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Residente vs. J Balvin, “Brocoli” u “Hot dogs”, ¿y nada más que eso?

Fuentes: Rebelión

La “tiradera” informa sobre dos cosmovisiones en disputa, contrastados modos de valorar la cultura y la historia. La libertad asumida como privilegio de algunos o como derecho de todos…

Fuente: Candil del clip en Cubahora

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Los titulares son sintomáticos de una propensión sistémica, por lo epidérmico y no esencial, por lo anecdótico, por el registro amarillista y efímero, fragmentado y falto de referentes articuladores, sin abscisas para los sentidos; con nada que los imante o relacione con las causas más profundas de la angustia de los consumidores, entre nubarrones de tendencias y memes. Se constituyen, por el contrario,  en pasto crujiente para engordar las columnas de “entretenimiento”, en excitantes distractores de las reales telarañas de la manipulación y la explotación capitalista.

“Residente compara a J Balvin con un hot dog”, “Residente y J Balvin continúan con su enemistad”, “en el centro de la polémica”, “están en boca de todo el mundo”. Hasta ahí. Y si se alarga el chicle para explicar el porqué de la polémica, no pasan de septiembre de 2021, cuando se conocieron las nominaciones de los Grammys Latinos, y según se dice se inició la pelea, tan solo un problema personal entre René Pérez Juglar y José Álvaro Osorio.

En un tuit que luego borró, el reguetonero colombiano pidió boicotear la producción de dicha ceremonia, asegurando que los organizadores no respetaban a los artistas urbanos y que solo los usaban para tener rating. “Los Grammys no nos valoran pero nos necesitan. Es mi opinión y nada contra los otros géneros porque se merecen todo el respeto. Pero ya el truco está aburrido. Les damos rating, pero no nos dan el respeto. (Pd. Estoy nominado para que no vengan que estoy dolido)”.

El “niño de Medellín”, nominado en tres categorías en aquella edición —entre ellas Mejor Canción Urbana, por “Agua”, la banda sonora de la película de Bob Esponja”—, había dado perretas anteriormente porque el más comercial reguetón se englobe bajo la etiqueta de lo “urbano” junto al rap y al trap; porque no ostenta una categoría propia, lo que amentaría sus posibilidades de obtener más gramófonos, por su mercamúsica.

Recordemos que para la pasada edición varios pesos pesados de la llamada “música urbana”, entre ellos el propio J Balvin, llamaron a un boicot contra el Grammy Latino, bajo la etiqueta #SinReggaetonNoHayLatinGrammys, tras conocer los nominados. Todo porque les parecieron muy pocas las nominaciones o porque se excluyeron algunos exponentes con los más abultados “números” de la industria. A pesar de que en aquella 20 edición aparecieran en las categorías dedicadas al género “urbano” las marcas: Bad BunnyFarrukoDaddy YankeeAnitta, Ozuna y el mismísimo J Balvin.

Aunque ahora se sublime, no fue el exCalle 13 el único que reaccionó ante el comentario del colombiano, por desestimar a los otros exponentes del género que habían sido nominados en esa última edición y que habían sido premiados en las anteriores. Lo explicó el boricua en un video de Instagram, que el colombiano le pidió borrar.

“Si los Grammy no nos valoran, entonces por qué yo tengo 31 premios. ¿Yo no soy urbano, yo no rapeo?”, le respondió Residente. “¿De qué género estamos hablando? Porque por lo que vi ayer, nominaron a muchos colegas que le metieron, C. TanganaRauw AlejandroAkapellah, Nathy PelusoBad BunnyEladio CarriónOzunaKarol GFarrukoDJ NelsonJhay CortezFarinaRafa PabónYotuelBeatriz LuengoMyke Towers… O sea, ¿tú le vas a decir a Myke Towers, que posiblemente es su primera vez nominado, que no vaya a los Grammy porque a ti te sale de los c…?».

“Yo te creería lo del boicot si, no sé, el año pasado cuando te nominaron 13 veces no hubieses ido a los Grammy. Pero ahí tú no pediste boicot. Seguro que tenías hasta cambio de ropa para cada premio. Pero como de las 13 nominaciones te ganaste un solo Grammy, ahora vuelve el boicot (…). Tienes que entender, José, es como si un carrito de hot dogs se molestara y se encojo… porque no se puede ganar una estrella Michelín. Si quieres que te nominen tienes que dejar de hacer hot dogs y abrir un restaurante, o también puedes hacer un hot dog bien hijo de p… El punto es, José, que si tú no tienes lápiz, le tienes que bajar 20″.

Luego de varios mensajes a través de terceros, Residente y J Balvin tuvieron una conversación donde el antioqueño le rogó que borrara el video, para luego publicar la foto del carrito de hot dog con el merch. Frente a lo cual Residente se sintió engañado y reaccionó con un segundo video, más contundente aún.

La reacción de J Balvin fue la propia de un “famoso” construido por el marketing, aprovechó el escándalo para sacar una línea de ropa con salchichas.

