Todo cuanto existe en la naturaleza y en la sociedad existe en cierta magnitud, y toda magnitud es susceptible de ser medida. Este aforismo científico es perfectamente aplicable al asunto del desempleo.
Este existe y es cuantificable. Pero no es fácil medirlo. Y menos hacerlo con precisión. A los obstáculos objetivos propios de cualquier esfuerzo de medición científica se suman el desinterés por hacerlo o el interés por no hacerlo. O al menos por no hacerlo bien.
Pero de un modo u otro la tarea se realiza en todo el mundo. En México en los últimos seis años, la tasa de desempleo se ha ido reduciendo significativamente. A tal grado que el país se encuentra entre las naciones con una de las menores tasas de desempleo.
Como el empleo está indisolublemente ligado al ingreso, una baja tasa de desempleo significa que la mayor parte de la población cuenta con un ingreso para solventar al menos sus necesidades básicas.
Aún así, sin embargo, siempre hay personas que carecen de ese ingreso básico y, en consecuencia, su subsistencia depende de lo que los economistas llaman pagos de transferencia. Es el caso de ancianos, y discapacitados.
Esos pagos de transferencia pueden provenir de la familia, de los vecinos, de la caridad institucional o del Estado. En México ya hace seis años priva este mecanismo de dotación de recursos para personas mayores de 65 años y para discapacitados que no puede catalogarse de ningún modo como caridad pública, y que muy al contrario son considerados un derecho. Se trata en esencia de una modalidad de la llamada mundialmente renta básica universal.
El monto de esta transferencia, también llamada pensión, ciertamente puede parecer insuficiente, pero constituye la diferencia entre comer y no comer. Ahora, para el nuevo gobierno de la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, una tarea prioritaria es incrementar el monto de esa asignación monetaria que al momento alcanza los tres mil pesos mensuales, aproximadamente 166 dólares de EU.
El primer paso en pos de una renta básica universal ya ha sido dado. En México, mucho antes que en otros países. Adicionalmente se puede decir que es un camino indirecto para el combate del desempleo. No es lo mismo un desempleado con pensión que uno sin ella.
Es verdad que todavía persisten críticas a este modo de intervención del Estado en la economía. Pero es necesario decir que se trata de censuras infundadas y preñadas de clasismo y anti humanismo inocultables.
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