Al novelista valenciano Alfons Cervera se le conoce sobre todo por su certera tetralogía sobre los maquis de la posguerra en España. Con su penúltima novela, Esas vidas, fue finalista del Premio Nacional de Literatura 2010. Su última novela, publicada en septiembre del 2012, Tantas lágrimas han corrido desde entonces (Barcelona, ed. Montesinos, 155 páginas), […]
Al novelista valenciano Alfons Cervera se le conoce sobre todo por su certera tetralogía sobre los maquis de la posguerra en España. Con su penúltima novela, Esas vidas, fue finalista del Premio Nacional de Literatura 2010.
Su última novela, publicada en septiembre del 2012, Tantas lágrimas han corrido desde entonces (Barcelona, ed. Montesinos, 155 páginas), es como un puzzle delicadísimo escrito desde la mirada y los recuerdos, envueltos en la incertidumbre que les es consustancial, de unos personajes de abajo. Pedazos de vida, siempre desde el enfoque de lo nimio y lo cotidiano, pero que van plasmando progresivamente la historia universal de todos los exiliados, de antes y de ahora, de quienes salieron a raíz de la derrota republicana de 1939, de quienes salieron después, acuciados por el silencio impuesto por la dictadura y el hambre, de quienes salen ahora de África, con los mismos sueños de vida mejor, rápidamente segados.
La fragmentación de los diversos tiempos vividos por los personajes permite, página tras página, recomponer una epopeya sencilla, la de los que se exiliaron, sin saber acaso que iba a ser imposible el regreso.
La novela avanza gracias a la subjetividad de unos cuantos personajes, un grupo de exiliados españoles que compartieron un tiempo «la casa del canal», en Orange. Se yuxtaponen los recuerdos, se responden, se confirman, en un doble movimiento de ida y vuelta: de «los buenos tiempos» (que nunca fueron buenos) al presente, y de Los Yesares, lugar de partida, el pueblo de los maquis, hasta Orange, la ciudad francesa que les acogió mal que bien, pero que paradójicamente ahora está en manos de la ultraderecha. Al lector se le invita a reconstruir la historia de estos personajes poco a poco, en una espiral narrativa que refleja el procedimiento mismo de la memoria, añadiendo cada vez un detalle, corrigiendo algo, etc.
El acontecimiento que desencadena este derroche de recuerdos es la muerte de Teresa, la madre de Alfons y Claudio (como personajes de la novela), a los 90 años, y su entierro en Los Yesares, como si con esa muerte, todos los recuerdos vinculados a la historia común de la difunta con el resto del grupo fueran a desaparecer, como si recordar fuera el único homenaje posible, la única manera de no zozobrar del todo.
De Orange, uno de los lugares centrales es el «Café des glaces», que campea en la portada de esta primera edición de Montesinos, es como un personaje más, un espacio acogedor, pero que también deja a los seres su lado misterioso, un lugar metafórico igualmente abocado a no atravesar eternamente el tiempo.
En esta nueva novela, Alfons Cervera demuestra una vez más que su compromiso con los de abajo, los seres invisibles, que sin embargo hacen la historia, no está reñido con la exigencia literaria. Tantas lágrimas han corrido desde entonces, suena como una vieja canción nostálgica. Para poder habitar el presente.
Marielle Nicolas y Jean Ortiz Profesores en la Universidad de Pau, Francia.
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