Aquella chispa quedó encendida y meses después Residente desarrolló sus reflexiones como mejor sabe hacer, rapeando; ahora sobre los beats del productor y DJ argentino Bizarrap (BZRP). “El tema iba a salir en diciembre, le dije a Biza ‘hermano no te puedo escribir una cumbia fiestera, porque no me siento así’. Él entendió perfectamente lo que quería hacer. En ese momento escribí eso porque lo sentí”, comentó al editor de Rolling Stone en español, Diego Ortiz.

Aunque es bien explícito en los dos primeros capítulos de la Bizarrap Music Session #49, esta se ha constreñido a otro capítulo de telenovela, se ha banalizado a una “tiradera” con una serie de acusaciones contra J Balvin. Pese a que Residente ha explicado que el “plato fuerte” no es la marca colombiana, sino el “fast food” y el “hot dog”, recurridas metáforas para referirse a la preponderante “música chatarra” que propician las reglas de juego que ordena hoy la industria mainstream.

La canción, aclaró en entrevista, funciona como una crítica al mercantilismo y los criterios de “éxito” impuesto por la industria, para “darle valor a lo que no se le está dando valor” y porque el “negocio nunca puede ser más importante que el arte”.

Usa las “tiraderas”, como en sus inicios usó al reguetón, según confesó hace tiempo en La Habana, para que el público se dé cuenta de las cosas que pasan tras bambalinas en la industria musical, y de muchas de las injusticias que suceden día tras día y que no salen a la luz.

El blanco del tiroteo es la industria (“Hoy me cojo a la industria de la fama/ Hasta romperle los resortes a la cama”), pero para ciertos intereses conviene más servir la narrativa de un mero asunto personal.

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Lo que esencialmente denuncia Residente —René Pérez Joglar— en su intervención en la Bizarrap Music Session #49, tomando a J Balvin como material de estudio, lo había expresado cinco años atrás, el 26 de abril de 2017 en el Hotel Ritz Carlton de Miami Beach, durante la Conferencia Billboard de la Música Latina.

“Como artista debes ser reflejo de lo que sientes y de lo que te rodea. Si no haces eso no eres artista. Mi música siempre ha tenido una intención con cada canción, cada letra las escribo y las hago por algo que siento, no porque quiera venderles un disco. Para mí todos deberían hacer lo mismo si se llaman artistas, de lo contrario eres un negociante”, dijo en medio de aplausos quien ya acumulaba 25 premios Grammy. “Los artistas ahora se venden y hacen cualquier porquería para vender y sonar en la radio o porque el talento no les da para llegar más allá. Se ha vuelto todo como McDonalds, se vende rápido, se cocina, se vende, se cocina, se vende (aplausos)”.

“Al público le puede gustar el brócoli en lugar del ‘junk food‘ (comida chatarra). Mi hijo no comía brócoli y le fui dando y dando; y poco a poco le fue gustando. La música es lo mismo, la comida chatarra te gusta, pero te hace daño. El brócoli quizá no te gusta al principio, pero es importante que te lo comas porque tiene proteínas y se lo das de a poco, al final a la gente le va gustar y le va hacer un bien”, anotó apasionado. “Si comes comida chatarra toda tu vida te vas a morir de un ataque al corazón, si comes brócoli vas a vivir un poco más. La música es lo mismo, si le das brócoli poco a poco quizá van a hacer crecer esa mente que tienen (aplausos)”.

La representante de la industria, Leila Cobo, directora ejecutiva de contenido y programación para música latina de la revista Billboard, intentó aplacarlo “diplomáticamente”, para siempre ponderar los criterios mercantilistas que Residente criticaba, reconociendo los álbumes, las canciones y las marcas más populares de la música latina, según sus métricas, el tiempo al aire en la radio, el desempeño de sus videos y la información de las redes sociales, que son los que tienen en cuenta para las listas semanales de la revista.

Pero el MC fue tan duro como tan franco. Señaló que las primeras cinco canciones que se posicionan en las diferentes listas “son idénticas, con acordes mayores” y que la fórmula para hacer esos hits es muy sencilla. “Si escucha el top five de lo que está sonando en la radio ahora mismo no puedo diferenciar quién es quién, es muy similar. Son idénticos, es como preparar un sandwich en la mañana, pones el pan, queso y jamón. No todo es McDonalds, las estructuras deben abrirse (…). Es muy, muy, muy fácil. Si tú me das 30 minutos te preparo un hit ahora mismo de lo que está sonando en la radio. Es una falta de respeto para los artistas que están haciendo música de verdad”. Y añadió: “No está bueno y le hace daño a la música”.

Residente no mencionó género alguno, pero un grupo de reguetoneros se sintieron aludidos. El primero en saltar fue DJ Nelson, quien reprochó sus palabras y llegó a pedirle que se retractara de lo que había dicho. Sobre el mismo flow surfearon otros, los veteranos Nicky JamBaby RastaRaphy Pina y Plan B, así como figuras más nuevas del género como Ozuna y el propio J Balvin.

