Un día de junio, pocas horas después de entrevistarlo, Juan Carlos Cremata me llamó para decirme el resultado de una reunión que tuvo en el ICAIC sobre su cinta Viva Cuba: «El plan es estrenarla el 17 de julio, que se celebra el Día de los Niños en Cuba. Y al otro día, el 18, […]
Un día de junio, pocas horas después de entrevistarlo, Juan Carlos Cremata me llamó para decirme el resultado de una reunión que tuvo en el ICAIC sobre su cinta Viva Cuba: «El plan es estrenarla el 17 de julio, que se celebra el Día de los Niños en Cuba. Y al otro día, el 18, que se estrene simultáneamente en todas las salas en las capitales de provincia por todo el país, ¿te imaginas?, el ICAIC no hacía eso desde hace mucho tiempo. La proyección en video digital nos dará la posibilidad de llevar nuestra película a muchas más salas de cine o video. Es decir a muchos más espectadores, a muchos más niños. Que loca alegría, ¿no?»
Y así será. El domingo 17, por invitación, se estrenará Viva Cuba en el cine Charles Chaplin, para que luego se multiplique en todo el país.
Este filme, el segundo de Juan Carlos, «no fue un proyecto hecho por el ICAIC, sino por la Casa Productora de la Televisión Cubana, en coproducción con una compañía de publicidad francesa llamada QUAD Productions, la Colmenita y un grupo de creación que formamos con Inti Herrera y que llamamos El Ingenio, porque tuvimos que hacer uso de mucho ingenio para obtener apoyo de algunas empresas, presentando avales de instituciones tan importantes como la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, el Universo Audiovisual del Niño Latinoamericano, el Centro Martín Luther King Jr. y el Fondo al Fomento Audiovisual en Centroamérica y Cuba, llamado CINERGIA, quienes nos ayudaron en la post producción».
¿Qué esperas que suceda con el estreno de Viva Cuba?
Es un altísimo honor hacer el estreno en el Cine Chaplin porque está situado justo en la base de la industria cinematográfica que hizo el mejor cine cubano, y sobre todo es un privilegio enorme, si tomamos en cuenta que Viva Cuba no fue un proyecto hecho por el ICAIC.
Has dicho «me costó mucho trabajo crecer porque siempre traté de mantener viva la imaginación» ¿cómo te fue trabajar con niños, siendo niño o adulto?
Yo soy el adulto que no quiero ser, yo nací -igual que mi hermano Carlos Alberto y mi otro hermano, somos tres – en un estudio de televisión. Mi mamá era coreógrafa de todos los programas infantiles, mi tía era entonces una artista muy famosa, sobre todo de programas infantiles, mi tío Luis Alberto Ramírez, era también un actor muy famoso, y en toda mi infancia fue muy natural para nosotros, conocer personalmente a la Caperucita Roja, La Cenicienta, Los vikingos porque eran parte misma de nuestra familia. Y jugamos en medio a toda esa «real fantasía». En mi casa se jugaba con las espadas verdaderas de los programas de televisión. Entenderás que crecer fue entonces un poco difícil, fue lindo, pero un poco duro renunciar a tanta imaginación y convertirme en adulto. Por eso durante mucho tiempo traté de mantener mi infancia a mi lado, traté de mantener viva esa imaginación con la que había nacido. Y es evidente que lo mismo ha pasado con ese hermoso y necesario trabajo que hace a diario mi hermano con La Colmenita. Todo el trabajo para niños que hizo mi mamá durante tanto tiempo, todo el trabajo que hicimos mi hermano y yo, cada uno en su momento, con los programas infantiles Cuando yo sea grande… e Y dice una mariposa… De todo eso ha salió Viva Cuba. Irremediablemente tuve que crecer pero cada vez que puedo trato de que no sólo yo, sino todos los espectadores conmigo, vuelvan hacia ese estado de inocencia infantil que no es tal, porque es más un reino de fantasías, un mundo de tolerancia y una defensa a la diferencia. Sólo cuando crecemos empezamos a aceptar las convenciones y creo que en la diferencia está precisamente nuestra autenticidad y eso que nos hace únicos e irrepetibles como seres humanos. ¿Cómo no iba a crecer si en el año 1976, cuando yo sólo tenía 14 años, un injusto sabotaje terrorista se llevó a mi padre en un avión, junto a 72 personas más, totalmente inocentes, para nunca más volver? ¿Cómo no he de crecerme a diario ante eso, tratando de dedicar a su memoria y a la de todos los caídos como víctimas del terrorismo, lo mejor de lo que hago cada día; intentando construir y amar, en el bando de los buenos que defendía Martí; volviendo a ser el niño feliz que fui junto a mis felices, únicos y divertidos padres? En medio de toda esta enorme batalla mundial contra el terrorismo es aún más placentero ganar ese premio en ese festival tan importante y con una película llamada, precisamente, Viva Cuba. Es como una galleta sin mano, ¿ves?; porque lo que querían los terroristas, era acallarnos, silenciarnos, opacarnos o amedrentarnos. Y nosotros, desde lo mejor que sabemos hacer, ganamos una vez más la oportunidad, de gritar, una y otra vez en todo el mundo: Viva Cuba.
