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Reseña del segundo tomo de «Marx vive: Derrumbe del capitalismo, complejidad de una totalidad violenta», de Camilo Valqui Cachi

Fuentes: Rebelión

«Marx vive: Derrumbe del capitalismo, complejidad de una totalidad violenta. Tomo II», de Camilo Valqui Cachi, México: UAG, UACM, 2012.

Obra de gran alcance teórico y temático que no obstante su complejidad investigativa, desde el marxismo crítico, logra su cometido con rigor: demostrar la gravedad de la crisis del capitalismo y sus límites antihumanos, su agotamiento, y, en consecuencia, la necesidad de una revolución socialista en escala planetaria. Valqui sostiene que los procesos de reproducción del capital y su búsqueda insaciable por la ganancia son incompatibles con la vida tanto humana, como especie al borde del exterminio, como de la propia naturaleza que este sistema destruye de manera integral.

Imperialización es el término utilizado por Valqui para describir la actual reconfiguración del imperialismo mundial encabezado por Estados Unidos, con toda la violencia que ello conlleva a través de lo que algunos denominamos terrorismo global de Estado, que violenta todo el orden jurídico establecido después de la segunda guerra mundial; esta nueva apropiación y reapropiación del mundo, con sus guerras neocoloniales, como las de Irak y Afganistán, con sus campañas contrainsurgentes permanentes y sus bases militares, cárceles clandestinas, secuestros extraterritoriales, ejecuciones extrajudiciales en cualquier lugar del mundo. En suma, Camilo nos refiere a toda esta devastación mundial de seres humanos y naturaleza, propia del capitalismo desde su surgimiento, pero que en pleno siglo XXI, con la transnacionalización actual, ha exacerbado exponencialmente la violencia sistémica y el anti humanismo que le caracteriza.

Valqui parte de la hipótesis de que las metamorfosis sistémicas globales y la decadencia actual del capitalismo validan la actualidad del pensamiento de Marx, a contracorriente de quienes desde la academia, partidos políticos, dictaduras mediáticas y gobiernos, apuestan a la eternidad del capitalismo.

El capitalismo trasnacional es descrito como expoliador, despótico, depredador, genocida y terrorista y se vive como una verdadera tragedia social. Esto es, el capitalismo en esencia fue, es y será violencia sistémica.

Las descripciones de Valqui al extractivismo minero, con su destrucción del medio ambiente, ríos, lagunas, flora, fauna, vida humana, biodiversidad, para el caso del Perú, México, Chile, etcétera, constituyen un material riquísimo para fundamentar las luchas contra la minería abierta que están asolando a nuestros territorios, especialmente los indígenas.

La Imperialización constituye una forma nueva del reparto del mundo entre Estados Unidos, Japón, Alemania, Rusia y China que puede llevar a guerras inter-imperialistas. Estados Unidos en particular, ha instaurado en todo el planeta la barbarie como proceso devastador del género humano y la naturaleza. Su descripción del fenómeno es dramáticamente exacta y realista, con todo lo que esto significa, en cuanto al terrorismo de Estado o terrorismo trasnacional de Estado, que cuenta con la complicidad de la ONU y las sociedades supuestamente civilizadas. Coincido con Valqui en cuanto a su crítica a la democracia imperialista, despojada de todo contenido, con sus violaciones permanentes a los derechos humanos. Históricamente el capitalismo y la democracia son incompatibles. Coincido en su diagnóstico sobre lo que denomina como dictadura mediática, así como su crítica a la producción de un pensamiento único e ideología dominante, con sus consumidores compulsivos, gente dócil y opacada, obediente, competitiva, conformista, individualista, narcisista.

Estas profundas trasformaciones no han podido eliminar las contradicciones fundamentales del capitalismo y menos su contradicción universal: capital trabajo.

Imperialización como predominio económico, político, ideológico y militar del capital monopólico trasnacional: 1) en los recursos del globo, 2) en la mega producción y mega mercados, 3) en el control de los flujos financieros, 4) en la investigación científica y tecnológica, 5) en las armas de destrucción masiva, 6) en los medios de comunicación masiva y 7) en las organizaciones internacionales, como el consejo de seguridad.

Existen coincidencias en otros rubros del análisis: por ejemplo, considerar a todo el crimen organizado o a la economía mafiosa, ilícita, criminal, como otras formas de acumulación del capital trasnacional parasitario, a la que se le atribuye el 5 % del PIB global. El dinero denominado sucio va a parar a los grandes megabancos y empresas financieras. Es más, a través de varios trabajos hemos venido denunciando como el narcotráfico es un arma contundente de recolonización y terrorismo del imperialismo mundial. Estamos de acuerdo en asumir lo que Valqui denomina dialéctica de la totalidad capitalista, para descifrar como se entroncan las lógicas de acumulación de los capitales trasnacionales del narcotráfico con los grandes intereses geopolíticos de las oligarquías imperialistas en las guerras de recolonización, como en el caso de Afganistán. También, hemos venido insistiendo en la participación de la CIA, la DEA y otros organismos de inteligencia en el tráfico de drogas.