En solo 24 horas ocurrió todo esto y también la reacción de René Pérez desmintiendo que había hablado mal del género y colgando su intervención completa: a través de su cuenta de Twitter: “Para los que no leen y no escuchan. Acá está la charla en donde hablo sobre la música en general. No me referí a un género musical en particular si no a la falta de creatividad dentro de la música. Lo que señalo en la charla es la mala costumbre de hacer cualquier cosa a costa de pegar un tema en la radio en lugar de ser artistas y contar lo que nos afecta verdaderamente. Lo que sucedía en la década de los 70 en el rock, la salsa y lo que sucedía en los 80 con el hip hop. No voy a discutir, solo les digo, a los que se sintieron aludidos que dejen la novela por Instagram y se pongan a escribir. Si tienen rimas para mí, tanto la gente de mi pueblo Trujillo Alto como yo los esperamos desde hace 11 años. Y si solo fue una confusión, los espero igual pero con una cerveza”.

Aquellas declaraciones dieron lugar a la “guerra dialéctica y musical” entre Tempo y Residente y que los trabajadores orgánicos del capitalismo redujeron a eso, una polémica entre dos exponentes del género urbano.

En noviembre de aquel año, al subir al escenario para recoger el Grammy Latino por “Somos anormales” como la Mejor Canción Urbana, Residente proclamó: “Nosotros los artistas no somos cifras, no somos números (…). Por favor, a todo el mundo dejen de estar poniendo la cantidad de seguidores y de views y empiecen a hablar de música”. Fue su reacción por cómo lo presentaron, enumerando la cantidad de seguidores en redes sociales y los puestos alcanzados por sus temas en los rankings. Lo mismo que había cuestionado en la referida conferencia de los Billboard y que desarrolla ahora, en la Bizarrap Music Session #49:

“Yo no creo en las estrellas de las plataformas digitales

Ni en tus Billboards de cremita de pastel

Ni en tus historias de InstagramDolce&Gabbana Cartier

Para aquella edición, el exCalle 13 fue el artista más nominado, sin embargo, un “McDonalds con los mismos acordes de los demás hits, “Despacito”, ganó a fin de cuentas la mayoría de los premios. Un resultado que asentó un sentido, contrario al discurso del rapero boricua y a favor de los interés de los que dominan la industria, de los dueños de los medios fundamentales de producción y reproducción de la música. Un resultado “estructural y un aviso para navegantes” en opinión de Jon E Illescas. La élite dueña de las multinacionales que domina la industria musical jamás invertiría su capital contra sus propios intereses, sino a favor del consumismo y de las falacias que promueve.

Por estos días, como en aquellas ocasiones, sus críticas se personalizan o se le acusa de “moralismo”. Nada se dice de la verdadera disputa entre dos modos de asumir la música y de valorarla, representados por dos marcas de la industria, una más sumisa e instrumentalizada, y otra más “outsider”, aunque esté impedido de subvertir las reglas dominantes, las del rating.

“Una cosa es ser artista, otra cosa es ser famoso”, plantea el propio Residente en su tema de marras. Un contraste que proyecta dos cosmovisiones y dos axiologías sobre el mundo y sobre el arte. Uno “afinado” con dominante discurso neoliberal, que hace apología del mercado y representado por J Balvin, y otro inarmónico con este, que asume la música como arte y expresión de los pueblos.

Aunque, la verdad, un genuino exponente de la alternativa emancipadora, es decir, con potencialidad revolucionaria, no aparezca sobre la escena.

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La personalización de lo que Residente destapa con su Session #49, resulta del interés de las elites de no develar la enfermedad ética y estética que de la que adolece el sistema-mundo, hegemónicamente neoliberal. Es parte del ejercicio de su poder simbólico, de su control cultural, entendido en términos de gestión de símbolos, para  desenfocar el nodo central  de su red de dominación, estructurada y gestionada según la nueva racionalidad con las que  se reinventó  el Capitalismo,  a partir de los años setenta del siglo pasado,  y que determina también las reglas de juego en la industria de la música.

Una nueva visión que se adueñó del discurso político, una nueva teoría de la justicia, nuevas prácticas y  dispositivos que determinaron un nuevo modo de gobierno de los hombres según el principio universal de la competencia, sobre la base de una supuesta de igualdad de oportunidades para fracasar o triunfar en la arena del mercado. Un cambio cultural que comprende valores diferentes, nuevos referentes, imaginarios y significados para las palabras. Del que devino  otro orden social con otra axiología, en el que el “yo” se asume por encima del “nosotros” y el “otro” es considerado un obstáculo, un competidor al cual destruir. Todo se modifica para dar cabida a un “neosujeto”, un “perfecto idiota social”, despolitizado y social-conformista que siente goce de gobernarse a sí mismo como capital,  tal cual lo gobiernan a él, de acuerdo a unas ideas de verdad que se han naturalizado.