Entonces en Viva Cuba ¿estableciste un juego?
Es el juego del que te hablaba anteriormente. Y todo el equipo fue parte de ese juego. Había veces que tuve que convertirme en el director, en el adulto y llamar a la atención al equipo o a los propios niños. Pero en realidad todo fue un juego, como fue también un juego hacer Nada, o hacer La época, el encanto y fin de siglo y hacer Diana. Y hasta Oscuros rinocerontes enjaulados (muy a la moda) que aún se conserva en el Archivo del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Como a jugar y a experimentar, a estudiar e investigar me permitió haber ganado una de las becas artísticas más prestigiosas del mundo, la Beca Guggenheim en Nueva York, en el 96. Y será un juego todo lo que siga haciendo, porque seré muy feliz haciéndolo.
En Viva Cuba experimenté un nuevo tipo de producción al que nos tiene acostumbrado la industria. Nos divertimos mucho aunque pasamos mucho trabajo. Éramos al máximo 20 personas en todo el equipo, con una cámara muy pequeña, por casi todo el país. Viva Cuba es también un homenaje a todo el enorme trabajo que ha hecho mi mama durante tanto tiempo y creo que es una de las pocas películas, sino la única, que haya sido codirigida por una madre y un hijo, nunca he encontrado eso, dos hermanos sí, pero madre e hijo, que yo sepa no. Para mí significa también un homenaje a todo lo que ha hecho y hace mi hermano con La Colmenita y espero sea un llamado a la reflexión de los adultos y al respeto de las opiniones de los niños a la hora de tomar decisiones importantes. Y que además venga a llenar un espacio que increíblemente estaba vacío, porque el ICAIC ha hecho muchas películas para niños pero sólo animados, ninguna con niños como protagonistas, por eso nos gusta decir que es la primera película para niños con niños que se hace aquí.
Viva Cuba significa además una alegría tremenda al convertirse en el primer premio que tiene el cine cubano en Cannes sobre todo porque no lo esperábamos, lo que queríamos era lo que habíamos logrado: hacer una película con niños en Cuba, no pensábamos en competir y mucho menos en ganar en Cannes.
Viva Cuba es también una película familiar donde no sólo está mi mama, sino mí hermano, mi abuela, mis primos, sus hijos chiquitìcos. Inti, el otro productor, es hijo de Eslinda Núñez que también trabaja es la película, el guión es de Manolito Rodríguez y en la cinta trabajan sus dos hijos y su hermano Abel.
Viva Cuba fue la oportunidad de conocer mucho más de mi tierra. Yo no conocía Maisí, ni Baracoa, así que fue la oportunidad de hacer un road movie por casi toda la isla y conocer más de ella. Casi todas las películas se han filmado en La Habana y hay un lindísimo país en el interior por descubrir y promocionar.
¿Tiene también una tecnología novedosa?
La película es pionera además en otras cosas, porque se hizo de una manera tecnológica muy diferente, se trabajó con una cámara que se llama la Panasonic 100 AE que filmó a 25 cuadros progresivos y en sistema PAL. En Cuba usamos NTSC y se filma a 24 cuadros. Esos 25 cuadros hacen mucho más rico el transfer a 35 mm que se realiza actualmente en los laboratorios ECLAIR en París. Tampoco antes se había filmado en ese lugar que todos los cubanos conocen y pocos cubanos han visitado, que es la Punta de Maisí. El fotógrafo fue es un experimentadísimo e hiperkinético director de fotografía llamado Alejandro Pérez, todo una institución en el video clip y el manejo de la cámara en Cuba, trabajó predominantemente con una luz natural que parece acariciar a los actores. A diferencia de mis anteriores trabajos es una película a todo color. Y Angélica Salvador le aportó a la edición el ritmo, la elegancia y el sabor que heredó evidentemente del gran músico que fue su padre Emiliano.
