La implementación del Decreto neoliberal 21060 en Bolivia fue parte de un proyecto financiero global. Empero, tuvo sus particularidades. Como sucedió con los planes de Marvin Bohan (1942), del bufete Davenport (1955) y la misión de Jackson Eder (1956), la “reforma estructural” del 29 de agosto de 1985 fue delineada por Jeffrey Sachs. Eso demuestra que la máquina económica nacional siempre estuvo en manos estadounidenses.
En el libro El Neoliberalismo, el investigador Fernando Escalante explicó que, en la década del 80, este “programa intelectual y político”, que buscaba “frenar el colectivismo”, se impuso de manera “violenta” en América Latina. “Varios de sus rasgos hoy subsisten”.
El neoliberalismo boliviano fue parte de un plan mundial que priorizó la privatización de empresas públicas, tierras y servicios; el manejo empresarial del Estado; la liberalización de capitales; la reducción de la inflación y el gasto público (salud y educación); la flexibilización del mercado laboral, y la modificación del sistema impositivo a favor de los empresarios. Luego de ser experimentado en algunos países pobres, fue sintetizado en el Consenso de Washington, en 1989.
GONI.
El gobierno de Víctor Paz, en ese marco, en 1985, aprobó el 21060. La estrategia y los nombres de los artífices fueron guardados bajo siete llaves, hasta el viernes 17 de enero de 1986. Ese día, el matutino Hoy publicó el documento “Análisis sobre la Nueva Política Económica (NPE)”, firmado por el economista estadounidense Sachs. Su contenido causó polémica.
Según el Brevario histórico del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) escrito por el entonces ministro de Coordinación y Planeamiento, Guillermo Bedregal, el presidente Paz para redactar la NPE organizó un grupo de trabajo “casi con características clandestinas”.
El domicilio del presidente del Senado, Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni), fue el centro de operaciones. Él empezaba a ganar mayor poder. El grupo de trabajo fue constituido por los ministros Bedregal y Roberto Quisbert (de Hacienda). Contó con el asesoramiento de Fernando Romero, Juan Cariaga, Fernando Prado y otros. Goni, “logró la cooperación eventual de Ronald MacLean”, quien invitó a Sachs, aseguró Bedregal.
SACHS.
Ese relato, sin embargo, es una verdad a medias. Jeffrey Sachs, en el libro El fin de la pobreza, aclaró que su exalumno y exministro de Economía, David Blanco, lo contactó para asistir a un seminario que se realizaría en el campus de la Universidad de Harvard, en mayo de 1985. En el evento participó el militante de Acción Democrática Nacionalista (ADN) Ronald MacLean. Ahí, públicamente, “Carlos Iturralde —designado luego Ministro de Relaciones Exteriores y Embajador en Estados Unidos— me preguntó: ¿Por qué no viene a La Paz a ayudarnos?”.
“No tenía la menor idea de que yo sería el primero en aplicar esos mecanismos (antiinflacionarios) en la década del 80. Mi trabajo era teórico y estadístico, más que inmediatamente práctico (…) No sabía en qué parte de América del Sur estaba Bolivia”, reveló.
Juan Cariaga, en Estabilización y desarrollo, ratificó lo mencionado: Recibí la llamada de MacLean, “quien por encargo de Hugo Banzer estaba organizando un seminario en la Universidad de Harvard”, donde se preparó las bases de la NPE. “En la conversación me hizo conocer que este evento sería financiado a través de FUNDEMOS”.
MACLEAN.
Los nacionalistas dieron un giro político de 180 grados. El cambio neoliberal tuvo “protagonistas eficientes”: Cariaga y Sachs, “ambos impulsados por MacLean”, corroboró el militante de ADN Fernando Kieffer, en su obra La capitalización.
Sachs recordó que, en julio de 1985, recibió una llamada de MacLean: “Hemos ganado las elecciones, haga las maletas”. “Me acompañaron a La Paz, el día 9, el economista francés Daniel Cohen y el estudiante de posgrado Felipe Larraín”.
“Todo lo que llevaba conmigo, al principio, era un cuaderno vacío y unos cuantos artículos sobre la hiperinflación (…) A los dos días, di una charla en la Cámara de Comercio Boliviano-Americana. Demostré que la hiperinflación alemana de 1923 acabó en un solo día. Yo predije que lo mismo podía ocurrir en Bolivia (…) La nutrida concurrencia quedó sorprendida y encantada”.
ADN-MNR.
“Con un equipo de trabajo formulamos un paquete de medidas. Se definió nivelar el petróleo al precio internacional”, agregó Sachs. En concreto, se impulsó un gasolinazo. “Redactamos nuestro informe en dos semanas y nos fuimos de La Paz, el 24 de julio (…) En Boston, recibí la noticia de que ADN no había salido vencedor”. Paz fue elegido Presidente por el Congreso.
De ese modo, sobre la base del borrador de ADN, el 27 de agosto de 1985, se concluyó la redacción del 21060. “Yo conocí a los principales asesores de Paz, especialmente al hombre de negocios Gonzalo Sánchez de Lozada (…) me alegró saber que ADN había proporcionado una copia de nuestro plan al nuevo Presidente y su equipo”, puntualizó Sachs.
“Se imprimió tres copias: una para el Jefe de Estado, otra para Planeamiento y otra para Goni”, afirmó Bedregal, tras destacar que para la aprobación del 21060, el 28 de agosto, se convocó al gabinete, que fue incomunicado (“secuestrado”) para evitar cualquier filtración. Asistieron, además, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Simón Sejas, y el Comandante General de la Policía.
El 29 de agosto de 1985, el gobierno aprobó el 21060, frente a la oposición de la Central Obrera Boliviana (COB).
HIPERCORRUPCIÓN.
Hasta la crisis de gabinete del miércoles 21 de enero de 1986, las denuncias de haber pasado de la hiperinflación a la “hipercorrupción” se multiplicaron. De acuerdo al periódico Hoy, las empresas estatales empezaron a ser cotizadas a “precios de gallina muerta”.
Después de ser posesionados, el 22, Sánchez de Lozada, ministro de Planeamiento y Coordinación, y Bedregal, canciller, fueron acusados de “corrupción”. De acuerdo a Hoy, la Cámara de Diputados, “por unanimidad”, decidió investigarlos. Goni tenía que responder “sobre la explotación ilegal de oro por la firma SAPICOMSUR y Porco”.
En 1997, en La Fortuna del Presidente, Andrés Soliz probó la existencia de varios “negociados” de Goni. El periodista Osvaldo Calle, en El que manda aquí soy yo, en 2001, confirmó lo anterior y dilucidó el corrupto proceso de capitalización.
Miguel Pinto Parabá es periodista.