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Reseña del libro de Marcos Roitman Democracia sin democratas y otras invenciones

Fuentes: Rebelión

Democracia sin democratas y otras invenciones Marcos Roitman  Madrid, Buenos Aires, Ciudad de México: Sequitur, 2007.       El libro de Marcos Roitman que presentamos a los lectores de Rebelión es una incisiva y radical crítica a la democracia que impone el capitalismo; una democracia despojada de todo contenido popular; esto es, una democracia […]

Democracia sin democratas y otras invenciones

Marcos Roitman

 Madrid, Buenos Aires, Ciudad de México: Sequitur, 2007.

 

 

 

El libro de Marcos Roitman que presentamos a los lectores de Rebelión es una incisiva y radical crítica a la democracia que impone el capitalismo; una democracia despojada de todo contenido popular; esto es, una democracia sin demócratas transformada en objeto de consumo, una mercancía más del orden sistémico, una mera técnica o ritual de alternancia en la administración gubernamental, que incorpora estructuralmente la corrupción de la clase política, a la cual otorga impunidad para cometer sus latrocinios, mientras al mismo tiempo proclama la vigencia del estado de derecho y reitera que nadie puede estar encima de la ley.

 

Roitman da ejemplos de ello mencionando el caso del fraude electoral en México en el 2006 y la asociación delictuosa en este golpe de Estado técnico de los órganos electorales, los tribunales, la Suprema Corte, los poderes fácticos y sobre todo los medios de comunicación oligopólicos; o el caso de Chile, donde genocidas ocupan escaños en el parlamento; o los casos recurrentes de políticos corruptos en España, Francia o Alemania. La corrupción carcome incluso a los partidos de la izquierda institucionalizada, la cual aprende pronto la lección de cómo aprovechar la función pública para enriquecerse y trepar de puesto en puesto para beneficio personal o de grupo; recordemos el caso triste de la «piñata» nicaragüense, o los ahumados perredistas; o las traiciones en los parlamentos como el apoyo de los senadores del PRD a la contrarreforma indígena en el 2001.

 

La democracia es descrita por Roitman como «un conjunto de procedimientos que permiten mantener el funcionamiento de las instituciones del Estado por medio de la elección de una elite que gobierna. Así la democracia termina siendo una técnica procedímental para elegir elites que administran y gestionan la razón de Estado»

 

Esta democracia criminaliza la protesta social, suspende las garantías individuales con las reformas jurídicas antiterroristas, que en México reciben el apelativo certero de Ley GESTAPO, que por cierto va a ser votada el martes próximo. El efecto de ello es el alto grado de abstención en los procesos electorales, la falta de legitimidad y credibilidad de las instituciones, la crisis de los partidos, así como la emergencia de movimientos étnicos, de género, culturales y de protección al medio ambiente que se oponen a este ejercicio de una democracia tutelada o acotada por el capital.

 

Ante esto, el autor propone rescatar el concepto desde el campo popular como práctica plural de control y ejercicio del poder desde el deber ser del poder, esto es, desde la ética y la defensa de la humanidad que se constituyen en forma de vida y de congruencia política. La democracia es un mandar obedeciendo. «Hoy se concreta -afirma Roitman- y según señala la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, en una lucha por el techo, la tierra, el alimento, la salud, la educación, la información, la cultura, la independencia, la justicia, la libertad y la paz.»

 

Roitman hace un recorrido por la historia del proyecto neoliberal desde sus orígenes en la crisis capitalista de los años setenta del siglo pasado. «Sus fundamentos son el anti-comunismo de la guerra fría y el rechazo de las políticas públicas keynesianas que otorgan un role decisivo al Estado en el desarrollo económico.» El Estado de Bienestar es fuertemente criticado por los nuevos cruzados y el mercado elevado a la categoría de columna vertebral de la nueva expresión capitalista. Después de la desaparición de la Unión Soviética y el bloque socialista, el neoliberalismo tiene sus años de esplendor en la última década del siglo, cuando se auto considera eterno e irreversible, se proclama el fin de la historia y se trasforma en un totalitarismo que abarca el mundo entero, incluyendo China y Vietnam que introducen la económica de mercado con fervor renovado, quedando Cuba como solitario bastión socialista.