Hasta los años ochenta todas las películas eran subvencionadas por el estado, ahora hay muchas coproducciones, con capital de otros lugares ¿cómo logras la cubanía a pesar de esta camisa?
Es parte de mi proyecto de vida. Yo viví mucho tiempo fuera de Cuba sólo para darme cuenta que quería era hacer cine aquí. Es además es condición que proponemos a los coproductores que buscamos. Hacer una película parecida a todas las que se hacen en el resto del mundo no creo que sea negocio, lo realmente interesantes es que todas las películas sean diferentes. Y Cuba es un país diferente. Por eso les insisto y trato de ofrecerles sobre todo y ante todo la cubanidad. Quizás el haber vivido tanto tiempo fuera y el haber sufrido un poco el desarraigo, es lo que me hace intentar un cine eminentemente cubano. Lo que me interesa es trasmitir las singularidades de este país único. Soy un acérrimo defensor de la diferencia, de la tolerancia. En mi vida personal trato de ser diferente y de que no se me encasille ni en un género, ni en una forma de ser. Porque creo que el revolucionario es el que re- evoluciona, el que se levanta cada mañana a cambiar incluso lo que ha logrado. Porque creo que la re-evoluciòn no está en la inercia que genera contentarse con haber alcanzado algo, sino en la felicidad que se desata en re- crearlo, en rehacerlo, en re-inventarlo, en re-descubrirlo, de una manera distinta, mucho mejor, de nuevo, una y otra vez. Hay quién me ha encasillado aún así de «experimental» o «posmodernista». Yo creo en la voluntad y la vocación de re-hacer el mundo en el que vivo por eso voy al encuentro de situaciones nuevas, vivas, inauditas, es decir únicas.
Has afirmado que en Cuba una película se puede convertir en «pasión nacional» por ser la mayoría de las veces, una única producción la que se estrena cada cierto tiempo ¿es eso bueno o malo para un cineasta?
¡Qué pregunta!. Creo que para un cineasta lo más importante es hacer de su película un suceso y no es que tenga sólo éxito de público, para mí las películas se completan en la mente del espectador, siempre que la película llegue de una forma u otra. Para mí también el premio más grande es encontrarme un espectador en medio de la calle que me hable bien o mal de la película que hice, porque eso significa que de alguna manera la película entró en su mente y cambió o confirmó su manera de pensar, de actuar, de ver, de vivir. Lo bueno sería que hubiera muchas películas, de muchos directores a la vez y que cada una se convirtiera en sucesos para, cada vez más espectadores. Es verdad que un éxito de público puede abrir más puertas. Pero eso no quiere decir nada. Memorias del subdesarrollo es una de las películas más importantes para todos los cubanos y todos sabemos que cuando se estrenó, no fue un suceso comercial. Retrato de Teresa, en cambio, fue un éxito de público y a la vez un tremendo acontecimiento social que cambió la manera de pensar en este paíss. A todos los directores nos interesa que nuestras películas sean vistas por la mayor cantidad de gente posible y que haya cada vez más películas y que sea la fiesta de las muchas y diferentes opiniones y variados y distintos puntos de vista.
¿Que fetiches tiene Juan Carlos Cremata?
