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Selma (2014). Biopic (rebajado) sobre el «blando» Martin Luther King

Fuentes: Rebelión

El verdadero ascenso espiritual del hombre está en el retorno al abrazo de las cosas humildes. JEAN BAUDRILLARD

Información no es conocimiento. Conocimiento no es sabiduría. Sabiduría no es verdad. Verdad no es belleza. Belleza no es amor. Amor no es música. ¡Música es lo mejor! FRANK ZAPPA

Siempre hay cuatro lados en una historia: tu lado, su lado, la verdad y lo que realmente sucedió. JEAN-JACQUES ROUSSEAU

Para continuar con las actividades del Cine-Club Al Filo del Tiempo, dentro de sus cuatro ciclos alternados sobre Directoras y Directores de Ayer, Hoy y Siempre, ahora el turno es para Selma (2014), de la afroamericana Ava Du Vernay. Un Biopic atípico, a medio camino entre lo íntimo y lo épico, pero que no logra el efecto deseado si se consideran algunos aspectos claves de la realización fílmica: tema, enfoque, tratamiento del asunto central y de los personajes, valor de la forma, rigor del contenido. Un filme que transcurre, de comienzo a fin, con cierta morosidad, con muy pocos picos dramáticos o clímax, como se ve sobre todo en la primera hora de metraje y un final basado en uno de sus discursos (no el del habitual I Have a Dream o Tengo un sueño): el que peca más por exceso que por defecto, hasta cierto punto repetitivo más que reiterativo. Obra que, en conjunto, deja por fuera aspectos cruciales, críticos, políticos y polémicos de la vida de Martin Luther King (MLK), para centrarse en hechos no tan relevantes.

En cuanto al tratamiento del tema, DuVernay se basa en el que no debería ser un polémico derecho al voto puesto que es derecho constitucional y no decisión optativa. El enfoque o la forma de dirigir la atención, en este caso hacia la vida de MLK, adolece de inconsistencias, como la de recurrir a una apócrifa visión del personaje LBJ. El tratamiento del ‘biopic’ o biografía fílmica (Oxford Dictionary) va más en búsqueda de agradar que en la necesidad de expresar aspectos que hoy serían claves para mostrar, v. gr., a un MLK más radical y menos ‘blando’, es decir, más cercano que distante a Malcolm X, aun con su disímil origen y posición de clase. No se entiende cómo se presenta a un personaje como LBJ tan intimista en sus charlas con MLK ni la forma de abordar el conflicto interpersonal del derecho al voto, los derechos civiles en general ni la dispar visión sobre la guerra de Vietnam. En fin, la forma en Selma quizás no tenga muchos reparos, cosa bien distinta a lo que ocurre con su contenido.

El Biopic del ‘blando’ MLK, rebajado, además, en tanto deja por fuera posturas y visiones radicales, reitero, del pastor, profesor y líder afroamericano se inicia con su reconocimiento a los muertos que marcaron el camino de 20 millones de negros. Y, sin solución de continuidad, pasa a señalar que su corbata no es la apropiada, es decir, a la moda, en la cual, junto a los jóvenes y, más allá, a la efebofilia, los negros ‘desentonan’. Lo que lleva a la eventual burla del negro por el blanco: ‘Tú sabes’, le dice a Coretta (Corey), ‘es todo elegante, mientras que nuestra gente… ¡No es apropiado!’ Ella, cree que no es un crimen irse por unos días y él se dispone a ser pastor, dar clases, y un esporádico discurso, máxime si con ello cubren gastos e hipoteca. MLK, según el orador, con frecuencia habla sobre tener un sueño y a ese luchador contra la injusticia, el SNCC del Premio Nobel le otorga el Nobel de Paz en 1964. MLK cree que lo que la ilusión de supremacía destruyó, la igualdad puede sustentarlo.

Las niñas que bajan por la escalera de la iglesia refieren la invisibilidad del negro en su sociedad, por cuenta de los blancos. De ahí que una novela mayor de la historia de la literatura no solo gringa sino universal se titule Invisible Man (1952) o El hombre invisible (1), de Ralph Ellison, que siendo de un negro fue, aun así, el primer National Book Award otorgado en 1952, dato que siempre se ha omitido. De repente, una explosión sacude al espectador. A Annie Lee Cooper la llama un funcionario que le reprime por ‘hacer escándalo a toda hora’. Y ella le dice que nada de escándalo, solo quiere registrarse para votar. Todo está en orden ahora, pero el sujeto cree que eso solo ocurre cuando él lo diga. Y cuando ella cita de memoria el preámbulo de la Constitución, entonces saca de la chistera una pregunta sobre cuántos jueces hay en Alabama: ‘67’. Al ver que no puede con la mujer, le pide que los nombre… y enseguida le pone el sello de ‘Negado’, sin escrúpulo alguno, sobre el certificado de votación.

