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Reseña del libro «Slavoj Žižek: una introducción», de Antonio J. Antón Fernández

Fuentes: Rebelión

Slavoj Žižek: una introducción, de Antonio J. Antón Fernández, Sequitur, Madrid, 2012.

Como Antón Fernández, el autor del libro que nos ocupa, recuerda, hace casi 10 años escribí en «El Viejo Topo» uno de los primeros artículos que hablaba en nuestro país de este filósofo esloveno. Mucho ha llovido desde entonces y muchos han sido los libros que se han traducido al castellano, tanto por parte de editoriales latinoamericanas como españolas. Muchos trabajos interesantes se han escrito también, sobre todo en inglés, sobre Žižek. Pero que yo sepa no hay ningún libro introductorio en castellano, hasta el presente, ni siquiera en forma de artículos. Curiosamente sí hay una introducción en catalán, que yo mismo escribí, en el libro Marges de la filosofía con el título de «Slavoj Žižek, la filosofia com espai radical». Antonino J. Antón Fernández es un joven licenciado en filosofía, traductor, director de la edición española de la revista Transform! Y también un militante comunista. Es su segundo libro (el primero, lo escribió con David Becerra, fue «Miguel Hernández: la voz de la herida»). Entre sus múltiples traducciones están algunos de los libros de Žižek.

Bienvenido sea, por tanto, un libro sobre Žižek Porque este filósofo es polémico, incontinente, excesivo, pero es también uno de las mentes críticas más interesantes del panorama filosófico actual. Ahora bien, hay que decir que cualquier libro sobre Žižek es un libro fallido. Lo es porque Žižek trabaja filosóficamente sobre unas bases teóricas muy complejas que son difíciles de sintetizar. Esto quiere decir que para entenderlo hay que partir de un conocimiento de la triada Lacan-Hegel-Marx, que como bien señala Antón Fernández, son sus referencias indispensables. Me voy a centrar sobre todo en el tema de Lacan por dos razones: en primer lugar porque lo conozco mejor, pero sobre todo porque Žižek es, por encima de todo, un lacaniano. Esto nos sitúa en la primera paradoja. ¿No será Lacan el Gran Otro de Žižek?. Porque nuestro filósofo no cuestiona nunca al psicoanalista francés, es siempre para él el punto de partida. Esto contrasta con el estilo fresco, iconoclasta y heterodoxo del provocador Žižek de una manera sorprendente. Pero no sólo esto, ya que como el mismo Žižek reconoce la vía que ha tenido para entender a Lacan es su yerno y heredero institucional, Jacques-Alain Miller. Pero si la cualidad de Miller es hacer más comprensible el lenguaje insoportablemente barroco de Lacan, su defecto es que lo transforma en un sistema. Y esto se nota, siguiendo la paradoja, en el antisitemático Žižek, que todavía lo quiere sistematizar más. Esto se nota cuando, por ejemplo, subdivide la triada Real-Simbólico-Imaginario en un Real-Real, en un Real-Simbólico, en un Real-Imaginario y lo mismo con lo Simbólico y el Imaginario. Antón Fernández elabora una síntesis imposible de la influencia lacanina. Lo hace, eso sí, con la máxima precisión. La única crítica es que el registro imaginario aparece de manera confusa, ya que falta el que creo que es su elemento fundamental, que es ser una señuelo, una fuente de ilusión. Y, por el contrario, recibe un lugar demasiado importante en las difíciles nociones de fantasía o de objeto a.

La lectura de Antón Fernández es, básicamente, una lectura política. Se nota que es el aspecto que le interesa más y está bien. Porque además es el propio Žižek el que se va centrado progresivamente en la política y dejando d elado las otras cuestiones que le han acompañado, como la crítica más específicamente cultural o sus brillantes análisis sobre el cine. El elemento que recibe un lugar central es, además, el de la ideología. Lo cual está bien porque es un tema recurrente de Žižek que tiene para él además una dimensión claramente política. Se ve a través de él cómo la influencia de Althusser está presente en Žižek No solo en el tema de la ideología sino en el propio tema de la lucha de clases. Me parece que el filósofo esloveno recupera la afirmación polémica de Althusser de que la lucha de clases es el antagonismo radical de nuestra sociedad y que es un elemento estructural que existe más allá de las circunstancias empíricas. Es decir, que aunque la clase explotada en el capitalismo no sea consciente que está explotada ni luche por resistirse o por transformar la sociedad, esta lucha existe porque el antagonismo de intereses lo hace como la división básica del capitalismo. Hay también un análisis muy interesante por parte de Antón Fernández de los cambios de la posición de Žižek respecto la democracia. Si en el contexto del socialismo burocrático de los países del Este en que se forma el filósofo la democracia es el significante central, poco a poco Žižek lo va desplazando a un lugar problemático. Lo va identificando cada vez más con el elemento clave de lo que él llama la farsa liberal. Esto le separa de otro filósofo con el que tiene un fructífero debate, que es Jacques Rancière, al que acusa de caer en una política pura olvidándose que lo fundamental, como dijo Marx, es la política económica. Falta quizás en el libro un análisis más a fondo del que es en estos momentos el otro filósofo que está más presente en su postura actual, que es Alain Badiou, aunque muy certeramente está presente en el epílogo. Antón Fernández cita finalmente el lugar fundamental que para Žižek ocupa Lenin, que es la referencia política central de Žižek. Lo es por la noción que defiende de arriesgar lo imposible a través de un Acto que rompa las coordenadas de lo que la ideología te presenta como posible. Hay aquí una noción muy fuerte de vanguardia, quizás también bajo influencia althusseriana. El autor del libro cita igualmente la analogía que hace Žižek siguiendo a Lacan del discurso del analista, frente al discurso del amo, el discurso universitario y el discurso histérico. Žižek retoma esta formulación de Lacan, que para mí es bastante excesiva de una forma todavía más excesiva. La comparación, ni tan siguiera analógica, entre la posición del analista y la del revolucionario, me parece desmesurada. Llego aquí a lo que sería mi crítica a Žižek, un pensador del que por cierto ( como el mismo Antón Fernández) he aprendido mucho: su furor excesivo. Ya Lacan recogía esta advertencia de Freud, que el mismo no siguió. Pero Žižek peca de incontinencia de una forma, para mí, evidente. Este es su principal defecto. Pero como no hemos de ser sus seguidores aprendamos de sus virtudes, que no las voy a decir porque debe ser el lector el que las aprecie.

El libro de Antón Fernández es sin duda un libro necesario y útil. Ahora bien ¿útil para quién?, podemos preguntarnos. Yo más bien diría para los que ya están leyendo a Žižek. Este es para mí el papel de estas introducciones. Que alguien que conoce bien al pensador, que lo ha trabajado a fondo, comparta una reflexión sobre su obra abierta con los que lo están conociendo. Un buen trabajo y un libro muy recomendable para los lectores actuales y potenciales de Slavoj Žižek.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.