El único fetiche que hasta ahora he tratado de mantener es mi abuela Sara Cabrera. Ella se ha mantenido como actriz en todas mis películas. Quizás también un fetiche importante es ese tratar de explicarme y hacer disfrutar lo cubano. En Viva Cuba utilizamos muchos símbolos patrios: la bandera, los pioneros, el himno, el Che, el mambo, el danzón, el zunzún, el guajiro, el ciempiés. Yo viví ocho años fuera de Cuba, en distintos países y sentí mucho durante todo ese tiempo, y muy fuerte, la necesidad de expresarme como cubano. Y eso me marcó. Tal vez por eso mis películas, hasta ahora, hablan de estar aquí o estar allá, de irse o quedarse, de volver o partir. En Nada con la historia de una muchacha, que tiene la posibilidad de irse y decide quedarse. En esta es el mismo problema pero esta vez es una niña que no quiere irse y se la quieren llevar. Evidentemente hay una insistencia en el tema. Pero, mira, en Nunca escribimos para personaje quijotesco y no cubano, un ruso, que regresa a encontrarse con la Cuba de sus sueños que conoció en su juventud. Nadie pretende ser el resultado de las otras dos películas anteriores en una historia más cercana al humor negro de Titón. Pero nunca hemos encontrado a nadie que nos financie ni NUNCA ni NADIE. Y escribimos Candela, que es un musical que tratamos de hacer con el ICAIC pero encontró muchos PEROS… Por eso yo decía que me había «metido en candela», porque un musical significa dirigir bailarines, coreografías, músicos, actores, ya sabes, una locura enorme y una inversión demasiado grande para lo que hace falta mucho dinero. Y no se abrieron todavía las oportunidades ni las puertas para hacerla. Entonces pensamos en otra dirección. Filmar Viva Cuba con muy pocos recursos y un esquema de producción mucho más acorde con las condiciones de nuestro país.
¿Qué queda en el tintero?
Hay otros proyectos: te cuento. Todo lo que yo hago en mi vida es en función de hacer el proyecto que más yo quiero; la adaptación cinematográfica, ya está escrito el guión, de lo que me parece la novela más importante que se ha escrito en este país y se llama Hombres sin mujer, de Carlos Montenegro, una novela muy dura, muy fuerte, muy masculina, son casi 83 personajes encerrados en una cárcel. Es una novela que creo marcó fuerte a la literatura cubana. Más agresiva que El beso de la mujer araña, porque fue escrita en los años 30 por una persona que estaba en la cárcel. Tengo hecha la adaptación cinematográfica y estoy detrás de los derechos de autor. En el medio, intento desarrollar otros proyectos, por ejemplo, tengo listo para filmar El premio flaco la excelente obra de teatro de Héctor Quintero y tengo otro proyecto para niños dándome vueltas en la cabeza, porque pienso que ahí hay un camino muy ancho e inexplorado en el cine cubano, pero quiero intentar hacer esta vez algo histórico, que tenga que ver con nuestro pasado.
¿Ninguna otra historia de ahora?
Leo mucha literatura actual, Una extraña entre las piedras, de Ena Lucía Portela, me fascinó. Hice la adaptación de tres cuentos escritos por mujeres que se llamaba Alguien tiene que llorar, con una historia de Marilyn Bobes, otra de Adelaida Fernández de Juan y otro de Milene Fernández. Ahí esta también el guión pero nunca se filmó porque es un cine más literario, menos comercial y a los productores no les interesa tanto el arte como el negocio. Por eso digo que uno no siempre hace lo que quiere sino lo que puede. El secreto está en siempre tratar de hacer y querer, eso que se puede y se quiere hacer.
Es la segunda vez que me hablas de que haces el cine que puedes y no el que quieres, pero yo pienso que sí consigues lo que te propones ¿cómo lo logras?
Como te dije, queriendo mucho lo que hago. Mira, yo me considero una persona tremendamente privilegiada y he tenido mucha suerte, porque a diferencia de la mayoría del resto del mundo, hago lo que me gusta, entonces es un placer infinito trabajar en lo que me propongo. Lo mismo le pasa a mi hermano Carlos Alberto con su Colmenita y esa gran cantidad de niños y proyectos que es como para volverse loco. Cuando tú haces lo que a ti te gusta, con placer, entra siempre el juego con sus rituales en todo lo que haces, o sea te diviertes mucho haciendo lo que tengas que hacer. Esa fue una bandera con Nada, recuerdo que al equipo técnico le pedimos que si nosotros pretendíamos divertir a los demás, lo primero era que teníamos que divertirnos nosotros haciéndolo. Así se les creó la conciencia de que éramos privilegiados de estar haciendo lo que estábamos haciendo. Hacer cine, como toda obra de arte, es más un fenómeno de encuentros que de búsquedas, como decía Picasso. Y uno va confrontando su idea con muchos otros creadores en el camino, y va intercambiando ideas, enriqueciéndose, transformándose. Por eso, por ejemplo, fue tan bueno en Viva Cuba, trabajar con un músico francés además de con el músico cubano y los productores franceses, por su parte, me aportaron como puede ser vista esta película por un público no cubano. Creo que, contradictoriamente, hay que estar muy seguro de lo que quieres y lo suficientemente abierto para cambiarlo todo.