MLK visita a LBJ, quien, solícito, le dice que, siendo tan alto, pero estar tan cerca del Nobel, lo hace sentir del tamaño de un perrito. En el contexto del filme, LBJ dice la primera mentira histórica: que poner fin a la segregación lo hace sentir muy orgulloso; que los derechos civiles son una prioridad de su Gobierno; que enfrentarán todos los retos que conlleve. Se queja por no poder persuadirlo para que trabaje con él en la Casa Blanca y se alegra que alguien como MLK lidere ese Movimiento ya que no quiere a nadie más: ‘Nadie como ese Malcolm X’. Quiere ayudar, que le diga cómo. MLK le habla sobre la negación del derecho fundamental del negro: a votar. Técnicamente, lo tenían, pero en el Sur los votantes eran excluidos e intimidados. Pero, una vez consiguió hacer aprobar la Ley, LBJ manifestó a su equipo el mismo temor ya expresado por JFK: ‘Creo que acabo de dar el Sur a los republicanos’. (2) LBJ disuadió a MLK de más protestas pues su Gobierno aseguraría plenamente ese derecho.

Sobre cómo ayudarle, MLK le dice que quiere una legislación que les dé a los negros el derecho a votar sin miedos. Y un protocolo federal que elimine la discriminación e ilegalice la negación al voto de dicho grupo étnico. A LBJ le suena bien, pero dice que la mayoría del Sur sigue segregada, así que no cabe empezar otra batalla sin ganar aún la primera. Y le advierte sobre la próxima: erradicar la pobreza. Bandera, a propósito, del PH en la, ojalá, nueva Colombia. LBJ se arroga ‘la guerra contra la pobreza’, que nunca llevó a cabo y cuyo presupuesto se le negó a MLK; en su ignorancia, dice querer grandes cambios para gente ‘de todas las razas’, cuando solo hay una: la Humanidad. Y como MLK quiere eso, lo del voto tendrá que esperar según LBJ, pero aquél le dice que no puede esperar y éste, ‘¿por qué no?’ Porque ha habido miles de asesinatos en el Sur, ‘incluyendo a esas cuatro niñas’ de la iglesia de Birmingham, sí: Denise McNair, Addie Mae Collins, Cynthia Wesley y Carole Robertson.

Tras el discurso I Have a Dream, el 15.sept.63, su sueño se resquebrajó: 12 tacos de dinamita explotaron en la Iglesia Baptista, Calle 16 de Birmingham, a las 10:25 a. m., y mató a dichas niñas negras e hirió a 20 personas más, en un acto urdido por racistas blancos, apoyados por las autoridades, para aterrorizar a los proderechos civiles presentes. Thomas Blanton, el asesino apenas en 2000 fue juzgado, en 2001 recibió cadena perpetua y Bobby Cherry m. en la cárcel (2004). Los cuatro asesinos eran agentes al servicio del bloque de poder racista del Sur (3). Aunque Hoover quiso desistir de las investigaciones, por pruebas ‘circunstanciales’, un disidente del FBI siguió adelante, junto a grupos de derechos civiles y a nuevas castas de fiscales: en 1977, se logró cadena perpetua para otro ‘socio’ de Blanton, Dynamite Bob Chambliss, m. en prisión, 1985. No contentos aún fueron por la restante banda: Herman Cash m. en 1994 sin ser procesado. Blanton, comenzó a purgar su pena, con 62 años, en 2001 (4).

Al día siguiente, Coltrane fue a la Iglesia y luego escribió Alabama en réplica a la agresión. Con su saxo imitó la cadencia del discurso leído por MLK en el funeral. En mitad de la plegaria, en actitud reflexiva frente al sermón en el que aquél convirtió su dolor en tea de lucha contra el racismo, la batería pasa del suave murmullo a la rabia suprema. Con tal crescendo quería significar el ascenso del movimiento por los derechos civiles. Alabama, dentro del jazz, expresa a la perfección sentimientos y emociones de la época. Tema grabado en NY el 18.nov.63, por el cuarteto encabezado por San John Coltrane, saxo tenor; McCoy Tyner, piano; Jimmy Garrison, contrabajo; y Elvin Jones, batería. Alabama contiene toda la emoción, la ternura, la furia de un músico, de un artista, cuando se indigna por la afrenta a un menor, cuando se levanta contra una injusticia cometida en un lugar del planeta y cuando comprende que pese a todo debe seguir la batalla por lo que se cree, hasta la victoria final (5).

Según se vio, no es cierto que no hay condenados por lo de Birmingham, ni una acusación porque están protegidos por dirigentes elegidos solo por blancos. En cambio, sí que las raras veces en que se les acusa, salen libres gracias a jurados 100% blancos. Aunque, la cosa ha cambiado, ahora hay una negra en la Corte Suprema gringa: Ketanji Brown Jackson. (6) Y todo ello ocurre porque no se puede ser jurado a menos que sea un votante registrado. LBJ le dice a MLK en Selma que todo esto será dejado de lado por un tiempo. El tiempo pasa y nada mejora para el negro porque se trata de racismo estructural, como lo denunció Angela Davis en visita a la U. N., de Bogotá, en 2010. MLK llega a Selma, AL, con Ralph Abernathy, Andrew Young, James Orange y la agitadora Diane Nash. El Hotel Albert solo atiende a blancos, desde 1855. Los recibe el Dr. James Bevel, quien le señala a MLK que Selma ‘es el sitio’. LBJ pregunta al eterno J. Hoover (1935/72) qué información tiene el FBI sobre MLK.