Por ello, para Chistian Laval y Pierre Dardot,  el neoliberalismo es, de entrada y ante todo, una racionalidad  que, en consecuencia, tiende a estructurar y a organizar, no sólo la acción de los gobernantes, sino también la conducta de los propios gobernados. Esta “racionalidad neoliberal” tiene como característica principal el individualismo, la generalización de la competencia como norma de conducta y de la empresa como modelo de subjetivación.

Esta racionalidad (“governing rationality”) basada en la formulación de valores, prácticas y métricas económicas, se constituye en normas y habitus,  más allá de las relaciones y de las esferas económicas de la sociedad. De modo que también ordena las relaciones entre las empresas capitalistas  y los artistas y el consumo cultural.  Las personas se ven obligados a comportarse, en todo los   espacios que habitan, como sujetos de mercado (homo oeconomicus). Se piensan y elaboran a sí mismos a partir de la noción del emprendimiento, la inversión y el capital. Bajo la presión de ser cada vez más cotizables en el mercado, invierten tiempo y dinero en la mejora y cuidado de su cuerpo y de su perfil profesional, según la lógica de la eficiencia empresarial.

El  neosujeto, como anticipó  Foucault, se asume como “empresario de sí mismo”. Como   “sujeto empresarial” se realiza a sí mismo siendo productivo, rindiendo; lo cual le produce goce de sí,  disfrute.  Así se configuran lo que los autores de La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal (2013) llaman el “dispositivo de rendimiento/ goce” que en el neoliberalismo tiene un carácter –y promesa– ilimitado: siempre más rendimiento y siempre más goce.  Siendo el objetivo programático neoliberal el fomento de la competencia, se configura, al decir de  David Harvey,  un mundo darwiniano donde se preconiza la supervivencia de los más competitivos.  De lo que se trata es de incrementar el capital personal  y  con la menor cantidad de esfuerzos y costos posibles, con la mayor rentabilidad; ya sea financiera, emocional, física, espiritual, etc. “El trabajador-afirma  Castro-Gómez- invierte sus aptitudes, sus competencias, su idoneidad”  y lo hace a la espera de incrementar la rentabilidad de su trabajo y la valorización de sí mismo como capital.

Como ya hemos comentado, el “famoso” colombiano resulta ser el  ejemplo de los que asumen esa  racionalidad neoliberal  y  la industria de la música, Porque como  le confesó René Pérez a MoluscoTV,  “hay mucha gente que asume la música como la asume Balvin, ´el negocio, socio, primero´  y todo lo demás último”  Lo que le  preocupa a  Residente  es que no se le esté dando  valor a cuestiones importantes y  que se ha defendido históricamente, “hay artista que han muerto por eso, por amor al arte”. Le angustia  ver eso destruido, él lo hace por eso  y lo seguirá haciendo aunque se quede solo en ello, declaró, por Mozart, por Renoir, por Basquiat, por Matisse…, por “los que hicieron arte hasta el final”.

J Balvin, sin talento musical y sin escribir sus canciones, triunfa porque la racionalidad que “ordena” sus actos y decisiones también “ordena” todas las esferas de la sociedad; resulta constitutiva no solo de una comprensión y una práctica de la economía y de la gestión estatal, también de la cultura en general. Define los modos en los que se perciben las relaciones y las diferentes partes en que se reparten y se delimitan los espacios y los tiempos, así también las maneras en las que cada una de esas partes es vista,  se significa y  piensa, los discursos que se producen y el valor que ellos tienen dentro de esta estructura de lo  común.

Hasta en los momentos de ocio o de entretenimiento, pues define también la partición de lo sensible. Una partición que construye una inteligibilidad sensible y perceptiva (estética); a través de la cual el orden social se mantiene y se reproduce. Y esta  partición de lo sensible, como afirmara Jacques Ranciére, define lo que es visible y lo que no, lo pensable y lo impensable, lo posible y lo imposible. Define  también la distribución de capacidades, roles, posiciones y formas de aparición de los cuerpos en un tiempo y en un espacio determinado. Esta es la  dimensión sensible y perceptiva de la política que el filósofo  llama la “estética de la política, la que nos permite entender cómo a través de ella se constituye, se refuerzan y se mantienen el orden neoliberal.

La puesta en acción de la racionalidad empresarial implica, por tanto, una reconfiguración de la inteligibilidad sensible y perceptiva que define quiénes hacen parte, cómo hacen parte e incluso quiénes no hacen parte del orden social neoliberal, quiénes ganan, porque merecen ganar, y quiénes pierden (también por no presentación), en la puja del mercado.

Para hacer más rentable y efectiva la entronización de esta  racionalidad, las elites han invertido en posicionar a sus expertos, sus “trabajadores orgánicos”;   grupos de personas que se venden con esa etiqueta, que acumulan una retórica especializada y manipuladora,  con una voz “autorizada” por los propios medios de  fragmentación masiva, propiedad de las élites capitalistas. Eso fueron los Chicago´s boys, los “expertos” en la neoliberalización de Chile.