ENTREVISTA CON JUAN CARLOS CREMATA
Se estrena Viva Cuba
Paquita Armas Fonseca • La Habana
Un día de junio, pocas horas después de entrevistarlo, Juan Carlos Cremata me llamó para decirme el resultado de una reunión que tuvo en el ICAIC sobre su cinta Viva Cuba: «El plan es estrenarla el 17 de julio, que se celebra el Día de los Niños en Cuba. Y al otro día, el 18, que se estrene simultáneamente en todas las salas en las capitales de provincia por todo el país, ¿te imaginas?, el ICAIC no hacía eso desde hace mucho tiempo. La proyección en video digital nos dará la posibilidad de llevar nuestra película a muchas más salas de cine o video. Es decir a muchos más espectadores, a muchos más niños. Que loca alegría, ¿no?»
Y así será. El domingo 17, por invitación, se estrenará Viva Cuba en el cine Charles Chaplin, para que luego se multiplique en todo el país.
Este filme, el segundo de Juan Carlos, «no fue un proyecto hecho por el ICAIC, sino por la Casa Productora de la Televisión Cubana, en coproducción con una compañía de publicidad francesa llamada QUAD Productions, la Colmenita y un grupo de creación que formamos con Inti Herrera y que llamamos El Ingenio, porque tuvimos que hacer uso de mucho ingenio para obtener apoyo de algunas empresas, presentando avales de instituciones tan importantes como la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, el Universo Audiovisual del Niño Latinoamericano, el Centro Martín Luther King Jr. y el Fondo al Fomento Audiovisual en Centroamérica y Cuba, llamado CINERGIA, quienes nos ayudaron en la post producción».
¿Qué esperas que suceda con el estreno de Viva Cuba?
Es un altísimo honor hacer el estreno en el Cine Chaplin porque está situado justo en la base de la industria cinematográfica que hizo el mejor cine cubano, y sobre todo es un privilegio enorme, si tomamos en cuenta que Viva Cuba no fue un proyecto hecho por el ICAIC.
Has dicho «me costó mucho trabajo crecer porque siempre traté de mantener viva la imaginación» ¿cómo te fue trabajar con niños, siendo niño o adulto?
Yo soy el adulto que no quiero ser, yo nací -igual que mi hermano Carlos Alberto y mi otro hermano, somos tres – en un estudio de televisión. Mi mamá era coreógrafa de todos los programas infantiles, mi tía era entonces una artista muy famosa, sobre todo de programas infantiles, mi tío Luis Alberto Ramírez, era también un actor muy famoso, y en toda mi infancia fue muy natural para nosotros, conocer personalmente a la Caperucita Roja, La Cenicienta, Los vikingos porque eran parte misma de nuestra familia. Y jugamos en medio a toda esa «real fantasía». En mi casa se jugaba con las espadas verdaderas de los programas de televisión. Entenderás que crecer fue entonces un poco difícil, fue lindo, pero un poco duro renunciar a tanta imaginación y convertirme en adulto. Por eso durante mucho tiempo traté de mantener mi infancia a mi lado, traté de mantener viva esa imaginación con la que había nacido. Y es evidente que lo mismo ha pasado con ese hermoso y necesario trabajo que hace a diario mi hermano con La Colmenita. Todo el trabajo para niños que hizo mi mamá durante tanto tiempo, todo el trabajo que hicimos mi hermano y yo, cada uno en su momento, con los programas infantiles Cuando yo sea grande… e Y dice una mariposa… De todo eso ha salió Viva Cuba. Irremediablemente tuve que crecer pero cada vez que puedo trato de que no sólo yo, sino todos los espectadores conmigo, vuelvan hacia ese estado de inocencia infantil que no es tal, porque es más un reino de fantasías, un mundo de tolerancia y una defensa a la diferencia. Sólo cuando crecemos empezamos a aceptar las convenciones y creo que en la diferencia está precisamente nuestra autenticidad y eso que nos hace únicos e irrepetibles como seres humanos. ¿Cómo no iba a crecer si en el año 1976, cuando yo sólo tenía 14 años, un injusto sabotaje terrorista se llevó a mi padre en un avión, junto a 72 personas más, totalmente inocentes, para nunca más volver? ¿Cómo no he de crecerme a diario ante eso, tratando de dedicar a su memoria y a la de todos los caídos como víctimas del terrorismo, lo mejor de lo que hago cada día; intentando construir y amar, en el bando de los buenos que defendía Martí; volviendo a ser el niño feliz que fui junto a mis felices, únicos y divertidos padres? En medio de toda esta enorme batalla mundial contra el terrorismo es aún más placentero ganar ese premio en ese festival tan importante y con una película llamada, precisamente, Viva Cuba. Es como una galleta sin mano, ¿ves?; porque lo que querían los terroristas, era acallarnos, silenciarnos, opacarnos o amedrentarnos. Y nosotros, desde lo mejor que sabemos hacer, ganamos una vez más la oportunidad, de gritar, una y otra vez en todo el mundo: Viva Cuba.