Sin superar el trauma de su primera reclusión en una cárcel sureña, fue arrestado al llegar a Albany y transferido a Americus, donde fue custodiado por el sheriff Fred Chappell, hosco, malgeniado y ojos saltones: el tipo ‘más mezquino del mundo’. Renunció a pagar fianza; rápido cambió: ‘No querría interponerme en ninguna negociación importante’. Cancelados los mítines, regresó a Atlanta a esperar el fruto de los acuerdos; los responsables de Albany, no tardaron en desautorizar cualquier entendimiento: fue burlado y la prensa refería una ‘derrota apabullante’ y una ‘devastadora pérdida de prestigio’, a las que con sus maniobras Bob y JFK habían contribuido; las mismas ya usadas en Birmingham por la detención de 2.500 manifestantes negros: Robert, de nuevo azuzado por John, empezó a buscar ‘discretamente’ los USD$160 mil necesarios para pagar las fianzas que, en lo fundamental, salieron ‘de las arcas de los principales sindicatos del país’, léase, del de Jimmy Hoffa. (7)

Hoover sacó de su amarga chistera el conejo de la acusación por comunismo contra King y contra tres de sus colaboradores: Stanley Levison, Hunter Pitts O’Dell y Bayard Rustin. David Garrow, autor de la biografía Soportando la cruz (1986) y redactor del Atlantic Monthly, dice: ‘La interminable crisis de Birmingham empujó a Hoover a filtrar a los medios la noticia de que subversivos comunistas estaban manipulando a King en Alabama’ (8). En 1964, estando en el hospital de Atlanta con gripe viral, supo que había obtenido el Nobel de Paz; la envidia blanca en persona de J. E. Hoover, brincó para denunciar ante sus súbditos la ‘farsa’: que un ‘gato callejero’ fuera así honrado. Ya antes protestó por visitar a Pablo VI pues le sorprendía que recibiera ‘a un degenerado como él’. (9) La gracia no está en lo visto, como en quien ve: a ese deg…, Hoover, no sin ayuda del Fiscal y JFK, lo voyerizó/acosó hasta la muerte, por sus polvos furtivos y nexos con comunistas: estos, unos que jamás tuvo.

La derecha, calumnia a quien disienta. La ficción revela datos: hay cables de la época, con porquerías de Hoover sobre ‘polvos’ de MLK, en Seis de los grandes, de J. Ellroy. Como los trucos iniciales le fallaron, atacó directo, lo que es igual pero no ético. Cuando la campaña de Selma se encarrilaba, Corey abrió un correo para MLK, en la SCLC: ‘el paquete suicida del FBI’. Forma prístina que las democracias aplican a quien no traga el diktat oficial. Video y carta anónima y el cazador es cazado por su propio veneno, con el que pretende calumniar, sembrar cizaña, incitar al suicidio, eufemismo por crimen represivo: ‘King, mira en tu corazón. Sabes que eres un traidor completo y un gran lastre para […] los negros, un imbécil disoluto y moralmente anormal. El público [gringo], las organizaciones eclesiásticas que han estado ayudando, sabrán quién eres en verdad. Sólo tienes un camino para acabar con todo. Será mejor lo tomes antes de que tu yo mancillado y traidor sea expuesto ante la nación’. (10)

Para completar el show orquestado en las entrañas oficiales, cuando puso la cinta reconoció trozos de las obscenidades lujuriosas en cuartos de hotel junto a sus allegados: había confusos jadeos, gritos y otras expresiones, eso sí, de orden personal, no público. El humor, negro, de Coretta, iba en serio (lo que no se ve en el filme): “No pude sacar mucho en claro de todo aquello, era un galimatías”. Aunque “descifró lo bastante para hacer una llamada aturdida a su marido para que regresase a casa”. Cuando éste oyó la cinta se sacudió: “Están ahí para destrozarme”. (11) Para eso ya habían estado los Kennedy con ocasión de Albany, que supuso una resonante derrota: asistidos por la prensa, le jugaron sucio al líder negro. El Fiscal, ante una delegación de derechos civiles en Washington y con el fin claro de que se difundiera la noticia, instigado por el presidente, señaló que su retadora presencia debía desaparecer antes de que el gobierno local se sentara a negociar con los líderes negros. (12)

