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Bolivia en la hora de su definición (y III)

Revolución vs. barbarie

Fuentes: Rebelión

Cuando Rosa Luxemburg escribió que “la dictadura consiste en el modo en que la democracia se utiliza y no en su abolición”, quería decir que la democracia no es un marco vacío a disposición de los diversos agentes políticos, sino que la democracia tiene un “sesgo de clase”, por ejemplo Murillo, con su ideología reaccionaria, […]

Cuando Rosa Luxemburg escribió que “la dictadura consiste en el modo en que la democracia se utiliza y no en su abolición”, quería decir que la democracia no es un marco vacío a disposición de los diversos agentes políticos, sino que la democracia tiene un “sesgo de clase”, por ejemplo Murillo, con su ideología reaccionaria, plantea meter aviones de guerra al Trópico [1], militarizar zonas donde se incrementa el coronavirus [2]; lo que queremos decir es que los contenidos y las formas de la democracia lo deciden los sujetos que la enarbolan. He aquí una diferencia sustancial entre el gobierno de Añez, Mesa, Camacho y Tuto y el gobierno del proceso de cambio, los contenidos no lo deciden un grupo de personas asesorados por la CIA, sino los deseos y aspiraciones de las mayorías nacionales; y las formas de legitimar la democracia no lo definen ni Trump ni Bolsonaro, que reconocieron al día siguiente al gobierno golpista[3], sino los levantamientos de la plebe. Esta es la paradoja de la democracia, que por un lado es la dictadura de la única minoría peligrosa que son los ricos, y por otro lado, es la dictadura popular que se refleja en la participación protagónica de las masas.

Hay un acuerdo general de que el capitalismo se acerca a grandes problemas, en particular este gobierno nos va a llevar a una crisis política económica y social de incalculables e impredecibles consecuencias, frente a esta situación el campo popular no tiene una respuesta coherente para decir qué hacemos, repetir los discursos de la cultura de la complementariedad, etc. y la agenda 20-25 que solo busca la mayor eficiencia en la economía, significan reivindicar un capitalismo eficiente con rostro simbólico indígena, tareas necesarias, pero insuficientes, porque implica seguir en el camino de ser moralistas: lo políticamente correcto.

Entonces el problema a resolver es cómo logramos que la explosión popular democrática se imponga a esa minoría que es la derecha; el asunto tiene que ver con las formas del ejercicio del poder; si bien los movimientos sociales tuvieron un rol importante en el proceso de cambio, el poder se ahogó en un “principio de clausura”: escuchamos a los demás, pero nosotros, las cúpulas, tomamos la decisión. Sin embargo, nadie puede negar que la resistencia al golpe cívico militar policial fue producto de la auto organización popular, no hubo ninguna instancia orgánica que coordinara acciones políticas, y los muertos fueron los que fueron, gente humilde, luchadora y con convicción.

Ahora, para ganar la batalla electoral y construir, poco a poco, poder popular pasa por comprender que no estamos luchando por una “síntesis dialéctica” para lograr un reconciliación forzada con el enemigo de clase; contamos con un contingente de compañeros forjados en el enfrentamiento en noviembre y con autoridad moral; hay mucha gente que se ha indignado ante la derecha reaccionaria y que aspira a tener un significado y un sentido en sus vidas, mediante la oportunidad de luchar por algún tipo de orden social donde ellos tengan trabajo, cultura, educación, oportunidades; siguen presentes con su memoria larga las mujeres y los hombres de las comunidades; sin olvidarnos de las masas que viven en las periferias, en los suburbios, que conforman la economía informal y carentes de servicios de salud, son estos hombres y mujeres donde es posible que surja la revolución y que ya no se ajustan a la vieja determinación marxista del sujeto revolucionario proletario, que no son proletarios a la vieja idea marxista (que eran los más pobres, los más numerosos y creaban riqueza en beneficio de otros, etc.), esto nos demuestra que esas características ya no están reunidas en un solo sujeto.

Hicimos este recuento para comprender que hay un nuevo eje de la lucha de clases y que existe la posibilidad de que esas amplias masas se transformen en revolucionarias; la experiencia nos enseña que los comunistas siempre fueron totalmente “no-dogmáticos”, dispuestos a parasitar cualquier problema, o sea a tener los pies en la tierra, recuérdese la consignas movilizadores de las revoluciones rusa y china: “tierra y la paz” y “liberación nacional y la unidad contra la corrupción”.

Lenin fue sarcástico con aquellos que buscaban alguna garantía para hacer la revolución, gente sin audacia que decía: es demasiado pronto, no hay que arriesgarse o que la mayoría de la gente no está madura; a esto denomino lo “políticamente correcto”, a esa visión por etapas, progresivo, de la revolución, y a la que Lenin se oponía por completo, enfoque que fue reinstaurado por Stalin con la visión de los estadios “inferiores” y “superiores” del comunismo.

Hoy nos enfrentamos a una derecha que desea imponer un Nuevo Orden de largo alcance y lo que nos debe preocupar, no es tanto lo reaccionarios que son los Añez, Mesa, Camacho y Tuto, sino por qué una parte de la clase media le abrió el espacio a la derecha fascista, y esto significa un fracaso de la ideología; por qué se ha creado una “clase simbólica” conformada por artistas, académicos, periodistas, etc. que es el coro de esta política retrógrada, racista y violenta.