Entonces en Viva Cuba ¿estableciste un juego?
Es el juego del que te hablaba anteriormente. Y todo el equipo fue parte de ese juego. Había veces que tuve que convertirme en el director, en el adulto y llamar a la atención al equipo o a los propios niños. Pero en realidad todo fue un juego, como fue también un juego hacer Nada, o hacer La época, el encanto y fin de siglo y hacer Diana. Y hasta Oscuros rinocerontes enjaulados (muy a la moda) que aún se conserva en el Archivo del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Como a jugar y a experimentar, a estudiar e investigar me permitió haber ganado una de las becas artísticas más prestigiosas del mundo, la Beca Guggenheim en Nueva York, en el 96. Y será un juego todo lo que siga haciendo, porque seré muy feliz haciéndolo.
En Viva Cuba experimenté un nuevo tipo de producción al que nos tiene acostumbrado la industria. Nos divertimos mucho aunque pasamos mucho trabajo. Éramos al máximo 20 personas en todo el equipo, con una cámara muy pequeña, por casi todo el país. Viva Cuba es también un homenaje a todo el enorme trabajo que ha hecho mi mama durante tanto tiempo y creo que es una de las pocas películas, sino la única, que haya sido codirigida por una madre y un hijo, nunca he encontrado eso, dos hermanos sí, pero madre e hijo, que yo sepa no. Para mí significa también un homenaje a todo lo que ha hecho y hace mi hermano con La Colmenita y espero sea un llamado a la reflexión de los adultos y al respeto de las opiniones de los niños a la hora de tomar decisiones importantes. Y que además venga a llenar un espacio que increíblemente estaba vacío, porque el ICAIC ha hecho muchas películas para niños pero sólo animados, ninguna con niños como protagonistas, por eso nos gusta decir que es la primera película para niños con niños que se hace aquí.
Viva Cuba significa además una alegría tremenda al convertirse en el primer premio que tiene el cine cubano en Cannes sobre todo porque no lo esperábamos, lo que queríamos era lo que habíamos logrado: hacer una película con niños en Cuba, no pensábamos en competir y mucho menos en ganar en Cannes.
Viva Cuba es también una película familiar donde no sólo está mi mama, sino mí hermano, mi abuela, mis primos, sus hijos chiquitìcos. Inti, el otro productor, es hijo de Eslinda Núñez que también trabaja es la película, el guión es de Manolito Rodríguez y en la cinta trabajan sus dos hijos y su hermano Abel.
Viva Cuba fue la oportunidad de conocer mucho más de mi tierra. Yo no conocía Maisí, ni Baracoa, así que fue la oportunidad de hacer un road movie por casi toda la isla y conocer más de ella. Casi todas las películas se han filmado en La Habana y hay un lindísimo país en el interior por descubrir y promocionar.
¿Tiene también una tecnología novedosa?
La película es pionera además en otras cosas, porque se hizo de una manera tecnológica muy diferente, se trabajó con una cámara que se llama la Panasonic 100 AE que filmó a 25 cuadros progresivos y en sistema PAL. En Cuba usamos NTSC y se filma a 24 cuadros. Esos 25 cuadros hacen mucho más rico el transfer a 35 mm que se realiza actualmente en los laboratorios ECLAIR en París. Tampoco antes se había filmado en ese lugar que todos los cubanos conocen y pocos cubanos han visitado, que es la Punta de Maisí. El fotógrafo fue es un experimentadísimo e hiperkinético director de fotografía llamado Alejandro Pérez, todo una institución en el video clip y el manejo de la cámara en Cuba, trabajó predominantemente con una luz natural que parece acariciar a los actores. A diferencia de mis anteriores trabajos es una película a todo color. Y Angélica Salvador le aportó a la edición el ritmo, la elegancia y el sabor que heredó evidentemente del gran músico que fue su padre Emiliano.