Hoover fue, sin duda, el más encarnizado perseguidor de MLK sobre todo en lo relativo a ‘arruinar a su familia’, por vía de Coretta Scott y las tensiones con su esposo. Éste regresa a su residencia en Atlanta. Y comienzan las chuzadas, el acoso telefónico, como ya había pasado con MX, el dirigente afroamericano supuestamente en las antípodas de MLK, tal como DuVernay cree por la tesis de M. Frady: que ambos ‘eran en realidad proyecciones de dos culturas diametralmente opuestas’. La de MLK, una sociedad de gente religiosa, clase media, respetable, deseosa de crear una coalición con los liberales blancos del país. MX, profeta de una nación distinta, cuya infancia pasó en la miseria, distinta de la privilegiada de MLK y miembro de una sociedad ‘cruel, chabacana y callejera’ de las clases bajas negras confinadas en esos ghettos mastodónticos de las ‘grandes ciudades de destrucción’ del Norte, en una frase de E. Franklin. Ambos, inxiliados, o sea, sin conexión con el resto del país. (13)

El delirio del hombre invisible en pos de ser aceptado por los blancos y parte del american dream, o pesadilla gringa, podría ser la de MLK, MX, Parks, Meredith, Chaney, Newton, Cleaver, Evers, respecto a un medio excluyente (14). Su actitud por mostrarse distante, altivo, podría representar el disfraz del que engañó a su amo y al blanco en general: ardid para sobrevivir, que responde a lo que J. Lee Greene llamó en afro narrativa la “estrategia de la máscara” (15). En su afán por engañar sin querer y querer sobrevivir, MLK usó tanta máscara que destruyó su único seguro para seguir vivo: su sello de negro no blanqueado; del que Duke hizo Black, Brown & Beige, antes que Mailer El negro/blanco. Estado al que nunca renunció MX y del que también se enorgullecía MLK cuando emprendió la lucha por la justicia social. Al final, poco importó que El-Hajj Malik El-Shabazz fuera bajos fondos, un eco de la creación más peligrosa para cualquier sociedad, la del […] que no tiene nada que perder. (16)

Pero MLK, salido de un ámbito solvente, acabó encarnando para el statu quo igual peligro al de su ya homólogo militante: “Como David Halberstam observó, la derrota en Chicago llevó a King ‘más cerca de Malcolm X de lo que nadie habría podido predecir cinco años atrás, a la vez que lo alejó mucho de algunos de sus partidarios más tradicionales’.” (17) Lo mismo dirá James Baldwin, en el documental No soy tu Negro (2017), de Raoul Peck; y Miles Davis, en su autobiografía: “King era algo así como el santo de [EEUU] y los blancos lo mataron porque les asustó que cambiara su mensaje, que pasara de hablar solo a los negros a hacerlo en general sobre […] Vietnam y la clase obrera y muchos temas conflictivos. Cuando murió estaba hablando a todo el mundo; a los poderes que controlan el país no les gustó. Si hubiera seguido hablando [solo] a los negros, la cosa habría sido tolerable, pero hizo lo que Malcolm cuando volvió de La Meca, razón por la cual lo mataron a él también. Estoy seguro”. (18)

Ahora, MLK saldrá en una gira de dos semanas por Selma. Él se preocupa por los que no están bien. El alguacil local, Jim Clark, no es de fiar. En su concepto, ser pacífico es el camino más expedito para caer muerto. MLK habla con Mahalia Jackson, la misma del himno a la libertad llamado Someday We’ll All Be Free o Algún día todos los hombres serán libres (19), y una de las voces mayores del Soul, híbrido que surgió cuando las barreras (artificiales) entre spiritual y gospel se desdibujaron. El Comité Coordinador Estudiantil No Violento (SNCC) llega a Selma y MLK se entera. Ambos, en teoría, incitan a los negros allí no a pedir sino a exigir el derecho al voto. Roy Reeds, del NYT, lo entrevista. Su primera pregunta no está exenta de sesgo: ‘¿Es usted de verdad pacífico si provoca la violencia?’ Y MLK le contesta que están allí para protestar contra quienes violan sus derechos y para decirles que no se dejarán maltratar más. El alguacil L. Pritchett no se equivoca, mientras MLK y sus socios sí.

‘Nosotros cometimos muchos errores en nueve meses’, dice MLK. El trabajo de los jóvenes del SNCC es muy loable, pero lo de aquél y sus amigos es ‘negociar, protestar, resistir’. Y eso crea conciencia entre los blancos y en particular en el hombre blanco de la Oficina Oval: LBJ, quien justo entonces, como ya se dijo, tenía otros intereses: en Vietnam, RDA (allí, incluso una amante de JFK que develaría Marilyn Monroe, razón por la cual él y Bob, el Attorney General, le dijeron ‘Kaputt’), Cuba, etc. Jim Clark, alguacil de Selma, no le cae bien al de Albany, L. Pritchett: ‘Es un bruto ignorante, como Bull Connor en Birmingham’, recuerda MLK, sobre todo por el último, tristemente famoso por echarles encima a los negros sus perros pastores alemanes, quizás nazis. En Albany, el problema básico es la segregación en todas partes; en Selma, pueden concentrar sus acciones en un solo edificio: ‘Una ciudadela defendida por fanáticos. El plan perfecto’. Entonces, hacen un setting o sentada a lo Gandhi.

