Un cuarto de siglo después de su muerte, Telesforo Monzón continúa siendo una gran referencia para todos los abertzales. Lo demuestra «Llámame Telesforo», el libro presentado ayer en Bilbo por el senador del PNV Iñaki Anasagasti y en el que rescata testimonios de Monzón siempre atinados, cuando no proféticos. Como cuando avisó en las Cortes […]
Un cuarto de siglo después de su muerte, Telesforo Monzón continúa siendo una gran referencia para todos los abertzales. Lo demuestra «Llámame Telesforo», el libro presentado ayer en Bilbo por el senador del PNV Iñaki Anasagasti y en el que rescata testimonios de Monzón siempre atinados, cuando no proféticos. Como cuando avisó en las Cortes españolas, en 1935, de que «llegará un momento en que la autonomía no nos satisfará. Será tarde, como en Cuba».
En 1973, un joven Iñaki Anasagasti llamó a la puerta de la casa de Telesforo Monzón en Donibane-Lohitzune. Había concertado con él una entrevista que se reproduce ahora en »Llámame Telesforo», de la editorial Txalaparta, presentado el viernes en Bilbao. De Monzón parecía dicho todo, pero esta obra repesca ahora tanto aquella conversación como un impactante debate producido en las Cortes españolas el 5 de diciembre de 1935 y en el que, en un entorno abiertamente crispado, los diputados vascos defendían la soberanía nacional ante diputados que les instaban incluso a gritar «Viva España» en el hemiciclo. Anasagasti explica que en la entrevista de 1973 fue el mismo Monzón el que le recomendó buscar en el acta de sesiones aquella discusión, que ahora ve la luz.
Monzón acababa de cumplir los 31 años, lo que hace aún más impresionante tanto la elocuencia de su testimonio en el Congreso como sus predicciones de futuro, plenamente vigentes 75 años después pese a que aquella España estaba más cerca de la pérdida de Cuba y Filipinas que de otra cosa y a que para llegar hasta la actualidad tendrían que pasar todavía una guerra civil, 40 años de dictadura franquista y 30 más de reforma.
Frente a Calvo Sotelo
Basta con reparar en este extracto. Lo dijo Monzón entre los rumores y protestas de muchos diputados españoles que le replicaban que «Cuba no es Vascongadas» o exigían que se le retirara el uso de la palabra. «En la trayectoria de la historia de España hay un momento, precisamente aquél en que nosotros éramos soberanos y libres, como lo habéis visto aquí, en que dependía de España medio mundo. Y, señores, ¿dónde está ese medio mundo? ¿Dónde está vuestra gran potencia? ¿Qué ha sido de Filipinas? ¿Qué ha sido de Cuba? (…) Cuando un pueblo pide a España la autonomía, España, en vez de autonomía, envía lo que, por lo visto, va a mandarnos ahora el Gobierno:persecución. Entonces, la voz de libertad de un pueblo crece».
Acalladas las protestas mediante un llamamiento del presidente de la Cámara a que Monzón «no haga referencias que no concuerdan con la realidad», Telesforo lo seguía advirtiendo: «Llegará un momento en que la autonomía que vosotros ofrezcáis a nuestro pueblo ya no le satisfará. Cuando todos los vascos os reclamen más que una autonomía, entonces será cuando querréis concedernos un trocito;pero puede ser tarde, como lo fue en Cuba».
Aquel debate tenía como telón de fondo un mitin ofrecido poco antes por Calvo Sotelo en el frontón Urumea de Donostia. Allí había lanzado su famoso «Antes roja que rota», que argumentó ahora ante Monzón, el futuro lehendakari José Antonio Aguirre, Manuel de Irujo y otros diputados abertzales.
Calvo Sotelo dejó claro aquella tarde en la tribuna parlamentaria cuál era el orden de prioridades de aquella derecha de tiempos de la II República, de la derecha franquista, de la derecha española de siempre, en fin: «Dije que prefería una España roja a una España rota, y conste que sabía y sé lo qué sería una España roja (…) ¡A mí eso qué me importa si va a sobrevivir la unidad nacional, si con una España roja que ha de ser pasajera y temporal, fatalmente pasajera y temporal, no se va a romper el vínculo o la unidad nacional de mi Patria! ¡A mí eso qué me importa si en definitiva ha de subsistir la Patria, mientras que con una España rota la Patria quedaría siempre muerta!», recoge el acta de la sesión, difundida ahora por Iñaki Anasagasti.
«El jelkidismo y el etismo»
El libro refleja que Monzón no fue sólo puente entre aquella generación abertzale y la actual, sino también hilo conductor entre aquel PNV y la actual izquierda abertzale. Lo refleja el segundo momento de »Llámame Telesforo», cuando Anasagasti le entrevista en su casa, 40 años después, y sondea cuál es su posición política. Por resumirlo, el joven quería saber si estaba más cerca de los jeltzales o de ETA.
Monzón no veía contradicción: «Creo que desde que nació Sabino Arana nuestro pueblo ha dado dos fenómenos extraordinarios: el jelkidismo y el etismo. Son dos caras de una misma moneda, de un mismo proceso, de un mismo planteamiento para liberar Euzkadi. Lo que ha ocurrido es que ha habido un corte generacional y los viejos ven con recelo a los jóvenes. Pero estamos en 1973 y hace 36 años que terminó un tipo de guerra para dar comienzo a otra, porque seguimos estando en guerra».
Prosigue Monzón ante Anasagasasti: «A mí lo que me gustaría es servir de puente entre el jelkidismo, que no conoce a los nuevos activistas del ideal y no los considera sus hermanos de lucha, y un etismo que no ve en el espiritualismo, en la trascendencia, una parte de la misma lucha que llevan. ETA no es otra cosa que Euzkadi y su libertad. ¿Cómo un nacionalista vasco, un patriota tradicional, puede estar en contra de ese lema?».
Queda claro que »Llámame Telesforo» no es pura historia, es actualidad. Lo afirmó también en la presentación en Euskal Herria, Iñaki Anasagasti: «Se plantean debates que siguen estando en nuestras conversaciones hoy en día». Su compañero de filas, el diputado Josu Erkoreka, añadió que «el debate de la minoría vasca con Calvo Sotelo en 1935 no fue muy distinto del actual».