No podemos estar más de acuerdo en otros aspectos de la crítica afilada de Valqui que cuando se refiere a los supuestos marxistas que esperan el fin natural del capitalismo y el triunfo también natural de la revolución y del socialismo, haciendo abstracción de los sujetos históricos y de la crítica de las armas, con un marxismo de cátedra, con los circos electorales, el reformismo, el cretinismo parlamentario, la conciliación de clases. También noto muy positiva las críticas a la subestimación de la capacidad sistémica del capitalismo para recuperase de sus crisis cíclicas de todo tipo a expensas de los trabajadores, los pueblos oprimidos y la naturaleza.

Se alerta sobre el carácter pluridimensional de la crisis capitalista actual: económica, social, militar, política, geopolítica, moral, epistémica, cultural, intelectual, de alimentos, de materias primas, de energía y del ambiente.

También, se llega a la conclusión de que el capitalismo mundial como producto histórico sobrelleva las armas y los sujetos de su propia destrucción: la revolución socialista o crítica de las armas. Sin embargo, esta crítica de las armas sólo será obra consciente, radical y organizada del proletariado y pueblos expoliados y oprimidos del siglo XXI, una vez que el capitalismo haya agotado sus últimas potencialidades en el intrincado curso de su decadencia.

Valqui no da lugar a ilusionismos reformistas a partir de su crítica a las izquierdas sistémicas que una vez en el gobierno sirven a las trasnacionales, optando por capitalismos subalternos nacionalistas, por capitalismos moderados, o capitalismos de rostro humano, pero que en realidad lo que hacen es claudicar, como fue el caso de Lula. También, critica a quienes han renunciado a la teoría marxista del imperialismo, los llamados espadachines ilustrados de la burguesía trasnacional y a los que han abandonado los rigores de los análisis de clase en las comunidades académicas.

Su apartado de crítica del imperialismo yanqui es magnífico y de gran utilidad para el análisis de la realidad actual en América Latina y en el ámbito mundial. Aquí desarrolla un planteamiento en el que he venido insistiendo. Este refiere al papel preponderante del Estado como un instrumento de la oligarquía, en este caso, estadounidense, para desarrollar el complejo militar-industrial imperialista, los ejércitos, arsenales atómicos, bacteriológicos, químicos, sísmicos, genéticos, electrónicos, informáticos, complejos de seguridad, inteligencia, espionaje, fuerzas policiales, grupos paramilitares y comandos de despliegue rápido para enfrentar guerras de intensidad diferenciada, entre las que no se pueden excluir conflictos militares entre súper potencias occidentales, y con China y Rusia, en competencia.

En este proceso de Imperialización, si bien los Estados nacionales son reducidos, no desaparecen, como afirman los ideólogos sistémicos, sostiene Valqui y yo estoy totalmente de acuerdo. Estos simplemente ajustan su actuación para prestar un servicio más eficiente a las corporaciones trasnacionales. El imperialismo actual produce en escala industrial democracias subalternas puestas en manos de las oligarquías locales.

Muy importante el recorrido histórico de Valqui en torno al surgimiento y desarrollo del imperialismo yanqui desde el surgimiento de este país a la vida independiente, aunque aquí resaltaría el carácter especial de la guerra de conquista de 1845 a 1848, por las repercusiones que ésta tuvo en el desarrollo capitalista de Estados Unidos y su posterior desarrollo como potencia imperialista.

Impresionantes los apartados sobre la guerra de Irak, sus costos en vidas, infraestructura, la resistencia patriótica del pueblo iraquí, la derrota oculta de la guerra de ocupación. Ni que decir de la revisión sobre el caso de Cuba. Me llama la atención la mención del Tribunal Benito Juárez, en el que me tocó participar para juzgar los actos de agresión del gobierno de Estados Unidos contra el pueblo y el gobierno cubanos. El papel de Cuba y su dirigencia en la lucha por el socialismo y la emancipación humana. Cuba como baluarte estratégico para la liberación de Nuestra América.

Concluye nuestro colega y camarada afirmando que el complejo de paradojas capitalistas que sustenta, fragua y perpetúa la violencia de la totalidad capitalista es una verdadera bomba de tiempo de proletarios y pueblos que estallará y barrerá a los que dominan el mundo actual. Se articularán todas las formas de lucha, revueltas, protestas, descontentos, agravios, paros, huelgas, movilizaciones, redes sociales, fuerzas anti sistémicas, insurgencias y movimientos revolucionarios. Promoverán transformaciones sociales y reformas importantes para acumular fuerzas estratégicas entroncadas con la revolución.

He resumido al máximo las aportaciones del libro que comento, son muchas más de las aquí expuestas. Valqui nos ofrece un panorama mundial con base en un marxismo despojado de todo dogma, incisivo, riguroso, profundamente crítico, sin llegar al dogmatismo, pero además lo hace con fundamento en una exhaustiva revisión de bibliografía y documentación de variada naturaleza. Es una obra de estudio y relectura en sí misma, con recursos metodológicos de un marxismo del siglo XXI, un instrumento de lucha ideológica y política que recomiendo a jóvenes y no tan jóvenes, si realmente se pretende no solo estudiar el mundo, sino transformarlo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.