1. En febrero de 1913, siendo presidente Madero y vicepresidente Pino Suárez -ambos después de encabezar una revolución contra la dictadura de Porfirio Díaz y obtener un triunfo electoral abrumador- demostraban cierta inestabilidad porque los exporfiristas, empresarios, latifundistas, militares, realizaban muchos «boicots»; veían amenazadas seriamente sus propiedades porque veían que los campesinos y otras fuerzas […]
1. En febrero de 1913, siendo presidente Madero y vicepresidente Pino Suárez -ambos después de encabezar una revolución contra la dictadura de Porfirio Díaz y obtener un triunfo electoral abrumador- demostraban cierta inestabilidad porque los exporfiristas, empresarios, latifundistas, militares, realizaban muchos «boicots»; veían amenazadas seriamente sus propiedades porque veían que los campesinos y otras fuerzas de la ciudad se habían contaminado con ideas de liberación. El gobierno de EEUU estaba muy atento y buscaba recuperar muchas ventajas de las que había gozado durante el largo periodo dictatorial de 34 años.
2. Pero Madero no solo sufría por las críticas, protestas, reclamos, de la derecha empresarial muy disgustada, sino que presidente y vicepresidente recibían reclamos del «ala izquierda», es decir de los seguidores de Emiliano Zapata en toda la región del estado de Morelos, en el sur y de Pascual Orozco en el estado de Chihuahua en el norte. Además en la ciudad de México muchos intelectuales revolucionarios le reclamaban a Madero -muy contaminado con su «espiritismo»- sobre sus indecisiones. El presidente Madero estaba entre dos fuegos: la derecha con el apoyo del ejército y la izquierda -que era el pueblo- que se sentía traicionada.
3. A Madero siempre se le reclamó que haya dejado intacto, sin tocar, al ejército porfirista y que haya ordenado el desarme del improvisado, pero fiel, ejército revolucionario. Todos los revolucionarios que lo apoyaron (zapatistas, orozquistas), después de la firma de los «Tratado de Ciudad Juárez» (mayo de 1911) que pusieron fin a la revolución armada y obligaron al general Díaz a renunciar y exilarse a Francia, le reclamaron a Madero y lo tildaron de «traidor». La realidad es que Madero siempre fue dominado por su «religión espiritista» y poseía plena confianza en «los porfiristas sin Porfirio». La realidad es que Madero que hablaba de democracia, era cobardón, sólo buscaba realizar algunas reformas.
4. Hoy las cosas se parecen mucho porque el presidente López Obrador señala por todos lados que le tiene una enorme confianza al pueblo y entre el pueblo mete a todos: grandes empresarios, multimillonarios, expresidentes saqueadores y asesinos, ladrones de combustible, destructores de gasoductos, entregadores de nuestras riquezas, etcétera. ¿Todos son hijos de Dios y ninguno es culpable por seguir el capitalismo dominante? ¿Puede olvidarse la historia? Hoy López Obrador reconoce que el «neoliberalismo» no es otra cosa que «neoporfirismo». ¿No sabe que las reuniones entre empresarios y grandes políticos se multiplican día tras día para ver qué hacer con él y el «peligro» que representa?
5. No está de más recordar que la embajada yanqui en la CDMX i sigue tan abierta como estaba en febrero de 1913 y que el presidente William Taft quizá no era tan imperialista con lo es Donald Trump; ¿puede olvidarse del «pacto de la embajada» convocado por el embajador yanqui Lane Wilson concurriendo Victoriano Huerta (que había recibido la plaza de armas por indicaciones de Madero para sustituir a Villar) Manuel Mondragón con el apoyo de Bernardo Reyes y Félix Díaz? Todos esos días trágicos estaban organizados y cazaba como anillo al dedo. El iluso Madero no pudo ni levantar la mano porque su confianza espiritista era exagerada.
6. Yo digo que en la Independencia, Reforma y Revolución la izquierda (sus ideales) luchó, se sacrificó para que México sea un país igualitario, pero fue derrotada por la derecha; si no hubiera sido así, México y sus 128 millones de habitantes estaríamos bien, en buenas condiciones. No digo mejores condiciones porque nuestro país ha estado históricamente jodido. No tengo duda, apoyo el gobierno de López Obrador, pero mi obligación es ver o advertir acerca de lo que vislumbro. Veo mucho parecido de López Obrador con Madero, a sus religiones y veo a sus jurados enemigos. Yo quisiera que adopte algunos elementos básicos de Marx como el análisis y entienda la lucha de clases haciendo a un lado sus vanas ilusiones.
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