Tratado de los tres impostores (Moisés, Jesucristo, Mahoma). Tierradenadie Ediciones, Madrid, 2006, 95 páginas. Edición e introducción de Juan Pedro García del Campo. Traducción Juan Pedro García del Campo y Jesús Carmena Martínez. El Tratado de los tres impostores ha sido uno de los panfletos antirreligiosos más influyentes de la Europa de los siglos XVI, […]
Tratado de los tres impostores (Moisés, Jesucristo, Mahoma). Tierradenadie Ediciones, Madrid, 2006, 95 páginas. Edición e introducción de Juan Pedro García del Campo. Traducción Juan Pedro García del Campo y Jesús Carmena Martínez.
El Tratado de los tres impostores ha sido uno de los panfletos antirreligiosos más influyentes de la Europa de los siglos XVI, XVII y XVIII. Se publicó por vez primera a principios del siglo XVIII (en España curiosamente también fue publicado por esas fechas) pero, según parece, circulaba en manuscrito desde las últimas décadas del siglo XVII. Pero incluso desde la Edad Media, desde el siglo XII, «pueden identificarse personajes a los que se acusa -abierta o veladamente- de haber escrito un texto anti-religioso… que habría presentado a los tres grandes fundares de religiones (Moisés, Jesucristo, Mahoma) como otros tantos impostores o protagonistas de un engaño masivo a partir de la religión» (p. 5), de haber escrito, pues, Tratado de los tres impostores o de mantener sus tesis. Juan Pedro García del Campo, el editor, cotraductor y prologuista del volumen recuerda que se ha afirmado incluso que Gerberto de Aurillac (XI), el que fuera papa Silvestre II, fue autor de este panfleto antirreligioso.
En todo caso, nos sigue siendo desconocido el autor de este Tratado. Se barajan diversas hipótesis. Baruch de Spinoza, como es de imaginar, es una de ellas. Acaso lo importante, como se apunta en el volumen, es que el texto fue anónimo por necesidad.
La traducción que aquí se presenta se ha realizado a partir de la edición latina de 1867 y, en palabras del editor, «como resultará evidente, es un texto inacabado y, en buena parte, esquemático».
Si usted sigue creyendo que la noción de Dios fue utilizada, y sigue siendo utilizada, sin que nadie haya establecido conceptualmente a qué puede referirse, o, dicho en otros términos, si usted cree razonablemente que el concepto de Dios es una categoría vacía o inconsistente; o si usted piensa que la conjetura historiográfica sobre el miedo y la ignorancia como causa no marginable de la irrupción en la imaginación de muchos seres humanos de fuerzas ocultas o seres fantásticos, a los que luego se ha llamado dioses, no es una hipótesis siempre rechazable, entonces usted es un potencial lector de este breve pero sustantivo y curioso volumen.
También lo será si tiende a agradecer el magnífico trabajo de traductor, editor y presentador que ha realizado Juan Pedro García del Campo, un auténtico filósofo en el buen sentido, que lo tiene, del término. Igualmente es un lector potencial si admira la honradez intelectual de alguien que escribe en nota, al final de su texto de presentación «Cuando preparábamos el camino del libro a la imprenta hemos conocido la recientísima publicación de una traducción artesana del texto de 1719, acompañado de la traducción de la primera biografía de Spinoza. La edición, de Diego Tatián, ha sido publicada por la editorial argentina Cuenca de Plata. Le damos la bienvenida» (p. 22).
Si además agradece notas como ésta que la editorial ha incluido en la contraportada: «Tierradenadie publica libros que no son mercancías. Es un instrumento editorial que en su organización misma impide su conversión en maquinaria de producción de capital: en tierradenadie ediciones no hay beneficios privados. Los libros que publica construyen una crítica de la dominación y son herramientas para la transformación social», sabiendo además que el ensayo es presentado como material de trabajo y de reflexión y que cualquiera duda o problema que suscite, puede plantearse en una lista de discusión abierta, en la que cualquier persona o colectivo puede intervenir a propósito de su contenido, entonces no deje de pedirlo y leerlo. No se arrepentirá.