Ante esto, el citado comisario Jim Clark, el de no fiar, advierte que los arrestará no sin antes impedirles llegar a la oficina de registro. En otras palabras, negros sin derechos de ninguna clase, pese a la manipulación mediática y a su prurito por cambiar las cosas en modo magia. ‘La segregación es ilegal en este país’, dice MLK entre la certeza y la ingenuidad. Ante la agresión a un viejo y a un joven por un policía, una señora negra lo golpea en la cabeza. Por efecto, MLK va a la cárcel en Selma, junto a un grupo de mujeres, Ralph Abernathy y otros. La consigna es pelear para sentarse a la mesa que quieran. Es una pena no poder comer una hamburguesa, porque no se ganó lo suficiente. O, peor, que ese negro no pueda leer el menú porque no había escuelas para negros donde vivió. MLK y Abernathy, al hablar de estas cosas hablan de igualdad. Igualdad de oportunidades, igualdad de trato, igualdad de empleo. La pregunta que surge: ¿por qué hay negros capaces sirviendo a blancos o a otros tipos de gente?

Gente humillada por generaciones. ‘¿Qué pasa cuando un hombre se cansa y dice ‘ya basta’? ¿Qué pasa con él?’, pregunta MLK. Ralph dice que van paso a paso, siempre lo han hecho, improvisan. En tal sentido, cómo no recordar a MX, quien decía, con respecto a la música y en concreto al jazz: “Yo he visto a músicos negros que improvisaban con músicos blancos… ¡Qué diferencia! El músico blanco sólo puede tocar si tiene una partitura delante, y sólo puede improvisar a partir de algo que ha oído previamente. En cambio, el músico negro coge su instrumento y extrae de él sonidos en los que nunca antes había siquiera pensado. Improvisa, crea, y esto le sale del interior. Es su alma, es la música de su alma”. (20) Esa música del alma, es la Soul Music citada a partir de la figura capital de Mahalia Jackson en Selma. MLK: ‘Me van a arruinar y conmigo a todo el movimiento’. Ralph: ‘Mira los pájaros afuera. No fueron vendidos, ni maltratados, ni encerrados. Aun así reciben del ‘Señor del cielo, comida’.

De la charla entre Coretta y la Sra. Boynton brota una idea: los negros no descienden de esclavos, como se dice a menudo, sino de millones que fueron esclavizados y han preparado a todas las generaciones posteriores. Hecho también destacado por Francia Márquez en el programa político del PH. Mientras tanto, se dice en Selma que MX no coincide mucho en sus ideas con MLK ni en cómo hacer progresar a los negros, lo que los propios hechos y los testimonios de D. Halberstam, J. Baldwin, M. Davis, desmienten. Sin embargo, hay que decir que MX fue un crítico intenso frente a la no violencia de MLK cuyo origen está en los odres de Gandhi y Thoreau. Ahora, el problema para G. Wallace es por qué MX está en ‘su’ Estado, Alabama, y también Coretta, ambos haciendo discursos sobre ‘esos niggers’, ¿cómo puede pasar tal cosa? Muy sencillo: por la tan usual intolerancia. Jim Clark aconseja a Wallace que si quiere obtener miedo tiene que apoderarse de Selma. Para ello, basta lograr información.

Información, claro, sobre la marcha nocturna. Entre los minutos 5 y 50 y un poco más allá se dan los tres únicos picos dramáticos iniciales del filme: primero, con el estallido en la Iglesia de Birmingham en el que mueren las cuatro niñas citadas; segundo, cuando nieto, hija y abuelo entran de noche al restaurante, huyendo de la policía y esta ingresa y mata al joven frente a sus dos mayores; tercero, por el trance que debe pasar la lascivia de MLK de cara a la franqueza de su esposa Coretta, quien sin ruido lo pone contra la pared filosa de la Historia. MLK va al hospital y le dice al abuelo, Cager Lee, ‘no hay palabras de consuelo’ para lo que ha pasado con su nieto. La brutalidad policial sigue llenando de huérfanos al mundo, ante la desidia de los gobernantes. ‘¿Quién asesinó a Jimmie Lee Jackson?’, pregunta. Y recuerda lo dicho a su esposa sobre el también asesinado MX: ‘No vivimos plenamente nuestras vidas si no estamos dispuestos a morir por los que amamos y por lo que creemos’. Es resto es paja.

Tras el altercado entre MLK y Coretta Scott, por los ‘polvos’ y gemidos en casete de ¾ que le envía el enfermo Hoover para sembrar cizaña más que para aclarar el asunto, el gobernador de AL, G. Wallace, dice que no habrá marcha de Selma a Birmingham: ‘Es inaceptable que interrumpan el tráfico’. De momento pensé en el subpte. de Fosa Común, pero rápido se me pasó al notar que Wallace no se hace el ‘gringo’, como el gordo, sino que es gringo y ese es siempre el tipo de respuesta allí ante una situación grave para la gente, máxime si se relaciona con la que no se considera como tal: la negra. Wallace lo dice porque ‘es un riesgo para la seguridad’: pero, de las cosas, no de las personas. ‘No hay que devolver los golpes’, piensa un negro, ‘porque este es un movimiento pacífico’. ‘La no violencia no es pasiva. De hecho, es muy fuerte’. 525 negros salen de la capilla Brown y caminan seis cuadras para cruzar el puente E. Pettus en el río Alabama. Las tropas los esperaban a 300 metros del final del mismo.