 

Se lleva a cabo un recorrido por las variantes nacionales por las que atraviesa el neoliberalismo: Chile, Perú, México, Venezuela, pero con base en cinco reformas estructurales en el ordenamiento sociopolítico: 1) Retirada del Estado de la economía; 2) preeminencia del capital privado y de las relaciones de mercado en la producción y asignación de recursos; 3- total apertura externa comercial y financiera; 4) privatización completa y 5) mercado libre del trabajo. A esto corresponde un régimen político que tiene como objetivo servir al funcionamiento del mercado y que se termina identificado con una democracia de mercado, despolitizada y en la que la política pierde toda centralidad. Pasados los años el autor destaca el fracaso del neoliberalismo, el cual ha traído un mayor grado de desigualdad, miseria y explotación de la mayoría de la población y especialmente alerta sobre la llamada segunda ola del neoliberalismo, aquella que supone una configuración extrema de la violencia y la exclusión social.

 

De la obra comentada, me gusto especialmente el tercer capitulo que refiere a «Poder y democracia en la izquierda latinoamericana (1970-2007)». Roitman sostiene que el fin de la guerra fría fue de alguna forma una destrucción de la izquierda, o al menos de un tipo de izquierda. Los ideólogos capitalistas buscan unir, manipulando, fascismo, nazismo y comunismo y los presentará como regimenes contrarios a la racionalidad capitalista. La propuesta de Occidente -nos dice-será luchar contra la izquierda en su casa, en su retaguardia y en sus países de influencia y para ello se cae en la trampa de la CIA al aceptar una categoría salida de su factoría: el «disidente comunista», que se contrapone al militante comunista, a los intelectuales marxistas, tildados de dogmáticos y enemigos de la seguridad nacional. Como contraparte, junto al disidente, emerge un actor de nuevo cuño: el socialista democrático, cuya crítica al capitalismo afecta sólo a su epidermis y que engloba un proyecto: el socialismo democrático; en esta propuesta se integran militantes anticomunistas, los disidentes y los desilusionados del marxismo.

 

Así, se recompone y nutre de sabia la socialdemocracia europea en los años setenta y de América Latina en los ochenta. En Europa Occidental los partidos comunistas sucumben a la arremetida de la guerra fría. La caída del muro de Berlín es el principio del fin. Prefieren las mieles del poder institucional y disfrutar de sus regalías, antes que aplicarse a la lucha anticapitalista.

 

En seguida, Roitman hace un recorrido por las luchas en América Latina. Analiza el papel de los militares progresistas: Velazco Alvarado en Perú, Omar Torrijos en Panamá. Se detiene en la experiencia del gobierno de Allende en Chile y en el golpe militar que trunca la vía chilena al socialismo, una de las expresiones de legalidad institucional que arriba al poder ejecutivo por medio de procesos electorales. Refiere a la guerra sucia, la operación Cóndor, la guerra de baja intensidad contra Nicaragua que –a la par de los errores y la corrupción de una parte de la dirigencia del FSLN– causan la derrota electoral de los sandinistas, mientras en El Salvador y Guatemala sus organizaciones político militares entran un repliegue orgánico estratégico cuyo resultado final es la derrota de sus proyectos políticos bajo un supuesto restablecimiento de la paz y el fin de la guerra, y sin que ninguno de los problemas que llevaron a los pueblos a levantarse en armas se solucionaran. El hambre, la miseria, la desigualdad, el latifundismo o el etnocidio se mantendrán, profundizándose la explotación capitalista y la violencia estructural.

 

Roitman no comete el error de satanizar la organización partidaria en si misma; tilda de espejismo considerar que los movimientos sociales pueden sustituir a la acción de los partidos. Se idealiza a los movimientos sociales y se endemonia a los partidos políticos, soslayando la existencia de movimientos sociales de derecha y olvidando que estos también pueden ser autoritarios, corruptos y sectarios.