Entre estos expertos están  los “famosos”, los más valiosos. Balvin se vende como experto en “ganar”,  en acumular dinero  y ostentarlo. Como es un émulo de la racionalidad empresarial, según la cual la calidad de un músico se mide en términos de eficiencia y rentabilidad, por las métricas que acumula en los canales de distribución de su merca-música. Eso es en esencia lo que le molesta a  Residente, a lo que le “tira”.

El MC puertorriqueño no cree en la ostentación,  ni en las plataformas digitales, como si lo hace Balvin. Le preocupa el ejemplo que se le da a las nuevas generaciones y llama a respetar a los que han aportado a  la música latina y los que como él mismo defienden subir su nivel, desarrollarla. Prefiere que le admiren por su arte y no por su fama o  por lo que ostenta. “Se pueden comprar millones de views, pero no el respeto”. Por demás, denuncia  el problema ético que acompaña esta degradación estética. “La gente que es muy real y honesta tiene problemas en esta industria  A  él no le gusta mentir, que es lo que hacen muchos, al  pagar e inflar los números con que se mide el éxito. 

El exCalle 13  aclaró que  no “lo muerde” la fama  de J. Balvin. “Benito está haciendo historia,  pero no frontea, no les restriega los números a los demás”, ripostó. Para el cantautor boricua, el nacido en Medellín “tiene el talento de hacerle creer la gente que tiene talento”, tiene el talento para el negocio, “en la industria de la música tú tienes que ser medio  sinvergüenza, reconoce,  y para eso  él  es bueno. En eso, concluyo,  también resulta un “experto”,  un valioso instrumento para el Capital.

El comportamiento de este sujeto empresarial, como sus deseos y sus fetiches, informan también de un estructura que ordena los sentimientos y las compulsiones consumistas. Es lo que McGuigan  ha definido como una “estructura de sentimiento neoliberal”. Este “sentir neoliberal” se proyecta en otros campos como  estructura de deseos y de gustos,  una estructura de consumo simbólico  y de fetiches, de ganadores de los Bilboard y de los Grammys Latinos. Y esta estructura presupone una jerarquía,  un ordenamiento en la asignación de valores.  Como consecuencia  una re-partición que puede sacar de juego lo que en tiempos modernos fueron valores morales, como la honestidad y la lealtad. O en otro campo,  la banalización de los criterios estético a la hora de valorar el arte y a los artistas.

“Ser creativos o ser famosos” es la disyuntiva que pone sobre la mesa Residente, y que centró su intercambio  con Vico C y Aldo.  “Cuando tú solamente te mueves, de todos los elementos que te pueden mover en el Rap,  solamente te mueves por ser famoso eso te lleva por otro  camino tan distinto a cuando lo que te mueve es escribir, que lo que vas a presentar como obra  al final va a ser un  cambio de  la tierra el cielo, tan descomunal (…) El  ser famoso promueve otras cosas que son superficiales. ¿A quién le importa cuántos  carros tienes, cuántos aviones tienes?  Eso es tan superficial y eso es   promovido por esa energía, el querer  ser famoso para tener dinero, para comprarte esa cosas…  Todo ese mundo no mueve a lo otro, al mundo de la expresión, del arte, de la creatividad, de escribir”.

La  “superficialidad” de ostentar el “éxito”, colgando en las pieles (piel, ropa,  casa y carro) signos y marcas “valiosas”,  es expresión de ese sentir neoliberal, del goce de ser rentables, de ganar dinero con el menor esfuerzo, que es la máxima  de estos famosos, “el negocio primero” de Balvin, aunque resulte la muerte del arte. En la industria de los “famosos”  las expresiones culturales y artísticas responden a esta racionalidad mercantilistas, lo  que se busca concretamente es producir una mercancía para obtener regalías, ganancias financieras y subjetivas.

Y todo en nombre de la libertad de hacer con tu emprendimiento, con tu  dinero  y con tu fama lo que entiendas, incluso restregárselas a tus seguidores. Porque el imperativo de ganar en la carrera neoliberal y de vociferarlo,   subyace bajo la instrumentalizada idea de “libertad”, un bien  fundamental en el discurso neoliberal. Una “libertad”  que es un constructo, sostenido en un marco legal y en unas condiciones socio-económicas específicas, que hacen que las maneras en la que tomas tus decisiones y vives tu libertad estén de acuerdo a ese  principio de la competitividad. Como plantea Castro-Gómez: “La libertad es, pues, una condición técnica para el ejercicio racional del gobierno liberal, y no una ‘facultad humana’”.

La libertad termina siendo, la dilución de todos las trabas para el enriquecimiento de  los poderosos. Bajo el mantra sintetizado  por «Hayek» en el conocido rap «El debate del Siglo»: «La economía no es un coche. No hay motor que arreglar. La economía somos nosotros. Fuera la llave de apretar».

