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Reseña de «Filosofía y actualidad: el debate», de Alain Badiou y Slavoj Žižek

Fuentes: Rebelión

«Filosofía y actualidad», de Alain Badiou y Slavoj Žižek, Traducción de Silvina Rotemberg, Amorrutu ediciones, Buenos Aires, 2011.

No creo que la filosofía tenga una papel crítico-moral, ya que creo que son los ciudadanos los que deben ejercer esta función. Lo expresó un filósofo Kant cuando expresó su deseo de que la Humanidad llegara a su mayoría de edad y cada cual fuera capaz de pensar y decidir por sí mismo. Los filósofos no deberían ser los nuevos tutores que sustituyan al sacerdote. Han de contribuir dando materiales para pensar, igual que deben hacerlo los científicos sociales.

En este breve librito, por cierto bastante mal traducido, se plantea el tema de la función contemporánea de la filosofía. El subtítulo («El debate») es, por cierto, bastante absurdo porque los dos filósofos que hablan (el texto es una transcripción escrita de una intervención oral) están básicamente de acuerdo en lo que dicen. Y además, como afirma uno de ellos, no hablan en esta ocasión de los desacuerdos. Lo que hay que decir es que, tanto uno como otro, pueden considerarse de lo más interesante que hay hoy en filosofía. Pero también en el pensamiento vivo de la teoría política de la izquierda renovadora. De Badiou me molesta su tendencia a la formalización (debida, quizás, a su formación matemática) y una excesiva retórica (debida a su estilo francés). Pero he de reconocer que da en el clavo en lo esencial: lo que debe hacer la filosofía es abrir horizonte al pensar. Aquí sigue el planteamiento de Deleuze: el filósofo es un creador de conceptos, de ideas. Debe inventarse nuevos instrumentos para pensar la realidad. El filósofo no opina, porque para opinar hay que ser ciudadano, no filósofo: éste ha de aportar algo diferente de la opinión. La filosofía, dice, no es «pensar lo que es», sino pensar «que no es como es». No es un juego de palabras sino una propuesta clara. Se abre así la solución entre el falso dilema de la filosofía académica/filosofía mundana. La filosofía académica interesa sólo a la pequeñísima comunidad de los filósofos, no porque no tenga un interés, sino porque exige una formación en la tradición filosófica. Es hermenéutica sobre lo que dijeron los filósofos, lo cual puede tener un interés extracadémico variable. La filosofía mundana va dirigida a todo el mundo, porque habla de temas que interesan a todos y lo hace en un lenguaje claro. Pero esto, insiste, no quiere decir opinar sobre lo humano y lo divino ¿Qué tiene el filósofo para opinar mejor que los otros?. El filósofo debe pensar de otra manera, es decir, debe aportar una nueva perspectiva, debe dar la vuelta al problema. Crea así, nos dice Badiou muy certeramente, una situación filosófica. Debe hacer una pregunta diferente. Este es para mí el sentido que tiene que a la filosofía le interesan más los problemas que las soluciones. El filósofo se inventa el problema, problematiza lo que hay. «Pensar el acontecimiento», como titula el filósofo francés su texto. Badiou cita a Platón cuando afirma que la filosofía es un despertar: se enfrenta a lo real, a lo actual, al presente. Pero debe plantear una ruptura, debe hacer emerger algo nuevo. Badiou ejemplifica esta ruptura con la elección, la distancia y el acontecimiento. Debemos elegir un plano en una confrontación que se da en niveles diferentes, debemos distanciarnos del poder. Hay que buscar lo singular, pero siempre que tenga un interés común, en contra de las particularidades. Es decir, que a partir de algo excepcional, que es lo que plantea el filósofo, entramos en una problemática universal. El filósofo es excepcional, es singular, porque no forma parte de un grupo, no habla en nombre de un grupo (ni nacional, ni social, ni sexual, ni cultural). Esto es interesante y el ejemplo nos lo dió Foucault cuando daba la palabra a los marginados, no hablaba en su nombre. Otra cosa es que intente resumir todo esto en las diez tesis que defiende, que me parece más bien pesado y algo arrogante.

¿Qué decir respecto a Žižek? Lo que siempre he dicho de él, que hay que separa el grano de la paja. La paja es su estilo provocativo, sus redundancias y el grano son las ideas potentes que transmite. «La filosofía no es un diálogo», dice Žižek para rematar lo que antes había afirmado Badiou. El filósofo no debe participar en debates, porque el filósofo transmite algo nuevo que ha pensado, que ha elaborado y que comparte en su texto (no olvidemos que la filosofía es escrita y que, como decía Deleuze, el filósofo prefiere escribir antes que hablar). Transmite sus textos como una caja de herramientas (como decía Foucault) para que otro, el lector, pueda utilizarlo para pensar. Finalmente, todos (filósofos o no) pensamos a partir de un conglomerado heredado, de lo que han pensado otros. Los diálogos de Platón son un puro ejercicio retórico: Platón utiliza diversos personajes para desarrollar una idea. También el filósofo esloveno nos da, como antes Badiou, ejemplos concretos de lo que dice, lo cual es un buen soporte para entender planteamientos que pueden parecer puramente abstractos. Žižek critica explícitamente esta filosofía de Estado, en la cual los filósofos entran en debates públicos para defender la corrección político-moral, como hace Habermas. Žižek está radicalmente en contra de este enfoque (y en esto no solo coincide con Badiou sino también con Rancière), en contra de la moralización de la filosofía. La filosofía no es normalizadora, ni siquiera hay una filosofía normal. La filosofía siempre es anormal porque rompe con la norma, con lo establecido, con lo convencional. Concluye con una lectura muy sugerente de Kant: lo público es lo universal (a lo que siempre llegamos a través de lo singular) y lo privado es lo particular. La filosofía es una lucha contra lo particular (de grupo étnico, sexual, social) desde lo singular, pero dándole una perspectiva universal, que puede interesar a cualquiera. Žižek, como sabemos los que le conocemos, no tiene pelos en las lengua. No deja demasiado bien al postmoderno de moda, Peter Sloterdijk, ni tampoco a su antiguo mentor, el heredero institucional de Lacan, Jacques Alain Miller.

Ahora bien, no veo clara su apuesta política, que es considerar el enemigo principal la democracia y no el capitalismo, sobre todo en el caso Badiou. Esta identificación entre liberalismo y democracia me parece peligrosa. Ellos defienden el comunismo como tradición emancipatoria pero desmarcándola de lo que en la práctica ha significado este nombre, que para ellos es el estalinismo.

Žižek reivindica a Lenin porque para él significa pasar de la crítica (que hacen muchos que cuestionan el capitalismo, partiendo de Marx) a la acción. Žižek defiende un compromiso político que no sea crítico, que sea práctico. Hay que saber lo que hacer y para ello hay que arriesgar lo imposible, dijo una vez citando el ejemplo de Lenin.

En todo caso, me parece un libro sugerente, que no es poco.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.