Hasta los años ochenta todas las películas eran subvencionadas por el estado, ahora hay muchas coproducciones, con capital de otros lugares ¿cómo logras la cubanía a pesar de esta camisa?
Es parte de mi proyecto de vida. Yo viví mucho tiempo fuera de Cuba sólo para darme cuenta que quería era hacer cine aquí. Es además es condición que proponemos a los coproductores que buscamos. Hacer una película parecida a todas las que se hacen en el resto del mundo no creo que sea negocio, lo realmente interesantes es que todas las películas sean diferentes. Y Cuba es un país diferente. Por eso les insisto y trato de ofrecerles sobre todo y ante todo la cubanidad. Quizás el haber vivido tanto tiempo fuera y el haber sufrido un poco el desarraigo, es lo que me hace intentar un cine eminentemente cubano. Lo que me interesa es trasmitir las singularidades de este país único. Soy un acérrimo defensor de la diferencia, de la tolerancia. En mi vida personal trato de ser diferente y de que no se me encasille ni en un género, ni en una forma de ser. Porque creo que el revolucionario es el que re- evoluciona, el que se levanta cada mañana a cambiar incluso lo que ha logrado. Porque creo que la re-evoluciòn no está en la inercia que genera contentarse con haber alcanzado algo, sino en la felicidad que se desata en re- crearlo, en rehacerlo, en re-inventarlo, en re-descubrirlo, de una manera distinta, mucho mejor, de nuevo, una y otra vez. Hay quién me ha encasillado aún así de «experimental» o «posmodernista». Yo creo en la voluntad y la vocación de re-hacer el mundo en el que vivo por eso voy al encuentro de situaciones nuevas, vivas, inauditas, es decir únicas.
Has afirmado que en Cuba una película se puede convertir en «pasión nacional» por ser la mayoría de las veces, una única producción la que se estrena cada cierto tiempo ¿es eso bueno o malo para un cineasta?
¡Qué pregunta!. Creo que para un cineasta lo más importante es hacer de su película un suceso y no es que tenga sólo éxito de público, para mí las películas se completan en la mente del espectador, siempre que la película llegue de una forma u otra. Para mí también el premio más grande es encontrarme un espectador en medio de la calle que me hable bien o mal de la película que hice, porque eso significa que de alguna manera la película entró en su mente y cambió o confirmó su manera de pensar, de actuar, de ver, de vivir. Lo bueno sería que hubiera muchas películas, de muchos directores a la vez y que cada una se convirtiera en sucesos para, cada vez más espectadores. Es verdad que un éxito de público puede abrir más puertas. Pero eso no quiere decir nada. Memorias del subdesarrollo es una de las películas más importantes para todos los cubanos y todos sabemos que cuando se estrenó, no fue un suceso comercial. Retrato de Teresa, en cambio, fue un éxito de público y a la vez un tremendo acontecimiento social que cambió la manera de pensar en este paíss. A todos los directores nos interesa que nuestras películas sean vistas por la mayor cantidad de gente posible y que haya cada vez más películas y que sea la fiesta de las muchas y diferentes opiniones y variados y distintos puntos de vista.
¿Que fetiches tiene Juan Carlos Cremata?