¡Y fuera la llave estética para el rally musical y la ética para la  moda de ostentar!, enarbolan los que le “tiran” a Residente. Entre ellos, dos operadores del MSI y del 27N, que, cual Fukuyama, decretan el fin de su historia.

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La “libertad” solo le da brillo al neoliberalismo, es ítem de su etiqueta,  gancho para su mercadeo. Lo central en este marco socio-político  es la reacción individualista  en un ecosistema competitivo, ultracompetitivo en la industria musical mainstream. Se presenta como nueva, pero como cambio cultural lo que “desarrolla” es  la vieja y bárbara  salida del “sálvense quien pueda”. Se ha hecho hegemónico  en base a falacias e interesadas  construcciones simbólicas; a puro marketing,  sistemático y sutil; posicionándose como un modelo más  glamouroso y  cool que otras propuestas de ordenamiento social.  A través de  operaciones comunicacionales como esta de personalizar  la polémica  entre Residente  y  J Balvin. De modo que  todo quede en una movida para las páginas faranduleras. Para que todo  lo sistémico  y conflictivo que se proyecta  en el “beef entre el colombiano y el boricua” se diluya en la sombra de la dominación.

Esta “tiradera”, reiteramos, pone sobre la mesa de disección dos posturas distintas de asumir y valorar la música. La de Residente  que entiende que «como artista debes ser reflejo de lo que sientes y de lo que te rodea”, que entreteje, durante  años de investigación y reflexión, un disco conceptual como ADN o el que viene. Y la de J Balvin,  un “negociante», que lanza  constantemente hits  que repiten las fórmulas de éxitos que enganchan y viralizan, merca-música  para engordar su propio capital y el de los propietarios de las marcas con que se vincula; instrumento para la destrucción  y represión sistemática de cualquier pensamiento  adulto y racional. Lo que informa, en última instancia,  sobre  dos cosmovisiones en disputa, dos formas de entender y pensar el mundo, contrastados modos de valorar la cultura, la historia, la acción comunitaria y la solidaridad. La libertad asumida como privilegio de algunos o como derecho de todos.

El cantautor de Trujillo Alto  no colaboró con el productor estrella Bizarrap en busca de  views, ha declarado, lo que le sorprendió  y motivó fue su madurez al hablar sobre grandes artistas, como Gustavo Cerati. No aceptó  la propuesta inicial de producir o  recalentar un tema comercial. «Yo le mando un beat de cumbia, y él me dijo con sinceridad ‘yo las canciones que escribo en este momento las hago diciendo algo sintiendo, y esto no me lleva a eso’. Como que no hace música por hacer, y yo quería hacer un tema cumbiero tipo Atrévete, esa era la referencia que tenía yo”- contó el productor argentino a Ibai Llanos en su cuenta de Twitch.  “El tema iba a salir en diciembre, le dije a Biza ‘hermano no te puedo escribir una cumbia fiestera, porque no me siento así’”, compartió en otro diálogo Residente.

Tampoco la tiradera fue parte de una estrategia de mercadeo para su último disco, en buena parte inédito.  Al hablar, sobre sus  motivos  comentó a la revista  Rollingstone: “La primera vez que J Balvin me conoció empezó a burlarse de mí, porque no ‘tenía hits en Spotify’. Estaba hablando con Daddy Yankee y después de eso no dije nada. Después sucedió su boicot a los Latin Grammy Awards, lo de los videos y fue que subí mi video”. Además, aclaró que la canción funciona como una crítica para “darle valor a lo que no se le está dando valor” y comentó que el “negocio nunca puede ser más importante que el arte”.

Diferente ha sido la postura del  reguetonero antioqueño. Desde aquel llamado al boicot que motivó el  pertinente comentario de Don Omar: “Entonces el menos que le mete de todos es el líder de la revolución? No hay peor tiniebla que la ignorancia” (sic). Sus reacciones a la Session #49, acudiendo a la extorción de Bizarrap, utilizando la enfermedad de su madre para insuflar lástima,  intentando contratar a otro raperos para que escriban una respuesta  a Residente, su burla banalizadora con ese “¿me entienden?”, dicen mucho de sus falencias éticas.  Balvin  es una construcción de las imperialistas  industrias del entretenimiento, y como  tal un producto que reproduce las lógicas dominantes en el capitalismo tardío, las del posmodernismo neoliberal.

“Si no suman, resbalan” fue su respuesta a quienes criticaron su “karaoke” en su reciente concierto para el Festival Estéreo Picnic. Pocas horas después de su “desastroso” show en Medellín, entre otros comentarios en sus historias de Instagram,  lanzó esta indirecta: “vibra alta y el que no sume, resbala. Usted llega, se echa aceitico, no pasa nada”.  Otra joya de su arrogancia. “Me disculpan pues, pero ese show de J Balvin es lo más flojo que he visto en el FEP. No te canta una entera y encima esconde a la banda y al DJ en las esquinas. Un ego gigante para un personaje que se veía mínimo en frente de esas tres pantallas del escenario”,  afirmó uno de los asistentes. “Ese señor no canta, es como un animador”, indicó otra persona en Twitter.

