Las imágenes de las últimas reuniones del frente o bloque opositor en Bolivia, organizado para enfrentar al gobierno democrático ganador de las elecciones de 2020 con 54% de apoyo de Luis Arce Catacora y David Choquehuanca, han mostrado con toda claridad el papel articulador, dirigente y conductor de Rómulo Calvo como mando principal bajo el cual se ubican Carlos Mesa de Comunidad Ciudadana (CC), Fernando Camacho de CREEMOS, Jorge Quiroga, las denominadas “Plataformas” y los grupos de choque encabezados por la Unión Juvenil Cruceñista (UJC) y la Resistencia Juvenil Cochala (RJC).
Rómulo Calvo, médico de profesión, es Presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, institución que formalmente se presenta como defensora de los derechos del Departamento de Santa Cruz con la finalidad de “conseguir el engrandecimiento moral y material del departamento de Santa Cruz y de Bolivia” y representa principalmente a los sectores conservadores de los propietarios de tierras, los empresarios de las corporaciones agropecuarias, agroindustriales y comerciales, las logias orientales y las cooperativas de servicios.
El Comité Cívico de Santa Cruz y su brazo de la UJC han encabezado en varias ocasiones acciones violentas contra los migrantes del occidente boliviano, los collas, y han desarrollado planes de desestabilización contra el gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS) y los Movimientos Indígenas, Campesinos y Populares como en septiembre y octubre de 2008 cuando generaron en el país una situación al borde de una Guerra Civil cuando la Asamblea Constituyente discutía la aprobación de la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional.
Este Comité, en octubre-noviembre de 2019, fue protagonista central en la conspiración, el Golpe de Estado contra Evo Morales y la formación del Gobierno de Facto de Jeanine Añez que ejecutó las masacres de Senkata y Sacaba, la persecución a dirigentes sociales y políticos y actos de corrupción, tomando en cuenta que varios ministros provenían del sector cívico y empresarial cruceño. Este Golpe de Estado fue impulsado y protagonizado por funcionarios de la Embajada de Estados Unidos y Brasil, por los Obispos de la Iglesia Católica y por los mismos protagonistas de las reuniones dirigidas ahora por Rómulo Calvo.
Otro aspecto necesario a tomar en cuenta es que Rómulo Calvo hizo referencias fuertemente discriminadoras con las poblaciones migrantes y populares, a las que llamó con los términos de “cuervos”, “malagradecidos”, “hordas” y “bestias humanas”, por otra parte dio la espalda durante el saludo protocolar de los asambleístas en los actos del aniversario de Santa Cruz el 24 de septiembre, propició el vejamen a la bandera wiphala, un símbolo nacional, al que se refirió indicando que era “un trapo”.
En esa oportunidad el jefe de CREEMOS, ex presidente del Comité Cívico y hoy Gobernador de Santa Cruz, Fernando Camacho, le negó el uso de la palabra al vicepresidente del Estado Plurinacional, David Choquehuanca, como otro acto de discriminación y exclusión. Asimismo, Calvo y Camacho son impulsores de las posiciones federalistas y separatistas del oriente boliviano.
No sería completo el panorama del bloque opositor oligárquico si no se hace referencia al papel de varios medios de comunicación empresariales, como UNITEL, Red UNO, CNN, El Deber o Página Siete, que se han convertido en los voceros oficiales y aparatos ideológicos del bloque conservador opositor, el mismo que va dando claras señales de rearticularse con fines desestabilizadores del gobierno democrático, como en 2019.
Eduardo Paz Rada. Sociólogo boliviano y docente de la UMSA.
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