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¿Si la privatización está amarrada, para qué serviría el gran debate con oídos sordos?

Fuentes: Rebelión

      1. El analista Lorenzo Meyer (en entrevista) planteó esta idea, al parecer, sin salida: «Si el PRD no impulsara el debate aparecería como una izquierda troglodita, pero si lo promueve sabe que con ello legitimará que PAN y PRI aprueben la privatización». Yo escribí en pasado artículo que sólo valdría la pena […]

 

 

 

1. El analista Lorenzo Meyer (en entrevista) planteó esta idea, al parecer, sin salida: «Si el PRD no impulsara el debate aparecería como una izquierda troglodita, pero si lo promueve sabe que con ello legitimará que PAN y PRI aprueben la privatización». Yo escribí en pasado artículo que sólo valdría la pena el debate si tuviéramos plebiscito o referéndum, pero si la aprobación depende de los legisladores el debate sería sólo una farsa, una especie de «diálogo de sordos». Da la impresión de que no se podrá frenar la privatización del petróleo porque, además, está totalmente comprometido con los más grandes capitalistas nacionales y extranjeros. ¿Quiere esto decir que las movilizaciones sólo sirven para un carajo? López Obrador acaba de hablar con los legisladores del FAP y al parecer se quiere resolver «rapidito» la toma de la tribuna en las Cámaras como si el movimiento estuviera débil y desesperado, cuando la realidad es que se fortalece.

 

2. Para el presidente usurpador Calderón, como para todos los políticos, la privatización del petróleo no es un problema técnico sino político. Si Calderón privatiza el petróleo el apoyo y la confianza del gobierno yanqui y de los grandes empresarios mexicanos será total. Si Calderón, por el contrario, pierde frente a las movilizaciones de López Obrador y no logra privatizar, los poderosos lo declararán incapaz para tomar medidas urgentes y perderá apoyo. Lo mismo sucederá a nivel internacional donde podrá convertirse en líder de todas las corrientes de derecha que ahora encabeza EEUU, Israel, así como Colombia y Perú en América Latina. Así que, mientras muchos ilusos plantean que es un problema de inversiones, de tiempo, de tecnología y mil cosas más, no se dan cuenta que este es un problema político. Así lo deben entender los lópezobradoristas y demás izquierdistas: o luchamos a fondo contra la privatización o nos despojan de nuestra riqueza nacional.

 

3. Las concentraciones contra la privatización se han fortalecido y seguramente en las próximas semanas serán más fuertes. El FAP, al parecer, no tiene pretexto alguno para negociar nada porque estaría arriesgando que la movilización se debilite y pierda confianza para futuras luchas. ¿Por qué señaló cuatro días antes Larios Gaytán, el jefe de los diputados panistas, que «llueva, truene o relampaguee el martes 14 sesionaremos en el Congreso»? ¿Por qué este lunes 13 las presiones de los medios electrónicos, de Beltrones y Gamboa (priístas) y de Creel (panista) se han intensificado para que los legisladores del FAP entreguen la tribuna de las Cámaras? Pareciera que la derecha conoce muy bien los puntos más débiles del PRD y se aprovecha para propagarlos. Basta con publicar que las encuestas dan datos de pérdida de votos, de que son violentos, etcétera, para que los pongan a temblar. ¿Es el talón de Aquiles del PRD?

 

4. Lo primero que al parecer debe aprender la izquierda es que a ninguna presión de la derecha, del gobierno, los empresarios, los medios de información o encuestadores, hay que hacerle caso. A todas horas, en casi todos los medios se dice que López Obrador es un delincuente, que nadie lo quiere, que antes tenía votos y hoy ha caído, que las encuestas coinciden en que es un instigador de la violencia. Entonces los de la vía electorera, que no le tienen confianza alguna al movimiento de masas, corren y se ponen a temblar: «hay, por favor, paremos todo, pidamos perdón, digamos que no somos nosotros, estamos quedando mal, gritemos que no tenemos nada que ver con Hugo Chávez, que respetamos a los EEUU…» La realidad es que así de jodidos se traen a la centroizquierda que sólo busca votos, aunque sea a costa de los principios y la ética. ¿Para qué correr a entregar la tribuna, llegar a acuerdos rápidos y salvar «prestigio»?.

