1. Leí el artículo de mi amigo Cristóbal León: «Desvergüenza en Yucatán«. Dice: «Resulta ser que las placas de vehículos que pretende el gobierno cobrarle a la ciudadanía son las más caras de toda la península, incluso más caras que en muchos otros estados de la república en donde el salario mínimo es mayor, esto, […]
1. Leí el artículo de mi amigo Cristóbal León: «Desvergüenza en Yucatán«. Dice: «Resulta ser que las placas de vehículos que pretende el gobierno cobrarle a la ciudadanía son las más caras de toda la península, incluso más caras que en muchos otros estados de la república en donde el salario mínimo es mayor, esto, junto a la ya denunciada maña de inflar el precio por placa al extremo de sobre pasar el doble, triple o mucho más del costo original, todo según para obtener recursos en beneficio del pueblo». Esta denuncia -que militantes de Morena han extendido- es muy importante porque alerta a otros estados de la República a investigar los impuestos que los gobernadores cobran a fin de sustituir los dineros federales que han dejado de recibir.
2. El problema es que la población se entera de esta denuncia y de miles más que benefician a gobiernos y los empresarios, y le vale un carajo por falta de conciencia, por cobardía o porque no sabe organizarse. ¿Cuántos gobiernos estatales están sangrando directamente a la población para recuperar sus ingresos? Habría que revisar con detenimiento las políticas económicas que se están aplicando a raíz de que López Obrador decretó la reducción de gastos. ¿Cómo gobernar bien -se quejan gobernantes- sin el manejo presupuestal amplio al que como políticos estamos acostumbrados? Y lo más grave: ¿cómo ocupar un alto cargo por seis años sin hacerse millonario con los abundantes negocios que surgen a la sombra del poder?
3. Por ello Cristóbal -que en parte refleja el descontento que se extiende- tiene razón, a pesar que lo haga en una de los estados más pobres y miserables, así como con casi nula participación histórica en protestas masivas. Son las placas de vehículos que lesionan directamente a las capas medias o pequeño-burguesas, pero falta revisar los impuestos, las cargas y sobre cargas que tienen que pagar otros sectores de la población. Yucatán es uno de los estados con su gente más miserables, pero posee una clase rica poderosísima de grandes comerciantes, banqueros, turisteros y muchos, muchísimos narcotraficantes que aquí invierten y viven con sus familias aprovechando el gran clima de paz del estado. ¿Es el paraíso de los millonarios?
4. Estas batallas contra los impuestos, carestías, represiones, corrupciones, deberían ser encabezadas por el partido Morena. Podrían pedir, exigir, al presidente AMLO, -con movilizaciones o marchas en las calles si es preciso- que intervenga para castigar a todos los funcionarios que suban impuestos o endeuden a sus gobiernos. ¿Para qué sirven los representantes del gobierno federal en cada estado si no ayudan a frenar o extirpar la corrupción? Me preocupa que López Obrador esté siendo engañado, le estén jugando el dedo en la boca, por los políticos colmilludos del PRI y del PAN que aconsejan: «Díganle a AMLO que lo está haciendo bien, que lo apoyan mucho, así podrán hacer muchas cosas bajo el agua».
5. Morena, desde el triunfo de AMLO en las urnas, se convirtió en un partido burocrático al servicio del presidente López Obrador. Con excepción de Noroña o paco Taibo no conozco a alguien que en lucha política, como gran polemista, como tribuno, pudiera destruir los argumentos de la derecha, del PRI, PAN, PRD. Pueden algunos discutir y hasta analizar problemas muy puntuales y hasta dar soluciones, pero apuntar grandes ideas, planteamientos políticos universales que son la base de las menudencias que a diario manejan los políticos. En Morena -si busca ser un gran partido con movimiento de masas- se necesita a personajes como Enrique Dussel y otros de su calidad como filósofo.
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