MLK piensa que mientras siga la violencia contra la gente, la ataquen con gases lacrimógenos como en una guerra, nadie puede considerarse inocente por esa conducta hacia el prójimo. Dice tener fe en hombres y mujeres de buena voluntad y de cualquier origen, blanco, negro o lo que sea, y que si alguien cree que todos somos creados iguales, que ‘venga a Selma’. Wallace le dice a LBJ que el descontento ha crecido en AL y que es su obligación detenerlo. LBJ cree que protestan por su derecho a votar y por como son tratados, es decir, maltratados. Pero, Wallace disiente: ‘Hacemos las cosas a nuestra manera. Y así quiere la gente que sea’. ¿Habrá gente aún tan obtusa? LBJ lo sacude diciéndole que, si toda la vida vio por los pobres, ¿por qué ahora este rechazo a los negros? Wallace: ‘Porque nunca están contentos por nada’. He ahí el porno de la banalidad, la ridiculez del desprecio, la frivolidad de los políticos. Y busca justificarse: primero es ir a los parques, más tarde a la escuela pública y luego a votar.

En fin, conseguir empleo y más tarde disfrutar de la distribución de la riqueza sin trabajar. Habría que recordarle a Wallace que no es el capital el que produce el trabajo, sino el trabajo el que produce el capital: esto es, los trabajadores, de acuerdo con Marx. Que son los negros los que han forjado la civilización gringa, no los blanquitos: estos son los parásitos, como LBJ, J. E. Hoover, G. Wallace. Que lo lleve el diablo si permite que la Historia lo ponga al lado de gente como Wallace, le dice LBJ cual si fuese el que debiera figurar al lado de los falsos héroes que las historias oficiales de cada país encumbran a la categoría de inmortales. Sobre todo, después de decir que habla por la dignidad del hombre y el destino de la democracia, esa ‘dama’ tan esquiva como incierta. Y luego refiere el dolor de los negros, su protesta pacífica y cómo se les niega ser ciudadanos de hecho. La Constitución señala que a nadie se le puede negar el derecho a votar debido a su raza: solo hay una, LBJ, la Humanidad.

Selma culmina con un emotivo discurso de MLK, así no sea el mejor en relación con los que ya vendrán de Riverside y el de Tengo un sueño, aunque sí el que más se ajusta al Biopic por razones argumentales y coherencia respecto a tema, enfoque y tratamiento. En él observa que oyeron a los blancos decir que nunca lograrían ir de Selma a Montgomery, que los detendrían, aunque fuera lo último que hicieran, que no merecían estar ahí. Pero, estuvieron ahí y ya nada los hará regresar. Esa marcha sobre la capital de Alabama, será recordada como una soberbia demostración de la protesta (no solo) negra. Han visto que blancos poderosos cabalgan el mundo sobre la mentira cruel/perversa que les venden a blancos empobrecidos, no pobres: la de que, pese a sus miserables vidas, sienten orgullo porque saben que siendo blancos son superiores a los negros. Pero, estos saben la verdad y la perseguirán hasta lograr la libertad. Marcharán por sus derechos, por ser tratados como ciudadanos, por recoger lo que siembren.

Hasta que las sombras den paso a la luz de la justicia. Nada detendrá ese Movimiento. Lo prohíben. Saben que la oscuridad mata lo mejor de ellos y a los mejores de ellos. Sean las niñas de Birmingham o J. L. Jackson o J. Reeb. Aunque sufran y lloren, gozarán de libertad. Como Colombia, gozará de una vida sabrosa: sin miedo, en libertad y con la dignidad como costumbre. Tengo un sueño: ‘Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de antiguos esclavos y los hijos de antiguos dueños de esclavos, se sentarán unidos a la mesa de la hermandad. […] Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el que no serán juzgados por el color de la piel, sino por los rasgos de su personalidad. […] Y cuando esto pase y cuando dejemos que la libertad resuene en cada pueblo, en cada aldea, estado y ciudad, podremos celebrar la llegada del día en que todos […], blancos y negros, judíos y gentiles, cristianos y católicos podamos estrechar nuestras manos y cantar: ¡Somos libres al fin!’ (21)

Aunque MX hubiera pensado que MLK era ‘un traidor para el pueblo negro’, c. 1967, la frase se antoja arbitraria: no puede ser traidor quien muere por su pueblo o actúa a nombre suyo para erradicar la injusticia, el racismo, la intolerancia, como se ve en Selma. Y por eso, no murió en vano; su obra fue un premio al esfuerzo por querer mejorar una nación enferma. Así, asumió la muerte como posibilidad de redención, no viendo en ello un sino trágico trazado por el blanco o un incierto designio divino; sin cejar jamás por cambiar las condiciones del pueblo pobre y excluido: negro, hispano, oriental, judío, homosexual. Osadía que el Gobierno y la sociedad blanca y, más allá, el Sistema no podían permitirle, perdonarle. En discurso postrero en Ebenezer, declaró que solo esperaba dijesen de él: “MLK Jr. trató de dar su vida al servicio de los demás. Quiero que ese día alguien diga que MLK trató de amar a alguien, dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, amar y servir a la humanidad.” (22)

