 14 y del 15 todavía siguen las cercas y los militares en el Zócalo existiría el peligro de una gran represión de los milicos ante las protestas de la población capitalina. En Cancún, aquel 9 de septiembre de 2003, después que el coreano Lee Kyung Hae se quitó la vida con una navaja para manifestar su protesta e impotencia frente a la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) presidida por Bush, sus compañeros prepararon una ofensiva para derribar las cercas metálicas de 3.30 metros que nos impedían el paso a la zona hotelera de la reunión. Bastó una gran cuerda gruesa y fuerte que tiramos más de 50 participantes para echarla abajo. Así que esas pequeñas rejas de nada servirían ante el coraje y el empuje de la gente. La actitud de Calderón de conservar al ejército en el Zócalo no sólo da la impresión de que el centro histórico del DF está en Estado de Sitio sino que representa una provocación.

 

4. La fiesta del 15 de septiembre, en México es más importante que la «Noche buena» del 24 de diciembre. Desde las 6 de la tarde comienza a llenarse el Zócalo y la gente se divierte tirando confeti, tocando pitos, agitando banderitas, luciendo su mejor disfraz, saboreando dulces y fritangas, arrojando globos y caminando de un lugar a otro. A las 11 de la noche, a la hora del «Grito» desde Palacio Nacional, ya «no cabe ningún alfiler» más en el Zócalo. En la ideología panista no figura como acontecimiento importante la Independencia de México, la Reforma o la Revolución Mexicana, porque fueron revoluciones o batallas triunfantes que se hicieron contra los conservadores y la iglesia. Los panistas festejarían mejor a Iturbide, a Alamán, a Maximiliano, a Porfirio Díaz, a Madero y al viejo José Vasconcelos. Las llamadas «fiestas patrias» no les causan entusiasmo, aunque cuando son autoridad se ven obligados a realizar la ceremonia.

 

5. Los seguidores del López Obrador, del PRD y de FAP, pretenden dormir en el Zócalo la noche del 14, pasar el día 15 en ese lugar preparándose para que la ceremonia sea realizada por los lópezobradoristas, tal como sucedió el año pasado. A pesar de que los medios de información, en particular Televisa y TV Azteca, en 2006 boicotearon aquella fiesta de los sectores de izquierda para dar relevancia a la que realizó Fox en otro estado de la República (Guanajuato), fueron más de cien mil capitalinos los que participaron en los festejos de la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México. Dado que el gobierno del DF, por ser perredista, no ha reconocido al gobierno de Calderón, legítimamente le corresponde presidir la ceremonia tal como sucedió hace un año. Éstos han designado a la luchadora social, hoy Senadora, Rosario Ibarra, para que sea quien presida la ceremonia y quien dé el llamado «Grito» de Independencia esa noche.

 

6. México, como el resto de América Latina, logró su independencia a principios del siglo XIX; sin embargo, a pesar de ella, tuvo que atravesar casi cuatro décadas para que un nuevo movimiento (el de Reforma) deslindara el poder del Estado frente al poder de la iglesia que acumulaba enormes extensiones territoriales y poder de dominación sobre el pueblo. Pero 50 años más tarde, en 1910, tuvo que estallar una gran revolución democrático/burguesa que buscaría acabar con los grandes latifundios privados y con las enormes propiedades que disfrutaban capitales yanquis e ingleses sobre nuestro patrimonio nacional. A nuestra Independencia, firmada y reconocida por España en 1821, le siguió un período de gran inestabilidad política y pobreza económica de nuestra nueva nación que aprovecharon los países más poderosos de entonces para robar más de la mitad de nuestro territorio y saquear buena parte de nuestras riquezas.

 

7. Quizá por eso nuestro pueblo, sobre todo el que habita en el centro del país, sigue festejando con mucha pasión la Independencia. Aunque esté muy poco enterado de las historias que rodean aquellos hechos, el pueblo mexicano sigue siendo apasionadamente antiimperialista aunque ideológicamente no conozca el significado profundo de su significado. Sabe que el gobierno estadounidense nos robó, con la enorme fuerza de su ejército, más de la mitad de nuestro territorio en el período de 1836/1848; sabe que Francia nos invadió y junto a los sectores más conservadores, reaccionarios y del alto clero, nos impuso un régimen imperial encabezado por Maximiliano de Austria. Por eso, quizá sin racionalizar la historia, los mexicanos conservan una gran dignidad frente al imperialismo. Pero también para defenderse de otro tipo de imposiciones, tal como la que el ejército y su presidente quiere hacernos el 15 de septiembre en el Zócalo.

 

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