1. La muy politizada Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) nunca ha sido independiente; desde que nació fue un instrumento del Estado al servicio de la clase dominante. ¿Qué han sido el gobierno, el poder legislativo, el ejército, la policía, los jueces, los tribunales, las cárceles, los medios de información, sino instituciones obligatoriamente […]
1. La muy politizada Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) nunca ha sido independiente; desde que nació fue un instrumento del Estado al servicio de la clase dominante. ¿Qué han sido el gobierno, el poder legislativo, el ejército, la policía, los jueces, los tribunales, las cárceles, los medios de información, sino instituciones obligatoriamente al servicio del Estado capitalista? Ahora se tratará de evitar que evidentes priístas y panistas ingresen a la SCJN cuando ese órgano nunca ha contado con algún ministro independiente y quienes ingresan a él -por lo visto en 100 años- no han podido hacer otra cosa que subordinarse a las órdenes gubernamentales.
2. Pero estar en la SCJN por 15 años, cobrando seis o siete millones de pesos anuales por tres lustros -más prestaciones, regalos y recompensas- para sólo leer un discurso y levantar la mano (aunque crezca cada día más el odio del pueblo contra ella), es un enorme privilegio equivalente a los otros dos poderes: el Ejecutivo y el Legislativo, a los que podemos agregar ahora el Electoral, los medios de información y los llamados «poderes fácticos». Si alguna vez en la historia ha sido beneficiado un pobre, ha sido por lo simple de su caso; pero nunca se verán casos grandes del Ejecutivo, Legislativo, de los empresarios, del PRI o del PAN sin apoyo de la SCJN.
3. Lo que ha sucedido es que la gente ilusa se confunde. Sin hacer ningún análisis de clase social cree que una institución política, económica, social, del Estado, cuando le beneficia personalmente es «buena» y cuando le perjudica es «mala». Me recuerdan aquellas gentes individualistas y oportunistas que quieren que sus amigos suban al gobierno para beneficiarse personalmente o aquellos que quieren un presidente yanqui que beneficie a México. No tienen la mínima idea del bienestar colectivo y general. Sólo piensan en beneficio personal, individual, olvidando que existen otros seres humanos u otros países que más necesidades tienen.
4. En México deben desaparecer (o ser enterrados) por funestos todos los poderes. Si el pueblo trabajador estuviera consciente y organizado demostraría que ninguno le sirve y que como pueblo es capaz de autogobernarse. Parece que los cinco juntas de gobiernos zapatistas en Chiapas -los caracoles- es lo que nos han querido demostrar desde hace algunos años: la enorme capacidad de los indígenas, los campesinos, los proletarios, los perseguidos, los oprimidos, que son capaces de auto organizarse y dentro de la miseria que han vivido, pueden levantar su trabajo comunal, vivir de manera solidaria y en paz cuidándose permanentemente de agresiones externas.
5. Ninguna institución (mucho menos la SCJN que es la que se encarga de «hacer justicia») dentro del sistema capitalista -porque de manera natural da prioridad al dinero y la ganancia- puede vivir fuera de la corrupción y los negocios. Hay algunos ejemplos que demuestran que hasta en la repartición de comida para los hambrientos, los refugiados y migrantes, no ha habido gobierno, empresario o negociante que no busque hacer trampa para quedarse con algo. No olvidan que en el capitalismo lo importante es hacer capital, enriquecerse de cualquier manera. ¿O, acaso, se van a tocar el corazón pensando en otros seres humanos?
6. Por ello los ministros de la SCJN tienen como base la «legalidad», el respeto a la ley aunque ésta esté contra los seres humanos por estar fuera de tiempo y de la realidad. Beltrones, el nuevo presidente del PRI, al dar posesión a los directivos de su mafia, declaró que su partido seguirá apoyando a su candidato al cargo de la SCJN y, seguramente el PAN -integrante del «Pacto por México»- hará lo mismo. Ellos han sido los dueños del gobierno y en tanto no exista una radical y fuerte oposición política, seguirán dominando todas las comisiones que se integren, aunque se diga que son órganos independientes del gobierno.
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