En 1967, MLK habló en la iglesia Riverside, de NY: “Esta locura debe cesar de alguna manera. Debemos parar ahora. Hablo como un hijo del Señor y hermano de los pobres que sufren en Vietnam. Hablo por aquéllos cuyas tierras están siendo devastadas, cuyas casas están siendo destruidas, cuya cultura está siendo aniquilada. Hablo por los pobres de EEUU que están pagando el doble precio de las esperanzas destruidas en casa y la muerte y la corrupción en Vietnam. Hablo como ciudadano del mundo, por el mundo que contempla horrorizado el camino que hemos tomado. Hablo como un estadounidense a los líderes de mi propia nación. La gran iniciativa en esta guerra es nuestra. La iniciativa para detenerla debe ser nuestra.” (23) El paso de la masa negra a la oposición se volvió el mayor temor para el guerrerista texano y dueño del 20% de acciones de Helicópteros Bell: en Dallas, su principal reducto de votantes, fue asesinado su prez JFK, Camelot o Jack y su pandilla: D. Wolfe. (24)

LBJ era codueño de la empresa citada que se oponía a la decisión de JFK de retirar mil oficiales de Vietnam y acabar la guerra. Aparte de un problema para Johnson, en tanto sus intereses estaban en Vietnam, Laos, Francia, Alemania, América Latina (Cuba), la Campaña representaba un reto para la voluntad y una inversión para el fisco. Según cálculos de James Reston, cercano a MLK, solo para eliminar los barrios negros, los más pobres de NY se requerían 17 mil millones de dólares (25). Una cifra no inferior a los 100 mil millones costaría de manera tentativa la guerra a la pobreza: MLK, bajo el lema ¡Arrepiéntete, EEUU!, exigiría 30 mil millones de inversión federal para acabarla, lograr pleno empleo, garantizar ingresos mínimos anuales y construir 300 mil viviendas de protección oficial cada año. Se trataba de extirpar en una ‘nación enferma y neurótica, al menos cierta parte de su enfermedad’ y en esa ocasión, ‘irían por todas’. LBJ jamás estuvo de acuerdo con MLK ni lo apoyó al respecto.

En conclusión, Selma, aun con todo lo dicho en su contra, es un buen filme. Quizás no muy bien aprovechado al abordar lo dicho al inicio: el Biopic, enfoque, tema, personajes, forma ni contenido. Se salvan, eso sí, ciertas secuencias: la sorpresa del estallido en la iglesia de Birmingham. La charla entre Coretta y MLK sobre sus polvos furtivos. El matoneo policial al abuelo Cager Lee, su hija y su nieto en el restaurante. La aparición de ciertos personajes: Mahalia Jackson, emblema del Soul; Harry Belafonte, músico, actor y activista gringo; Andrew Young, embajador en la ONU, congresista, dos veces gobernador de Atlanta. Por contraste, DuVernay desaprovecha eventos como la Campaña del Pueblo Pobre, la postura radical de MLK frente a Vietnam, su acercamiento postrero a Malcolm X en tal sentido. Eso no quiere decir que el haber escogido el derecho al voto como nuez del conflicto central sea un error. No: significa que desaprovechó temáticas muy álgidas y desconocidas hasta ahora.

La idea de la muerte como redención en MLK está en sus declaraciones: en 1964 la SCLC se trasladó de Atlanta a St. Augustine, la ciudad gringa con el registro más antiguo de tráfico de esclavos desde su origen como asentamiento hispano, 50 años antes que Jamestown, adonde fue el biógrafo M. Frady como corresponsal de Newsweek. Allá, MLK proclamó: “Si la muerte física es el precio que tengo que pagar para liberar a mi hermano blanco y a mis hermanos y hermanas de la muerte permanente del espíritu, entonces no hay nada más redentor”. (26) Lo decía poco antes de que St. Augustine sucumbiera al ensañamiento y la atrocidad (Frady), un día que se topó con MLK y su hijo Martin III y le aseguró que era la ciudad más desbocada en la que jamás estuvo: nunca vio tanta violencia sin freno. Una vez en Misisipi gritó: ‘Estoy harto de la violencia’, de la guerra de Vietnam y del conflicto orbital, de los disparos, del odio, del egoísmo y del mal, pero jamás ‘recurriré a la violencia’. (27)

MLK, para terminar, fue asesinado, pero no por James Earl Ray sino por H. C. Wilson. Sus restos reposan en el cementerio de la Iglesia Baptista Ebenezer, parte del Centro para el Cambio Social No Violento MLK, de Atlanta, en el que se guardan sus escritos, entre ellos Marcha hacia la libertad (1958), sobre el boicot de buses en Montgomery y Por qué no podemos esperar (1964), sobre el Movimiento de Derechos Civiles. (28) Muchos de los supuestos otros libros no son suyos, como atestigua y subraya Marshall Frady, uno de sus más autorizados biógrafos y del que es muy seguro se haya nutrido la cineasta Ava DuVernay para su Biopic, acrónimo de Biographical Picture. En el lugar que Wilson le disparó con un fusil Remington de mira telescópica desde el cuarto 5B de una pensión situada frente al Motel Lorraine, en su homenaje, hacia 1991, se construyó el Museo Nal. de los Derechos Civiles. Buena parte de lo anterior, no aparece por ninguna parte en Selma, aspectos en sí muy claves.