Por eso planteo la necesidad de un acto revolucionario dentro de un proceso democrático electoral, en el cual desde un pensamiento crítico a esa forma del ejercicio del poder democrático representativo pasado, ahora debemos responder a la tareas de elevar el descontento social y político a niveles superiores, si podemos construir nuevas formas de conciencia social en las periferias, si los comunidades con autonomías indígenas aportan a la refundación del país, creo que ahí radican los gérmenes del futuro.

La victoria electoral la estamos labrando lentamente en base a dos factores importantes, las amplias mayorías perciben que el tiempo de la pobreza será una realidad con cualquier gobierno de Añez, Mesa, Camacho o Tuto, y por tanto la justicia social  se derrumbará. Pero estos dos factores no necesariamente están conectados, para darnos cuenta que nuestro día a día se vuelve injusto, tiene que haber una cierta libertad ideológica; y esta libertad es amenazada constantemente por la represión, la persecución, la sanción, la judicialización por parte del gobierno golpista; si esa libertad disminuye, el pueblo lentamente no será consciente de la situación de injusticia y desigualdad en que se encuentra.

Si la libertad ideológica se va debilitando, esta realidad infame la asumiremos como una situación normal y el poder de los déspotas como algo naturalizado; así se ahondará la despolitización, donde cada individuo se dedique a su trabajo y este es el camino de la rendición. Por eso estamos obligados a construir el acto emancipatorio como resultado no de un solo agente o movimiento social, sino de una explosiva combinación democrática de diferentes conglomerados sociales. Este es el desafío ético político de reconocernos a nosotros mismos en esta figura, sin camarillas, ni mesianismos, que frente al horror y terror de este Estado reaccionario, la recuperación de la democracia se constituye en la respuesta más revolucionaria ante los sectores extremistas de la derecha que buscan una salida violenta a esta crisis política, como lo hicieron en octubre; no podemos permitir que se cierren los espacios democráticos, porque de ser así vendrá el arrasamiento de todos los derechos conquistados.

Lamentablemente las reglas del juego han cambiado sustancialmente, la derecha tiene un programa, fuerzas sociales, instituciones, medios de comunicación y el apoyo, para nada inofensivo, del imperialismo yanqui. El campo popular debe luchar contra las fuerzas conservadoras y reformistas internas, que expresan una cultura política retrógrada, así como también con esa izquierda más tradicional, que conciben la política como tutelaje, y que tienen nula confianza en las iniciativas del poder popular, como por ejemplo la iniciativa de los compañeros del trópico que compartieron sus productos con nuestros hermanos más necesitados, como la auto convocatoria de la noche del cacerolazo y el petardazo, hay que volver a las calles y a las plazas para defender nuestros derechos fundamentales, porque nuestra autoridad moral va más allá de esa derecha que nos grita: salvajes, terroristas, maleantes, narcotraficantes, tiranos, corruptos, etc. Solo con estas formas de acción política, nuestras luchas democráticas, poco a poco, se vincularan al problema del poder.

Hay que superar esas visiones deterministas de las “necesidades objetivas” y las “fases” obligatorias para rebelarnos e intentar la revolución;  siempre queda un espacio para un acto emancipatorio, pero si seguimos teniendo miedo a tomar el poder es que no valoramos en su justa dimensión nuestra causa y más pesa el miedo al desastre catastrófico. Pero es mejor el desastre provocado por la fidelidad a nuestras convicciones y principios, que tener el desierto con un gobierno antinacional. No hay dónde perderse, la única pregunta auténtica que deben responderse el binomio, los candidatos al legislativo y cada militante del MAS es si toleramos esta “naturalización” de este autoritarismo, de esta prepotencia, de este totalitarismo al que nos quieren llevar los Añez, Mesa, Camacho y Tuto; y cómo salimos de este desastre para nunca más volver.

Lo que quise demostrar, es que en última instancia la victoria electoral contundente debe ser el reflejo de la acción política de militantes que estén a la altura del reto que les plantea la historia, con un programa renovado, con formas y contenidos de campañas electorales que marquen diferencia, acompañados de miles de mujeres y hombres forjados en la lucha y con nuevos liderazgos, solo así se puede abrir un horizonte estratégico que de una vez por todas resuelva el destino histórico de nuestra Nación.

Notas:

[1] https://www.paginasiete.bo/seguridad/2020/4/24/murillo-metamos-aviones-de-guerra-al-chapare-253652.html

[2] https://www.infobae.com/america/agencias/2020/04/10/gobierno-boliviano-militariza-santa-cruz-su-region-con-mas-coronavirus/

[3] https://www.infobae.com/america/america-latina/2019/11/13/estados-unidos-reconocio-a-jeanine-anez-como-presidenta-interina-de-bolivia/

https://www.clarin.com/mundo/gobierno-jair-bolsonaro-reconocio-jeanine-anez-presidenta-legitima-bolivia_0_FhHcn78e.html

Jhonny Peralta Espinoza. Exmilitante de las Fuerzas Armadas de Liberación Zárate Willka