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Barcelona: Xoroi (La Otra psiquiatría). Prólogo de Fernando Colina

Reseña de Estudios de psicología patológica, de José María Alvárez

Fuentes: Rebelión

Estos Estudios de psicología patológica quizás no digan nada nuevo. Pero dicen mucho y lo dice de manera consistente, basándose en una experiencia clínica muy intensa y desde una perspectiva ética sólida. Porque José María Álvarez (León,1960) no es nuevo en esta plaza. Médico y psicoanalista tiene una larga trayectoria en lo que podemos llamar […]

Estos Estudios de psicología patológica quizás no digan nada nuevo. Pero dicen mucho y lo dice de manera consistente, basándose en una experiencia clínica muy intensa y desde una perspectiva ética sólida. Porque José María Álvarez (León,1960) no es nuevo en esta plaza. Médico y psicoanalista tiene una larga trayectoria en lo que podemos llamar (como el grupo que el autor ha fundado y que da lugar a la colección de xoroi ediciones) la Otra psiquiatría. Otra quiere decir alternativa, una práctica difícil que necesita una lucidez y una valentía importantes, en este mundo donde el DSM-V es la cómoda biblia de los psiquiatras que se mueven en este cómodo mundo del reduccionismo biológico. Pero lo que el autor del libro reivindica no es poco : el sujeto de la psicopatología. Este sujeto que la psiquiatría convencional biologista elimina sin más, reduciéndolo a un cuerpo etiquetado, normalizado y medicalizado.

José María Álvarez no es un ortodoxo, sino un hombre que sabe que sin teoría no hay clínica posible. Pero también que la teoría es un instrumento que debe servirnos para interpretar lo que le ocurre a este sujeto que sufre, es decir este paciente que reclama ayuda al profesional. Y que éste debe escucharlo y establecer un vínculo con él. Los conceptos son solo constructos que permiten orientar la actuación pero que siempre deben adaptarse a las dinámicas singulares del malestar psíquico. Nunca deben ser etiquetas para anular al sujeto.

Sus guías son Freud y Lacan y, por supuesto, su maestro Fernando Colina, cuyo prólogo no tiene desperdicio. La base del diagnóstico es la separación entre una estructura neurótica y otra psicótica. En este libro trata fundamentalmente de la estructura neurótica. Lo hace sin establecer una distinción rígida entre la neurosis obsesiva y la histeria, que se pueden combinar o transformar una en otra. Me parece un buen criterio. José Mª Álvarez hace un estudio en profundidad y muy original sobre la histeria a partir de su relación con el cuerpo, su insatisfacción ( el deseo formulado como imposible), su actitud desafiante y su audacia. Entra en muchos matices interesantes, como su relación con la tristeza. También hay otro estudio muy sugerente sobre la neurosis obsesiva, entrando en su relación con la melancolía.

Aunque la psicopatología que trata sobre todo en este libro es el de la neurosis (en la misma editorial tiene otro sobre casos de psicosis ) también entra en lo que él llama la locura normalizada, que también se denomina psicosis ordinaria. Entra aquí en una cuestión tan espinosa como clave. ¿Cómo diferenciamos la locura de todos los humanos (como dijo Lacan, de la de los locos? ¿Cómo definir a un psicótico que no tiene fenómenos elementales, alucinaciones o delirios? ¿Es esta psicosis ordinaria una zona gris entre la psicosis y la neurosis? Aquí el autor del libro hace una aportación interesante, que es señalar algunas características de esta locura normalizada : como la discordancia, el psitacismo, la mímesis o la desvitalización. El psitacismo es lo que llama lenguaje del loro, el hablar sin decir nada, y la discordancia el abismo entre lo que dice y lo que manifiesta el sujeto que habla. Hay por tanto una importancia fundamental del registro simbólico. Aunque lo imaginario se introduce también a través del mimetismo, es decir las identificaciones absolutas, totales.

El diagnóstico es, de todas maneras, necesario. Ha de ser un diagnóstico que combine lo Uno y lo Múltiple, lo universal y lo singular (prefiero decir singular en lugar de particular, que no deja de referirse al grupo dentro del conjunto). Como dice muy bien el autor en la frase que cierra el libro: «La clínica es humilde y compleja. Y el diagnóstico, cuando uno se lo toma en serio y gusta del detalle, es el mejor antídoto contra las falsas evidentes».

El libro es muy interesante. Quizás pasa muy rápido por la reducción de las estructuras clínicas a dos, sin aclarar si lo que piensa sobre la estructura perversa. También me llama la atención su olvido de la pulsión. En todo caso son puertas abiertas para seguir aportando testimonios clínicos que, como el de Álvarez, se basan en el rigor conceptual y analítico, en la profundidad de la experiencia y en el respeto hacia el sujeto que padece y reclama ayuda al profesional. Que no es poco.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.