Y que hubiera podido aprovechar DuVernay dada la trascendencia del personaje alguna vez considerado el ‘blando’ frente al Establecimiento blanco, en relación con los otros negros y en particular frente al radical MX. El destino de MLK no fue un lugar sino la forma singular de ver las cosas: que eso no lo hayan sabido apreciar, en especial sus verdugos, no entraña que sea su problema o un sueño irrealizado, una labor fallida, una esperanza insatisfecha: el problema es de quienes ignoran que la diferencia es el mejor camino a la igualdad y que para eso se necesita tolerancia, paciencia y ética por honestidad. Sabiendo que todo está conectado en la Tierra, MLK tal vez ignoró muchos años, que cualquier cambio personal/interno hace progresar al mundo: el yo verdadero, el que la persona es, tiene la paz del silencio, la calma del vacío y conserva la ecuanimidad, la calma y la sobriedad sin dejarse irritar/rebajar por la estulticia. Por la de tanto Hitler que a diario surge en el lóbrego panorama vital y existencial.

Para Santiago adorado, el motor de mis esfuerzos y de cada página.

Para Marthica, la caja de mi música literaria y el eje de mi vida.

Para María del Rosario, el espejo que refleja a nuestros hijos.

Notas, enlaces y bibliografía:

(1) ELLISON, Ralph W. El hombre invisible. Editorial Lumen, Barcelona, 1984, 592 pp.

(2) FRADDY, Marshall. Martin Luther King. Mondadori, Barcelona, 2003, 287 pp.: 182.

(3) http://keikai.blogspot.com.co/2007/09/cuatro-nias-de-birmingham.html

(4) http://elpais.com/diario/2001/05/03/ultima/988840801_850215.html

(5) https://www.youtube.com/watch?v=saN1BwlxJxA

(6) https://www.france24.com/es/ee-uu-y-canad%C3%A1/20220630-jackson-juramento-convierte-primera-mujer-afroamericana-supremo-eeuu

(7) Íbidem, 2003: 161.

(8) DALLEK, Robert. J. F. Kennedy – Una vida inacabada. Océano, Barcelona, 2004, 829 pp.: 622.

(9) Íbidem, 2003: 204.

(10) Íbidem, 2003: 214.

(11) Íbidem, 2003: 214.

(12) Íbidem, 2003: 131.

(13) Íbidem, 2003: 176

(14) https://archive.org/details/blk399.00 I Am Not Your Negro (2016), de Raoul Peck.

(15) El Sur de los Estados Unidos – Retrato de una cultura. El Áncora Edits., Bogotá, 1994, 451 pp.: 330.

(16) Íbidem, 2003: 177.

(17) Íbidem, 2003: 240.

(18) Davis, Miles y Troupe, Quincy. MILES, Autobiografía, Ed. B, Primer Plano, Barcelona, 431 pp.: 293.

(19) https://www.youtube.com/watch?v=gGhuI3b3Z9U

(20) CARLES, Ph. / COMOLLI, J.-L. Free Jazz / Black Power. Anagrama, Barcelona, 1973, 380 pp.: 37.

(21) Íbidem, 2003: 169-170.

(22) Palabras que, fuera de asumirlas, practicó en Colombia Camilo Torres R., cuyo cadáver, por decisión del general Á. Valencia Tovar, apodado en su época Violencia por aplicar todas las formas de lucha contra un supuesto enemigo, jamás entregó a sus familiares: menos a su hermano Fernando, toda vez que éste ya había muerto, cuando dice que lo hizo. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=223056

(23) ZINN, Howard. La otra Historia de EEUU – Desde 1492 hasta el presente. PDF, 512 pp.: 367.

(24) WOLFE, Donald H. Marilyn Monroe – Investigación sobre un asesinato. Emecé, Bs. Aires, 1999, 415 pp.: 300 a 305.

(25) CALDERAZZI, A. M. La revolución negra en los EEUU, Bruguera, Barcelona, 1970, 331 pp.: 306.

(26) Íbidem, 2003: 187.

(27) Íbidem, 2003: 246.

(28) La mayoría de lo citado aquí, proviene de este ensayo sobre MLK.
https://rebelion.org/docs/240588.pdf

  • (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín de EE, desde 2012, y columnista, 23/mar/2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por la UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre Manuel Zapata Olivella y Changó, el gran putas, fue lanzado por la UFES, el 20/feb/2021. Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en el portal Rebelión, EE y Las2Orillas. E-mail: [email protected]

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