 

Observa la rebelión zapatista de 1994 como un punto de inflexión. Rescatar de la tradición comunitaria e indígena el concepto de la democracia como un mandar obedeciendo ha sido una de las máximas aportaciones al proyecto político de lucha por la dignidad, la justicia social y la paz en México. También juzga el triunfo de Hugo Chávez en 1998 como el comienzo de una era. Su programa es un proyecto constituyente, articulado sobre nuevos fundamentos ideológicos, busca romper la dominación de la burguesía y sus partidos tradicionales. Analiza las características de la conformación del Partido de los Trabajadores en Brasil, y en el Uruguay el Frente Amplio, y la perdida de identidad de ambos una vez en el gobierno Lula y Tabare Vázquez, respectivamente. De Chile destaca que la izquierda ética quedó fuera del parlamento, consumándose la traición de muchos partidos y organizaciones que estuvieron en la Unidad Popular, denunciando los crímenes etnocidas contra los Mapuches de la actual presidenta Bachelet. Caracteriza la propuesta constituyente del MAS en Bolivia, que propone por vez primera la superación del colonialismo interno y las formas de hegemonía nacional que no monoétnica, levantando un proyecto de democracia multiétnica y comunitaria. En conclusión, el recorrido por los acontecimientos políticos de América Latina indican la muerte de la izquierda política tradicional y la emergencia de una izquierda que busca su lugar como nuevos actores y sujetos sociales.

 

El último capitulo «Alternativa, revolución, reforma y construcción de autonomías» es un recorrido por estos conceptos a partir de replantear el problema. El punto de partida es la decisión ética y la dignidad. El objetivo: abrir la alternativa que lucha por la democracia, la liberación y el socialismo, a la creación de unidades compuestas de moral y poder. Y ello para recuperar la revolución como parte de la lucha por la dignidad humana. Se hace un recorrido sobre los significados de la revolución dando un peso particular a la francesa.

 

A partir del siglo XIX la burguesía no tiene como opción política la revolución social, misma que es recogida por las clases explotadas. Afirma Roitman: «En medio de procesos contrarrevolucionarios, la derrota de la Comuna de París confirma el camino que seguirán las experiencias democráticas. Reprimidas y ahogadas en sangre se trasformaran en una parte de las luchas y la historia por la dignidad humana en sus vertientes de clase, cultural, de genero o étnica. En el siglo XX lograran carta de ciudadanía. Es el siglo de las revoluciones sociales. La revolución mexicana, la bolchevique, la china, la cubana o la nicaragüense, siguen marcando el debate del siglo XXI.»

 

La construcción de alternativas es un acto deliberado y supone cooperar, aunar fuerzas y construir espacios comunes. El valor ético del actuar pensar supone el uso de la voluntad liberadora para construir relaciones sociales de poder democrático. Así, el sujeto, en su acción conciente, trasforma las instituciones y las estructuras donde el capitalismo edifica su sistema de explotación y dominación cultural, En este sentido, la alternativa democrática de liberación es una propuesta enfrentada al imperialismo de hoy.

 

También coincido con el autor en el sentido que nada es exportable, menos aún en el ámbito de las alternativas: no existen los modelos. Roitman plantea ideas por demás interesantes acerca de la autonomía, misma que abre la acción del sujeto a los espacios públicos y lo somete a los dictados del bien común. Sus bases se fundan en tres principios: acción ética, responsabilidad y conciencia del yo ciudadano.

 

Por último, el autor afirma que ya no hay espacios para caudillos. El liderazgo político se construye bajo otras formas de representatividad. Las nuevas alternativas y los procesos revolucionarios sugieren aprender de las experiencias históricas democráticas del ejercicio del poder. En esto radicará el éxito de las revoluciones del siglo XXI.

 

El libro de Marcos es ya en sí mismo una excelente aportación teórica para este aprendizaje. Un instrumento necesario para la batalla de las ideas en la que las fuerzas de la revolución deben prevalecer.