 

5. No, de ninguna manera. Con los tres poderosos mítines en el Zócalo contra la privatización, encabezados por López Obrador, éste demostró que tiene agarrado de los huevos o testículos a panistas y priístas y lo único que tiene que hacer es apretárselos cada vez más hasta echar abajo cualquier idea privatizadora. La discusión nacional (en abstracto) del problema petrolero, sin resolutivos, es una trampa porque de todas maneras quedará la decisión en un legislativo comprometido hasta las nalgas. El movimiento de masas se ha desatado. El mismo «Padrone Beltrone» ha reconocido que el movimiento contra la privatización crece y se debe estar atento. ¿Cómo hacerlo crecer, participar combativamente, para que no se sienta defraudado? Se planteó la visita casa por casa y las asambleas públicas en las principales plazas de la República para impulsar la oposición a la privatización, pero se necesitará más orientación.

 

6. El priísta Beltrones ha dicho que mientras se desarrolla el debate en Foros las Cámaras seguirán su ritmo sesionando, discutiendo la reforma al congreso, la reforma electoral, los magistrados electorales y el controlador del IFE. Al parecer todo el «gran debate nacional» se reducirá a foros de «alta calidad», «de invitados», mientras los estiras y aflojes de la negociación entre partidos por la privatización se seguirán dando tras bambalinas. ¿Cuál será el papel de la movilización y cómo podrá ésta evitar la privatización después del «gran debate»? ¿Cómo es posible que el simple «debate intelectual» (que lo más que puede hacer el legitimar la privatización) sea suficiente para convencer a los partidos y legisladores de votar contra la privatización? ¿Los medios electrónicos (Radio y TV) seguirán con los spots pagados por el gobierno demostrando que la privatización es necesaria para tener dinero para hospitales, escuelas, carreteras?

 

7. López Obrador y sus asesores no deben caer en la trampa. Han demostrado que la fuerza está en la movilización, que ésta es la única que puede obligar al gobierno, a los partidos y a la derecha, a tomar determinaciones a favor del pueblo. Alejar 50 o 120 días más la aprobación de la privatización no es un triunfo, porque de todas maneras, como pueblo, perderíamos nuestro patrimonio para seguir fortaleciendo a la gran clase capitalista explotadora que desde hace siglos nos oprime. Tengo la impresión de que la clase gobernante se está frotando las manos de alegría porque en unas cuantas semanas habrá logrado lo que lleva décadas buscando. ¿Para qué serviría ahora el bloqueo de carreteras, de calles, instituciones, sobre todo, el crecimiento de nuestro gran movimiento? ¿Cómo lograremos la salida de los presos políticos, el respeto a la lucha de la APPO en Oaxaca, el fortalecimiento de la lucha de la CNTE y de las demás batallas del pueblo contra el desempleo, la miseria, la carestía?

 

8. Esta es una nueva prueba de fuego a la inteligencia, experiencia y honestidad política de la izquierda y centroizquierda, para que no le sigan viendo la cara de tontos, para que la centroizquierda no permita que le sigan jugando el dedo en la boca. Antes que el FAP pidiera reunión ya los senadores Creel y Beltrones dijeron que están «dispuestos a discutir extensa y ampliamente la privatización del petróleo, que siempre lo han estado». Me imagino al Padrino Beltrones, al intelectual Enrique KK y al presidente Fecal burlándose, festejando el fin de las movilizaciones. Pero hay que tener confianza en que AMLO no permitirá que las masas bajen su participación; al contrario, ya habrá previsto como hacerlas crecer. Aquí es donde deben intervenir otras corrientes de izquierda para evitar que los electoreros ganen la batalla contra los movilizadores. Esta puede ser la última oportunidad para avanzar, también para evitar otro desfalco o saqueo al pueblo.