El único fetiche que hasta ahora he tratado de mantener es mi abuela Sara Cabrera. Ella se ha mantenido como actriz en todas mis películas. Quizás también un fetiche importante es ese tratar de explicarme y hacer disfrutar lo cubano. En Viva Cuba utilizamos muchos símbolos patrios: la bandera, los pioneros, el himno, el Che, el mambo, el danzón, el zunzún, el guajiro, el ciempiés. Yo viví ocho años fuera de Cuba, en distintos países y sentí mucho durante todo ese tiempo, y muy fuerte, la necesidad de expresarme como cubano. Y eso me marcó. Tal vez por eso mis películas, hasta ahora, hablan de estar aquí o estar allá, de irse o quedarse, de volver o partir. En Nada con la historia de una muchacha, que tiene la posibilidad de irse y decide quedarse. En esta es el mismo problema pero esta vez es una niña que no quiere irse y se la quieren llevar. Evidentemente hay una insistencia en el tema. Pero, mira, en Nunca escribimos para personaje quijotesco y no cubano, un ruso, que regresa a encontrarse con la Cuba de sus sueños que conoció en su juventud. Nadie pretende ser el resultado de las otras dos películas anteriores en una historia más cercana al humor negro de Titón. Pero nunca hemos encontrado a nadie que nos financie ni NUNCA ni NADIE. Y escribimos Candela, que es un musical que tratamos de hacer con el ICAIC pero encontró muchos PEROS… Por eso yo decía que me había «metido en candela», porque un musical significa dirigir bailarines, coreografías, músicos, actores, ya sabes, una locura enorme y una inversión demasiado grande para lo que hace falta mucho dinero. Y no se abrieron todavía las oportunidades ni las puertas para hacerla. Entonces pensamos en otra dirección. Filmar Viva Cuba con muy pocos recursos y un esquema de producción mucho más acorde con las condiciones de nuestro país.
¿Qué queda en el tintero?
Hay otros proyectos: te cuento. Todo lo que yo hago en mi vida es en función de hacer el proyecto que más yo quiero; la adaptación cinematográfica, ya está escrito el guión, de lo que me parece la novela más importante que se ha escrito en este país y se llama Hombres sin mujer, de Carlos Montenegro, una novela muy dura, muy fuerte, muy masculina, son casi 83 personajes encerrados en una cárcel. Es una novela que creo marcó fuerte a la literatura cubana. Más agresiva que El beso de la mujer araña, porque fue escrita en los años 30 por una persona que estaba en la cárcel. Tengo hecha la adaptación cinematográfica y estoy detrás de los derechos de autor. En el medio, intento desarrollar otros proyectos, por ejemplo, tengo listo para filmar El premio flaco la excelente obra de teatro de Héctor Quintero y tengo otro proyecto para niños dándome vueltas en la cabeza, porque pienso que ahí hay un camino muy ancho e inexplorado en el cine cubano, pero quiero intentar hacer esta vez algo histórico, que tenga que ver con nuestro pasado.
¿Ninguna otra historia de ahora?
Leo mucha literatura actual, Una extraña entre las piedras, de Ena Lucía Portela, me fascinó. Hice la adaptación de tres cuentos escritos por mujeres que se llamaba Alguien tiene que llorar, con una historia de Marilyn Bobes, otra de Adelaida Fernández de Juan y otro de Milene Fernández. Ahí esta también el guión pero nunca se filmó porque es un cine más literario, menos comercial y a los productores no les interesa tanto el arte como el negocio. Por eso digo que uno no siempre hace lo que quiere sino lo que puede. El secreto está en siempre tratar de hacer y querer, eso que se puede y se quiere hacer.
Es la segunda vez que me hablas de que haces el cine que puedes y no el que quieres, pero yo pienso que sí consigues lo que te propones ¿cómo lo logras?
Como te dije, queriendo mucho lo que hago. Mira, yo me considero una persona tremendamente privilegiada y he tenido mucha suerte, porque a diferencia de la mayoría del resto del mundo, hago lo que me gusta, entonces es un placer infinito trabajar en lo que me propongo. Lo mismo le pasa a mi hermano Carlos Alberto con su Colmenita y esa gran cantidad de niños y proyectos que es como para volverse loco. Cuando tú haces lo que a ti te gusta, con placer, entra siempre el juego con sus rituales en todo lo que haces, o sea te diviertes mucho haciendo lo que tengas que hacer. Esa fue una bandera con Nada, recuerdo que al equipo técnico le pedimos que si nosotros pretendíamos divertir a los demás, lo primero era que teníamos que divertirnos nosotros haciéndolo. Así se les creó la conciencia de que éramos privilegiados de estar haciendo lo que estábamos haciendo. Hacer cine, como toda obra de arte, es más un fenómeno de encuentros que de búsquedas, como decía Picasso. Y uno va confrontando su idea con muchos otros creadores en el camino, y va intercambiando ideas, enriqueciéndose, transformándose. Por eso, por ejemplo, fue tan bueno en Viva Cuba, trabajar con un músico francés además de con el músico cubano y los productores franceses, por su parte, me aportaron como puede ser vista esta película por un público no cubano. Creo que, contradictoriamente, hay que estar muy seguro de lo que quieres y lo suficientemente abierto para cambiarlo todo.