“Tampoco se le pueden pedir uvas a un árbol de guayabas. Seguramente Balvin, y quienes lo rodean artísticamente, pensarán que el problema es del público o que todos quieren criticarle en su propio país porque sí, pero aunque nadie quiera ir en su contra (el público continúa dándole muchas oportunidades), él hace todo por mantenerse en su propia e infinita esfera de mediocridad artística, un espacio del cual no le interesa salir”- comentó el periodista Diego Ortiz.

Según varias reseñas, la suya distó mucho de la presentación que hiciera C Tangana, más cercano a la postura de Residente. El español se ha referido en entrevistas  a sus “ambiciones artísticas de todo tipo”, se dice no creer “en el individualismo absoluto en ningún término de la vida” y se manifestó por  la libertad del rapero  Hasél, porque, aunque  considera que los artistas están para inspirar y no para hacer propaganda política, en este caso –confesó-, “creía que estar del lado de Amnistía era bueno. Todo el mundo me decía que era un mal momento, justo antes del disco, pero las oportunidades para hacer cosas que uno cree que están bien llegan cuando llegan”

La conducta de Balvin da cuenta  de ese relativismo moral que “orienta” al sujeto postmoderno. Así, en la conversación que sostuvo para el canal de YouTube de Dimelo King, expresó: “Si hubiera sentido que tenía que dar una explicación, yo salgo, como lo hice con la canción Perra, porque ahí estaba la canción, el video. Pero es la palabra tuya contra la mía, es la conciencia tuya contra la mía. No tenía que dar ninguna explicación”. En aquella conversación no ocultó que utilizara la polémica con Residente para  generar nuevos ingresos.

Para el famoso antioqueño todo se pude intercambiar o comprar. En la referida entrevista con Molusco, Residente dio a conocer sobre las  vergonzosas transacciones que le propuso  para que retirara el primer video donde le cuestionaba su llamado al boicot.  Hasta en el tuit que generó la polémica,  se hace nítido este sesgo mental, que delinea su conducta. “Los Grammys no nos valoran, pero nos necesitan. Es mi opinión y no tengo nada nada contra los otros géneros porque se merecen todo el respeto. Pero ya el truco esta aburrido. Les damos rating pero no nos dan el respeto”, trinó entonces. Para Balvin  los valores  que sustentan el “respeto” son comparables (e intercambiables) con el valor de cambio de la mercancía musical. El posicionamiento con las que se beneficia la Academia y la marca “Latin Grammy”,   por el “éxito” del trap y el reguetón latino,   debería corresponderse con el privilegio de no competir  con los otros géneros,  menos rentables comercialmente. Para colmo, la metáfora que empleó el artista boricua para calificar su mercamúsica fue usada por el mismo J Balvin para el mercadeo de su nuevo disco y de otras pacotillas.

En sus respuestas por Instagram, René  le recordó que hay otros estilos que ni siquiera «están en ninguna lista», como «la salsa, la bossa nova de Brasil o el flamenco». En el segundo, le profirió: “Dile a tu viejo que en vez de compararte con el economista Peter Drucker, como si fueras un genio de la economía, que te enseñe valores, porque no todo en la vida es negocio”.

Entre otras críticas al colombiano,  el coautor de “Afilando los cuchillos” señaló su tibieza política. «Mi padre me enseñó a amar mi país por encima de todas las cosas», le expresó. «Por eso yo te tuve que escribir el único mensaje que le dedicaste a Colombia durante las manifestaciones, y te lo escribió un puertorriqueño», desveló. «Tu país quemándose en llamas y tú pendiente de sacar un disco».

La primera y más sonada manifestación sobre lo político de  J Balvin  aconteció en 2015, en los  Miss USA,  ante los comentarios racistas de Trump sobre los mexicanos. Por aquel entonces, era como una moda  hacerlo, podía generar más likes y seguidores. Al respecto, se pronunció Residente, poco después.  Para el rapero,  el explícito  “desdén por los latinos” por parte del presidente norteamericano  había activado “el lado social dentro de artistas que nunca iban a decir algo y se sienten mucho más tranquilos hablando de Trump. Es políticamente correcto hablar mal de Trump”. Aunque en su opinión se debía trascender esta protesta de ocasión,  “correcta”: “Espero que hablen también de otras cosas, como de Rajoy, y que no se quede todo en una cosa”. 

El “ídolo de Medellín” no paso de allí. A finales del 2020, noticias fueron  sus “tibios “comentarios sobre la política local en su dialogo con Vicky Dávila, para la revista Semana. Respecto al presidente colombiano Iván Duque, Balvin expresó que era un “bacán”. Igual de lacónica fue su respuesta  cuando se le preguntó por narcopresidente Álvaro Uribe: “bacán”, repitió. Sin embargo se extremó cuando tuvo que decir del expresidente Juan Manuel Santos y del candidato Gustavo Petro, su respuesta fue el silencio.

Al  preguntársele  si le gusta o no el Gobierno de Duque, el “famoso” dio otra muestra de su relativismo “ni-ni”,  escéptico y pragmático; aceptó que el pueblo se manifiesta en reiteradas ocasiones en contra y “depende de la realidad de cada quien”. “Si me hago con el pueblo y entiendo al pueblo, sé que a muchos no les está gustando”, confesó y, más tarde en la entrevista, agregó su apoyo a la marcha pacífica. “No tengo ningún problema en que la gente salga por lo que necesita y por sus derechos. Lo que no estoy de acuerdo es con la violencia de ninguna manera, sea por la razón que estén luchando, y de parte y parte, tanto de quienes protegen al pueblo como del pueblo que va”. “No soy de izquierda, no soy de derecha, pero voy derecho caminando siempre pa’ lante”, había dicho para un documental entonces inédito.

En  mayo del 2021, en medio de otro paro nacional contra el gobierno de Iván Duque,  escribió en su cuenta de Instagram: “A todos los colegas y super estrellas, por favor ayúdenme y ayúdennos a difundir el mensaje, debemos frenar esta guerra civil sin sentido”. ¿Habrá sido el mensaje que le dictó Residente?

Colombia ardía mientras aterrizaba en Amazon Prime  The Boy from Medellín (El niño de Medellín). El documental se enfoca en la cotidianidad del antioqueño a finales de noviembre del 2019, cuando arrancaba otro paro masivo contra Duque y el reguetonero se preparaba para cumplir un sueño que llevaba guardando 15 años: presentarse en el estadio Atanasio Girardot, la plataforma más grande en su ciudad natal. Las protestas, ponían en riego el cumplimiento de  aquel sueño.  Sus seguidores  en Instagram o Twitter, le pedían su opinión,  algún comentario sobre la situación del país,   pero el influencer observaba la pantalla de su móvil  como un niño desconcertado. “¡Qué injusta es la vida”, debió  murmurar. 

Él  tan nervioso, con la cabeza a punto de explotar, pretendiendo “transformar este concierto en una vuelta muy hijueputa”, queriendo  traer a la tarima a grandes estrellas como Bad BunnyNicky Jam y Jhay Cortez, soñando inundar el cielo  con juegos pirotécnicos… y los otros agobiándolo, con la  misma letanía.

“La gente está sintiendo como que usted se está escondiendo”, lo cuestionó   en su momento el rapero Mañas Ru-Fino. “Todos esperando que Balvin diga algo importante sobre lo que pasa en Colombia y sale a decir que solo es un artista”, le reclamó un tuitero. Muchos le insistían, pero la estrella  no quería escuchar sobre las protestas, no quería saber de obstáculo alguno para el más grande concierto de Medellín.  Los periodistas, le preguntaron del porqué del silencio. ”Nuestra labor es entretener”, fue su respuesta. Se defendió con que  no entendía  del tema político, que los artistas no tienen ninguna obligación de hablar de manifestaciones, que él está ahí solo para “darle luz al mundo”.

Y ya sabemos, más que luz, lo que distribuye es brillo, incandescencias de consumismo. J Balvin es una marca comercial, y una vitrina andante, que ha sido  asociada con otras marcas deslumbrantes, como NikeMcDonalds, la de videojuegos Fortnite o la del animado Bob Esponja. Habitualmente, socializa en su Instagram sus lujos de millonario, su ropa cara y sus  mansiones entre otras excentricidades. En  2019,  durante la celebración de su cumpleaños subió un vídeo junto a un chef turco degustando un filete de res bañado en oro de 24 kilates, cotizado en más 400 euros. El “príncipe del reguetón” ostenta ser el  dueño de una costosa colección de motores de alta gama, sus cinco variedades de Ferraris, su Lamborghini, sus motos de alto cilindraje y sus  camionetas Mercedes-Benz y Dodge.

En agosto del 2021, dio muestra de esa “humildad” con que lo vende su padre al compartir una fotografía de su tercer avión, uno mucho más grande que su jet privado. Junto a la postal, un storytelling “reflexivo” sobre su ascenso al Olimpo que terminó así: “Aquí inspiramos, no alardeamos. Disfruten el proceso y sueñen en grande».  El “persigue tus sueños”,  y el “si quieres, puedes”, de los “expertos”   de la “Happycracia”. Las mismas falacias que reiteran  los anuncios publicitarios. Hijas de la capital: “todos pueden ser ricos”.

https://www.cubahora.cu/blogs/candil-del-clip/residente-vs-j-balvin-brocoli-o-hot-dogs-y-nada-mas-que-eso-iv

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